El músico vino a presentar su último trabajo "De la cabeza al corazón", pero todos sabíamos lo que íbamos a buscar y él, por supuesto, nos estaba esperando.
Gustavo Cordera: asomar, lentamente, la cabeza para renacer
Ni mucho, ni poco. El número de personas que asistió el viernes al Arena Maipú para ver a Cordera fue suficiente. Fueron los que aceptaron el reto de reencontrarse con un músico que, hace más de 20 años, los hizo saltar y cantar con la intensidad de canciones cuyas letras siempre sonaban como una descarga justa y verdadera. Fueron los que entendieron que tal vez es momento de darle otra oportunidad. El estadio se pintó con manchas de grupos de amigos que solo querían bailar y escuchar algo de rock.
Y el Pelado Cordera mantiene esa esencia. Su voz, tan penetrante como inquietante, está impecable, y solo escucharla acompañando los primeros acordes fue suficiente para recordar que "Bersuit" era -y es- él. Las canciones sonaron como ese disco que dejamos de elegir hace mucho tiempo.
Con "La Caravana Mágica" y acompañado por sus seres queridos como un sostén, una contención perfecta en los momentos difíciles, el Pelado mantiene esa presencia, ese "approach" temido y cautivante a la vez. Pero, también, verlo sentado en la primera parte del show, con letras que confiesan dolor, arrepentimiento y crecimiento, hacen sentir que el gigante se volvió chiquito.
Acompañado por su hija, a quien presentó con orgullo, las escenas entre ellos nos acercaron aún más a su música y su presente. ¿Qué quiere, qué escribe, qué siente?
Y ahí estábamos, los justos, los suficientes, los que pintamos la foto completa, sin que faltara nadie más. Fuimos la aprobación prudente de que, tal vez, este sea su momento de intentarlo nuevamente.
La nostalgia y los recuerdos flotaban en el aire, al menos en esta provincia. A la Bersuit, pero sobre todo a Gustavo Cordera, esta tierra siempre lo quiso, y su música fue bien recibida. Sin embargo, nos une a él un recuerdo del espanto y de una tragedia que hace nuestra relación más profunda.
Cordera fue el mejor "frontman en pijamas" que tuvo la Bersuit, y ahora lo teníamos ahí, sobre el escenario, desafiando su esencia y buscando, ya en la segunda mitad del show, lo que todos estábamos esperando.
Entonces, arengó y preguntó si queríamos más. Un lobo que se soltaba poco a poco, recordándonos que siempre supo que el estallido estaba cerca.
Todos sabemos lo que pasó, y ya no es momento de analizarlo ni de pensar en el contexto o exculparlo. Además de la condena social, que es perpetua y sin lugar para aligerar penas, Gustavo Cordera quizás sufre y disfruta cada vez que sube a un escenario. Los fantasmas revolotean todo el tiempo y el sabor de estar otra vez cerca de su público, cantando y bailando, seguramente se intensifica y se amarga al mismo tiempo. Pero el recorrido por los escenarios, el presentar un nuevo trabajo discográfico, el seguir cantando y aceptar sus errores a través de sus letras y sus diálogos con el público, también puede ser una forma de salir adelante. De asomar la cabeza, lentamente, para renacer.
*Fotos: Gentileza Daniel Torrico