La neurociencia reconoce tres tipos principales de memoria, cada una de ellas relacionada con estructuras cerebrales particulares
Así funciona la memoria
La neurociencia reconoce tres tipos principales de memoria, la implícita o de hábitos, la explícita o declarativa y la ejecutiva o de trabajo, cada una de ellas relacionada con estructuras cerebrales particulares y resultado de modos de aprendizaje diferentes. Analicémoslos por separado.
Los seres humanos tenemos algunos hábitos que funcionan de manera automática e inconsciente y se forman principalmente en circuitos neuronales de los voluminosos ganglios estriados del interior del cerebro.
Una de las grandes virtudes de la memoria implícita es, precisamente, su consistencia, pues solo por su invariable forma de andar o moverse, por no decir de pensar, podemos reconocer a alguien, incluso sin ver su cara. Otra virtud de la memoria implícita es su resistencia a la neurodegeneración , pues es la que más suele resistir en la vejez e incluso en la enfermedad.
La memoria explícita o declarativa es, por otro lado, la que nos permite evocar verbalmente o por escrito todo tipo de conocimientos y nuestras experiencias personales . Cuando explicamos el origen del universo, la guerra de Vietnam o la literatura contemporánea.
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Las propiedades de cada tipo de memoria y su anclaje cerebral nos marcan la pauta. Si lo que queremos es formar memorias implícitas, es decir, hábitos, como el de aprender a escribir, una nueva lengua, reglas de ortografía, clasificar información, normativas o leyes, el papel en una obra de teatro o un instrumento musical, la clave es repetir y repetir.
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