Te mostramos el caso de un piso de los años ?60 y una intervención que le dio una segunda vida.
Tendencia: diseño minimalista, color y muebles a medida que se imponen
Este apartamento en Vilanova i la Geltrú (Barcelona) vive una segunda vida gracias a una reforma en la que los muebles a medida lo han convertido en un refugio de diseño sin miedo al color.
"Josep quería espacios más abiertos, una terraza más grande, y buscaba ideas para darle más fuerza a su casa. Así que le propusimos un sistema de espacios diáfanos, compuesto de muebles hechos a medida", explica Oriol Vañó de Cavaa, estudio que se encargó de la refacción.
El apartamento de 90 metros cuadrados contaba con la típica distribución de la época con muchas habitaciones cerradas y un pasillo que desperdiciaba buena parte de su espacio. Por ello, aunque se conservaron paredes maestras y algunos tabiques, en el proyecto modificaron la cocina, el baño, la zona del salón y todos los pavimentos y carpinterías. "Con la nueva distribución mantuvimos un ámbito de dormitorios dando a la calle y la zona más diáfana, abierta al patio interior de manzana. Además, se han minimizado los espacios de circulación, integrando un estudio en el pasillo, y abriéndolo a la sala de estar", cuenta Vañó.
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Ambas zonas, la interior y la exterior, se han vinculado a través de unos muebles, la mayoría de ellos armarios y espacios de almacenaje, que sirven de leit motiv a lo largo de toda la casa. ¿El objetivo? Fomentar la continuidad y crear un todo. "Están pensados para que dieran una imagen de unidad a todo el proyecto. Son piezas de mobiliario que, por sus texturas y colores, unifican el lenguaje de la intervención, al mismo tiempo que configuran zonas de almacenamiento y servicios", resaltan desde el estudio.
Las piezas clave son los muebles de la entrada y de la cocina, diseñados antes que el resto de elementos, y que tienen la utilidad de servir de almacenaje en unos espacios que, por lo demás, se han concebido como totalmente diáfanos. "Teníamos muy claro que definirían el carácter de toda la vivienda", explica Vañó.
De este modo, para diferenciarlos del reinante tono blanco, se han ideado con un color verde en sus frontales. En cuanto a los materiales, mezclaron madera de roble en los zócalos, con paneles de DM en los que, además del color, se ha aportado cierta textura. Su aire minimal hace que encajen a la perfección con el pavimento de terrazo en la cocina y con el parquet de roble natural del resto de la casa.
Para fomentar esa unidad, apostaron por unas lámparas de techo de cristal con anillas lacadas en blanco, que parecen remitirnos a los 70, que se repiten en varios puntos de la casa. El resultado, en vista de las imágenes, es indiscutible: un espacio colorido, minimal y cómodo en el que, como no podía ser de otra manera, los gatos ya se han convertido en los auténticos reyes de la casa.
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