Si bien son animales más distantes que los perros, es posible conectar con ellos. La clave es respetar su espacio y sus reacciones. Los tips más importantes.
Cómo ganarse el cariño de un gato
Los gatos son animales cuya adaptación a la compañía humana suele ser más compleja que la que viven los perros. Para lograr una conexión con este animal, que no es una tarea tan complicada, necesitamos saber cuál es su lenguaje y cómo se comunica con nosotros.
Por ejemplo, si queremos acercarnos, lo mejor es hacerlo agachados y ofreciéndoles un dedo como el primer paso de nuestro contacto. Cualquier acercamiento deberá comenzar observando cómo se comunican entre su misma especie e imitándolos con paciencia, siempre respetando cuándo quieren y cuándo no quieren interactuar con nosotros.
El primer paso de conexión con un gato es ignorarlo con sutileza. Los gatos siempre se acercan a nosotros a su tiempo y conservando su espacio. Si no los presionamos manteniéndonos detrás de ellos, seguro terminarán acercándose a nosotros e interactuando a la primera oportunidad.
El parpadeo ("hacer ojitos") resulta ser una señal de vulnerabilidad que puede animarlos a confiar en nosotros.
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Paso a paso
Lo primero será agacharnos hasta ponernos a su altura, sentarnos en el suelo tranquilamente y quizás acostarnos de costado, para hacernos todavía más pequeños, volviéndonos menos amenazantes, destacó El Diario de Carlos Paz.
Una vez que estemos sentados frente al gato, lo que haremos es ofrecerles un dedo de la mano. Los gatos, al interactuar entre ellos, hacen primero un "nariz con nariz", frotándose y oliéndose ligeramente, por eso es recomendable poner un dedo o la mano suavemente debajo de sus ojos, para que huelan y decidan.
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Si el gato se siente bien y está cómodo, dará señales muy claras de ello, la primera de las cuales es el ronroneo. Otra señal es si cierran los ojos mientras lo acariciamos, lo que implica que están disfrutando del momento.
En cambio, si el gato mueve la cola a un compás rítmico como diciendo "no me molestes", al tiempo que aplana las orejas, gira la cabeza hacia otro lado y coloca su pata entre nosotros y él, nos está dando señales de que no está a gusto, y son previas a la agresión.