Calamaro en Mendoza: tanto tiempo te esperamos, Andrés

Después de ocho años sin una visita de Andrés Calamaro a Mendoza, la "Agenda 1999 Tour" lo trajo de vuelta a nuestras tierras. Un reencuentro con su público, absolutamente necesario.

Calamaro en Mendoza: tanto tiempo te esperamos, Andrés

Por:Laura Romboli

 No hay manera de que el lugar sea agradable; definitivamente, cambiar el nombre para mejorar la imagen no fue suficiente. Llegar al Multiespacio Cultural de la Municipalidad de Luján (MCML) no es una experiencia placentera. Bajo el calor agobiante del viernes a la tarde, se mostraban con mayor intensidad las piedras y la tierra del lugar. El ex Feriagro recibió una buena cantidad de gente que peregrinaba por el costado de la ruta, mientras largas filas de autos avanzaban lentamente, exaltando aún más el "agro" que de costumbre.

El evento tenía algo especial por todos lados. Si se hubiera registrado desde un dron, la imagen se enfocaría en la densa procesión de las casi 7000 personas que se acercaron a escuchar a Calamaro, finalmente en Mendoza.

Calamaro en Mendoza. Fotos: Micaela Carbonari MCLC

Una vez ubicados adentro, dos postes rústicos con cables colgando rompían la idea de una delicadeza visual. Mientras el campo verde comenzaba a poblarse una valla dividía las dos zonas según el precio de las entradas, y un tosco y molesto mangrullo para el sonido, colocado torpemente en el centro, se alejaba de una armonía visual necesaria para un concierto. Esto es algo recurrente en casi todos los espectáculos que se realizan allí.

La espera se volvió amena entre grupos de amigos unidos por el convite de escuchar la música del cantante. Porque si algo tiene Andrés es que su público es perfectamente reconocible. Una gran parte de los asistentes celebraba los 25 años que tenían cuando el disco Honestidad brutal salió por primera vez. Otros, de esa misma edad actualmente, asistieron acompañados para escuchar "Paloma", transformada en un himno que los llevó a conocer la obra del Salmón. Y todo lo demás, también.

El escenario no iba a ser menos. Con una humildad extraña, sostenía unas pequeñas pantallas laterales que, por supuesto, una vez comenzado el show no cumplieron ni cerca el rol de transmitir la imagen y la presencia del cantante y sus músicos. Seguramente al coqueto y siempre moderno Calamaro, en su parte más rockstar, le resultaría más bien cómodo que así fuese.

Como un pensamiento random podríamos decir que si pagamos 10 mil pesos para estacionar el auto, lo mínimo era esperar una escenografía imponente. Pero, evidentemente, el show pasaría por otro lado.

Si fue un homenaje a los 90 -porque por momentos las imágenes en blanco y negro proyectadas así lo revivía- no pareció tal. Fue más despojado que vintage.

El concierto: un momentazo

Olvidado de las formas, y cuando los relojes señalaban las 21.20, Calamaro le dio vida al reencuentro con su público en esta provincia.

A modo de homenaje, y con acordes de "Kashmir" (Led Zeppelin), ensambló con una versión diferente de "El día de la mujer mundial", y así comenzaron a pasar las elegidas para una primera hora en que Calamaro nos fue conquistando: "Cuando te conocí", "A los ojos", "Más duele", "Te quiero igual", "Con abuelo" (dedicada a Miguel Abuelo), "Una bomba", "No tan Buenos Aires" y "Clonazepán y circo" se encargaron de que transitáramos la primera hora de un homenaje puro y suave del disco "Honestidad brutal".

Siguieron "Las heridas" y "Los aviones", para romper el protocolo con "Algún lugar encontraré". A estas alturas de la noche, Calamaro nos había saludado, agradecido por ir y alabado a un público que formaba un "ambientazo". Habló poco, o mejor dicho, lo suficiente, como una relación rota que quiso componer con este concierto.

Nosotros, el público, solo cantábamos agradeciendo la visita. Al fin de cuentas, el cantante reunía para la mayoría de los presentes ser la música de gran parte de nuestras vidas. No íbamos a quejarnos o poner un mal modo si las versiones sonaban tranquilas o su voz reflejaba el paso del tiempo.

Esta parada cuyana fue una de las últimas de una gira que tiene la particularidad de visitar provincias por primera vez, como La Rioja o Jujuy. El regreso a Mendoza podría engrosar esa lista de lo singular.

En cada canción, el público iba mostrando su amor, y Andrés, que lo recibía desde el escenario ya con las cuentas saldadas, nos tenía a todos enamorados. "La parte de adelante" y "Cuando no estás", para luego corear todos "Crímenes perfectos", hicieron decir al Salmón que estábamos viviendo "un momentazo".

Con "Alta suciedad" saltamos con la certeza de que "Estadio Azteca" y "Los chicos" marcarían el final. Claro que antes, el momento esperado por los más jóvenes de cantar "Paloma", abrazados entre amigos, tenía que estar, y estuvo. Con "Flaca", nos ayudó a repasar -mentalmente- los años que lo conocemos y seguimos la música del Salmón.

Correcto y a la vez algo enredado al hablar, agradeció a la tierra del vino con metáforas entre varietales como canciones, y sin olvidar, por supuesto, que pisaba la tierra del querido Marciano Cantero: "Vuelvo a Mendoza sin Marciano", y los aplausos disiparon los ojos llorosos.

Una gran noche. Un encuentro a lo Calamaro, cumpliendo su "faena taurina" con un público seducido que eligió dejar atrás las almas rotas.

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