Los 5 peores consejos que los padres dan a sus hijos
Qué errores cometen los padres al aconsejar a los hijos
Por desgracia la voz de la experiencia como padres no siempre es acertada. Aquí queremos hablar de algunos consejos que suelen dar la mayoría de los padres y que, en muchas ocasiones, no ayudan demasiado.
La mayoría de padres buscan y quieren lo mejor para sus hijos. Quieren que sean felices, que tengan éxito, que consigan sus objetivos... Pero, con relación a la consecución de objetivos y a la obtención del "éxito", ¿cuáles son los peores consejos que los padres dan a sus hijos?
Lo descubriremos de la mano de Emma Seppälä, profesora en la Yale School of Management y directora del programa de liderazgo para mujeres en la misma escuela. Emma, investigando para escribir un libro, encontró que muchos de los esquemas o las premisas popularmente aceptadas sobre lo que se necesita para tener éxito podrían ser contraproducentes, ya que tienen el efecto contrario.
Se trata de teorías o ideas que pueden producir buenos resultados a corto plazo, y malos a largo plazo o, directamente, no producir buenos resultados.
Los peores consejos que los padres dan a sus hijos
La intención de este artículo no es juzgar o a criticar ciertos comentarios que los padres hacen a sus hijos, sino que está más bien enfocado a motivar la reflexión. Por ello, analizamos algunos de los peores consejos que los padres dan a sus hijos a la hora de conseguir el "éxito", según Emma Seppälä, estudiante de doctorado.
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1. Céntrate en el futuro
Quizás uno de los peores consejos que los padres dan a sus hijos es el siguiente: "céntrate en el futuro". Debajo de esta estrategia reside el concepto de éxito como meta, como hito a alcanzar, y no como camino o trayecto.
Haciendo esto presionamos a nuestros hijos a que solo vean el presente como un medio para intentar estar en un determinado sitio mañana. Quizás sería mejor decirles: vive el presente, trabaja para ser feliz en él.
2. El estrés es inevitable, no dejes de esforzarte
En este punto, sería bueno reflexionar sobre la diferencia entre eutres y distrés. Para superar algunos obstáculos parece inevitable determinado nivel de tensión: un nivel de activación muy bajo perjudica nuestro rendimiento.
Por otro lado, saber renunciar también es un arte. Poner punto final o aplazar una iniciativa puede sumar una buena cantidad de bienestar a nuestra vida. Se trata de inteligencia en la toma de decisiones y de una buena autorregulación emocional.
Está bien fomentar valores como el esfuerzo, pero sin olvidarnos de añadir que, sin la presencia de otros elementos, su único efecto es el desgaste.
3. Mantente ocupado
Está bien mantenerse ocupado, tener aspiraciones, motivaciones, ilusiones... Pero, ¿realmente es necesario estar siempre ocupado?
¿No genera eso estrés y más presión? ¿Por qué no probamos a decirles que también tienen derecho a descansar, a "no hacer nada" o a aburrirse?
4. Aprovecha tus fortalezas
A nivel general, solemos disfrutar de aquellas actividades que nos permiten desarrollar aquellas facetas en las que somos más diestros. Ahora bien, no tiene por qué ser así.
Es grande las lista de padres que han conseguido que sus hijos dejaran de disfrutar de una actividad por intentar convertirla en un entrenamiento.
Por contra, una actividad que no se nos da demasiado bien es propicia para aprender de sus errores. También para sentir que somos capaces de evolucionar y progresar; además, un mundo multidisciplinar necesita personas multidisciplinares, que sean capaces de vivir en la frontera entre varios campos.
5. El mundo es una jungla, así que vigila con ciertas personas
Finalmente, según Emma, otro de los peores consejos que los padres dan a sus hijos es el siguiente: "el mundo es una jungla, así que vigila con ciertas personas".
En lugar de esto, podríamos animarles a potenciar su compasión hacia los demás. Todos merecemos una oportunidad, aunque, por otro lado, también está bien fomentar el sentido crítico y el autorrespeto.
En lugar de aconsejar... Mostrar
Y una reflexión que hacemos en torno a este tema es la siguiente: ¿realmente "debemos" aconsejar a nuestros hijos? O, por el contrario, mostrar, enseñar...
Está claro que no existe un manual mágico en educación que nos diga cómo debemos educar a nuestros hijos. Tampoco hay acciones positivas o negativas; tan solo ganas de educar de la mejor manera posible, aprendizajes, errores, experiencia...
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Quizás la clave sea encontrar nuestro propio criterio a la hora de educar, desde el amor y el respeto y teniendo en cuenta las necesidades de nuestros hijos.
Educar para que sean felices, no exitosos
Hemos visto algunos de los peores consejos que los padres dan a sus hijos sobre la consecución del éxito. La paradoja es que muchos de ellos pueden llegar a ser positivos, siempre y cuando no se conviertan en mantras o absolutos.
Quizás no se trate tanto de educar a los hijos para que sean exitosos, sino más bien para que sean felices. Por otro lado, todos los ejemplos citados se pueden aplicar en la educación en general, no solo aquella centrada en conseguir objetivos.
Así, es importante fomentar que los niños puedan disfrutar del presente, que puedan conocer sus fortalezas, pero que también aprendan a relacionarse con la frustración o la renuncia. Que sientan que tienen derecho a equivocarse, a flaquear ¡y a aburrirse!