Los errores más comunes en decoración se deben a la falta de reflexión, no de gusto. Tomá nota.
Lo que tus muebles dicen de vos y no te imaginabas
Quizás estás pensando en redecorar alguna de las habitaciones de tu casa porque algo no encaja, pero no sabés bien qué es. Es importante que tengas en cuenta que todo tiene un por qué, cada detalle dice algo de tu personalidad.
La psicóloga Larissa del Río - quien se autodenomina "psicóloga de espacios" - explicó en un artículo para El País que los errores más comunes en decoración se deben a la falta de reflexión, no de gusto.
Lo importante, dice la experta, es conocerse a sí mismo. La gente piensa que no sabe decorar y lo que sucede es que, al no conocerse, no eligen los muebles, los colores o los objetos que les satisfacen.
"Muchos desean lo que no necesitan. Piden una bañera y, cuando les preguntas por su día a día, nunca tienen tiempo de darse un baño", señaló.
Otro ejemplo clásico es el del rincón de lectura, que se crea con la esperanza de leer más y que luego languidece robando espacio a las verdaderas actividades cotidianas.
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Todo esto tiene que ver también con otro error común: decorar para los demás. Los demás son ese grupo de personas indeterminado que algún día vendrá de visita. Sucede bastante a menudo, además, que se decora pensando en otro momento vital y se da la espalda al ahora:
"No tener en cuenta las necesidades actuales y las de la casa, querer algo que tienen otros, dejarse llevar por las tendencias de Instagram o Pinterest en lugar de escucharse a uno mismo", son algunos de los errores comunes que señala la especialista.
Hay que formularse algunas preguntas antes de ponerse a comprar muebles. Lo primero es hacer una descripción detallada de las actividades que llevamos a cabo en una semana. A partir de ahí, apuntar las necesidades que esas actividades generan. Si el mal ya está hecho (si la casa ya está amueblada y decorada), las mismas preguntas son válidas para hacer una depuración en profundidad y tirar todo aquello que sobra para dejar hueco a lo necesario. Es lo que Larissa llama decluttering, que somete a todos nuestros objetos a un estricto examen. Hay que tirar: las cosas que no ames, toda la basura y lo que esté desorganizado; cosas rotas o sin terminar; cosas que ya no sirven a tu vida, y todo aquello que drene tu energía.
La forma de los muebles que nos hace más felices
En 2009, la interiorista Sibel Seda Dazkir publicó con la Universidad de Oregón la tesis Emotional Effect of Curvilinear vs. Rectilinear Forms of Furniture in Interior Settings ("los efectos emocionales de los muebles curvilíneos frente a las líneas rectas en los interiores").
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El texto es fruto de una investigación científica -llevada a cabo con 142 estudiantes de Diseño y Entornos Humanos de la Universidad de Oregón- para la que construyó seis interiores de dos estilos distintos: uno más tradicional, con los acabados que se esperan de un sofá, una lámpara y una mesa, y el otro más próximo al movimiento moderno, con mezcla de materiales, como reposabrazos metalizados. Cada uno de esos estilos se presentaba en tres versiones: con formas redondeadas, formas rectilíneas y una mezcla de las dos. Las imágenes se presentaron en blanco y negro, de modo que la atención se centrara exclusivamente en la forma.
¿Qué es lo que te gusta y lo que no de este espacio?
La primera conclusión del estudio es que las formas rectas y los muebles angulosos despiertan más sensaciones relacionadas con el estrés, mientras que las formas redondeadas nos resultan más relajantes y nos aproximan más a la felicidad. La segunda conclusión fue que no aceptamos del mismo modo las formas curvas o rectas en un estilo de diseño que en otro. Así, el estilo moderno aguanta mejor las terminaciones angulosas.
¿Y si en realidad no te gustan las paredes blancas?
No solo las formas, también los olores, las texturas o los colores influyen en nuestro estado de ánimo y en cómo nos relacionamos con los espacios.
Los colores, como los aromas, responden a la personalidad.. Conviene pensar en el estado de ánimo que nos generan los colores, pero también ser conscientes del tipo de luz que van a aportar a las estancias.
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La iluminación puede terminar de engañar a nuestro cerebro para convercernos de que estamos en un lugar feliz. "Luces altas durante las horas centrales, y bajas, que ayuden a generar ambientes, cuando llegue la hora de relajarnos".