Se trata de "Hangar Rojo", una coproducción chilena-argentina que eligió diferentes lugares de la ciudad para su rodaje. Tuve la oportunidad de visitar el set de filmación.
Una película chilena se filma en Mendoza
La historia es fuerte. Inspirada en la crónica "Disparen a la bandada" de Fernando Villagrán, está ambientada en Chile durante el Golpe Militar de 1973. Narra la experiencia del autor como prisionero de la dictadura y de los oficiales y suboficiales de la Fuerza Aérea de Chile que se opusieron al golpe, sufriendo por ello una violenta represión a manos de sus propios compañeros de armas.
Bajo la dirección de Juan Pablo Sallato y con la producción de Villano (Chile), BravaCine (Buenos Aires) y Oeste Films (Mendoza), esta película se convirtió en un proyecto ganador de la segunda edición del programa Cash Rebate. Gracias a este incentivo, la coproducción decidió rodar el 100% de sus escenas en Mendoza, durante tres semanas en diversos puntos de la provincia.
Hasta aquí, la ficha técnica de rigor. Pero, más allá de los nombres y los motivos detrás del rodaje, se abre un mundo fascinante con protagonistas invisibles: son quienes trabajan en el sector audiovisual. Profesionales apasionados que, en este caso, se destacan por ser puro talento local
Inmiscuirse, aunque sea por un momento, en un día de filmación resulta una experiencia cautivadora. El detrás de escena revela una complejidad asombrosa que demanda dedicación, coordinación y el trabajo conjunto de un gran equipo de producción.
El pasado jueves por la noche, el rodaje de Hangar Rojo trasladó al equipo al Estadio Malvinas Argentinas, donde se recrearon algunas de las escenas de la dictadura chilena, inspiradas en los hechos más crueles ocurridos en el Estadio Nacional del país vecino.
Tras pasar los controles de seguridad y confirmar que nuestros nombres estaban en la lista, el despliegue de camiones militares y los extras esperando su turno de actuar nos mostraban que estábamos a punto de entrar en un set de filmación.
La cantidad de personas trabajando es impresionante. Cada sector está tan prolijamente organizado como un "Excel" detallado, donde cada tarea tiene su responsable.
Entre luces y micrófonos, el director recorre el lugar, atento a cada detalle antes de dar la orden de comenzar.
Y mientras observo, armo mi propia película que empieza a tomar forma y veo cómo es que una actividad de la industria audiovisual en acción genera empleo para decenas de personas.
Después de rodar en la Facultad de Artes y el Comedor de la Universidad Nacional de Cuyo, la noche en el estadio fue uno de los momentos de mayor despliegue. Saludo a Gabriela y su hija, encargadas del catering, que algo cansadas mantiene la amabilidad de ofrecer café para sostener las largas horas de trabajo.
El dueño de un camión impecable, representativo de la época, espera orgulloso el momento en que su vehículo se pare frente a las cámaras. Lo mismo le pasa al propietario de un unimog, compartiendo la misma expectativa.
En un rincón -menos iluminado- un grupo escucha atentamente al representante del sindicato de actores. Como si no hubiese otro momento, el hombre distrae y predispone a los trabajadores con un discurso-seguramente- tan conocido como poco efectivo. Personajes que surgen con el ruido de la filmación.
En paralelo, resalta el trabajo de la vestuarista que es impecable reflejando la época en cada detalle de los atuendos. Mientras que notamos un gran trabajo y dedicada dirección de casting a cargo de Alexia Salguero, especialmente, para esta película.
Los actores, encargados de interpretar a oficiales y carabineros, son instruidos por Álvaro Bianchi, un mendocino de marcada trayectoria. Instructor, asesor de combate y seguridad en Estados Unidos, especializado en escenas de riesgo. En esta ocasión, además de supervisar el uso de armas y enseñar movimientos y actitudes militares, cuida y asesora hasta el mínimo detalle para representar a la figura de un militar en acción.
Una colaboración esencial para filmar en la ciudad proviene del gobierno provincial y municipal. En este caso, la Dirección de Innovación y Emprendedores de la Ciudad de Mendoza, a cargo de Pablo Navarro, fue clave. Navarro tiene claro el rol que Mendoza tiene que cumplir en la industria audiovisual. Según él, facilitar el trabajo a las productoras no solo genera empleo local, sino que también posiciona a la ciudad como un destino atractivo para el cine internacional.
Otro talento destacado es Javier Ruiz, diseñador de sonido y especialista en tecnologías de audio, quien aportó su experiencia reconocida en el rubro a esta producción.
Y no faltan, por supuesto, los imprescindibles:técnicos, asistentes de producción, maquillaje de efectos especiales, peinadores, director de fotografía y muchos integrantes del clúster Filmandes, presentes también en el proyecto.
Todos ellos, profesionales mendocinos, hacen posible que proyectos como Hangar Rojo se filmen en la provincia. Su trabajo no solo suma calidad a las producciones, sino que también convierte a Mendoza en un destino deseado para el cine internacional.
Con una historia conmovedora que llega de la mano de un director chileno, bajo la luz de los reflectores y con cada sonido de la claqueta marcando "¡Acción!" una película se está filmando en Mendoza.