Aún en negativo surge un tímido optimismo en la industria vitivinícola tras un año deplorable.
Villanueva al Post: "El vino está competitivo y las ventas se recuperan"
La industria del vino la pasó muy mal en el año 2023, no solo por la crisis económica en la Argentina y el impacto letal de algunos efectos climáticos sino porque además en el mundo se inició un fuerte cambio de tendencia que relegó el consumo de los vinos tradicionales reemplazándolo por variantes vínicas más frescas y livianas.
Los efectos de la motosierra del Gobierno de Javier Milei aún no pueden juzgarse, tal cual lo afirma el gerente de la UVA (Unión Vitivinícola Argentina) Sergio Villanueva. Sin embargo, en los últimos meses los despachos de vinos, las ventas, comenzaron a recuperarse después de un arranque de año malo.
Hoy se posiciona mejor en pérdidas como así también en competitividad respecto de las bebidas azucaradas y las cervezas. Sergio Villanueva nos explica por qué el vino parece haber revertido la tendencia y cuáles son las perspectivas para el resto del año.
¿Después del año 2023 que fue tan traumático y este primer semestre como está la industria vitivinícola?
El año pasado fue un año donde hubo una helada muy grande y por la situación del país, todo lo que podía pasar, pasó. Este año, en cambio, la cosecha ya fue normal, buen desempeño de la diversificación hacia mostos de una parte de la producción que fue del 18%, lo cual es importante porque esas uvas que no tienen destino en el mercado interno, si lo tienen como azúcar en los mercados externos, lo que va a permitir exportar unas 100 mil toneladas de mosto.
En lo que respecta al vino, los mercados están duros, pero dentro de la caída global que han tenido todas las bebidas que ha sido muy fuerte, en un país que va a tener una expectativa de caída del superávit del 3,5% respecto del año anterior, que ya era malo. En ese marco, con el vino nos encontramos en una situación de una caída de entre el 3% y el 3,5% en los mercados internos y externos, lo cual no es una mala performance.
Obviamente que es mejor subir que caer, pero cuando todo el mundo cae del décimo piso y vos caes de la terracita de primero, podés hacer una flexión y seguir caminando.
¿Por qué se da esta situación?
Por diversos factores. En el mercado externo, porque mejoró la posición competitiva con el dólar, no tanto como para arrancar en una senda super optimista, pero...
Es mejor un dólar arriba de 900 pesos que a 600 pesos.
Claro, exactamente. En el mercado externo hay que ver cómo vienen los pedidos, como está el mercado mundial y alguna gente está un poquito más optimista a pesar de que cuando ves el semestre, el despacho de vinos al mercado externo, lo que se vendió, cayó un 3,5%.
Pero el año anterior estábamos hablando de caídas de despachos de vinos del 20%. ¿Se frenó violentamente la caída de las ventas?
Si, si, bueno, pero nos estamos comparando con un año muy bajo.
Bueno, pero se frenó esa caída de despachos.
Se frenó, se estabilizó, porque tenemos más oferta de productos, porque tenemos cosecha, hay precios más razonables de las uvas, que a su vez se trasladan a los vinos y la posición competitiva mejoró, que eso no quiere decir que esté todo bien, pero dada las circunstancias, está bien. Va a ser duro y hay que ver también cómo reacciona el mundo este año.
¿Y en el mercado nacional?
En el mercado interno, a diferencia de las caídas de dos dígitos de otras bebidas como las gaseosas y las cervezas, el vino ha tenido una caída relativamente baja, del 3% y se viene recuperando mes tras mes.
¿Desde cuándo?
Empezó el año cómo que caía el 12% y luego terminaron cayendo los despachos al 3%. Es cómo que el mercado interno se ha venido recuperando. Todavía está en fase negativa pero los últimos meses han sido positivos. ¿Por qué se da esto? Se da porque al haber una cosecha normal, los precios son más accesibles al bolsillo del consumidor, está competitivo, y se pueden encontrar varietales en botella de $3.500 para arriba.
Y se da, además, que todo el canal de distribución moderno, que es el supermercado, está ofreciendo bastante ofertas. Los supermercados están metiendo mucha presión, ofreciendo 2 por 1 o 3 por 1.
Claro, si no venden, necesitan vender para sacarse la mercadería de encima.
Por supuesto porque cambió la ecuación. Antes, la ecuación era tener stocks, porque como había inflación había que tener mercadería en stock. Ahora se quieren liberar de stock porque necesitan plata. Ese fenómeno se ha dado muy fuerte y eso ha provocado que los despachos de vinos hayan comenzado a crecer y a descontar esa caída que habían tenido en el primer trimestre.
Pero también se da una situación que tiene que ver con las distintas capas sociales. En los sectores más bajos es donde más recuperación ha habido, porque en el sector más bajo la persona que toma vino busca utilidad. Es decir, lo toma porque le gusta, pero además porque lo mezcla con soda o con agua y le termina durando más que una botella de gaseosa o de cerveza, que no duran nada. El vino, en cambio, le termina siendo más rendidor.
Y en este caso, los precios están más acomodados porque se puede encontrar vino tetra a $1.500 o $2.000, un precio bastante competitivo en relación a la gaseosa o a la cerveza.
Y después, hay una franja de precios de vinos varietales que son muy competitivos al bolsillo que hoy tenemos y que están en unos $4.000. Eso no quiere decir que la gente tenga mucha plata para gastar, pero el vino quedó mejor posicionado que otras bebidas.
Entonces, en el primer semestre se advierte un equilibro en los stocks vínicos a nivel local, porque como se diversificó bastante a mosto y como la tasa de interés es muy baja, los productores prefieren tener vino, quedándoselo como plazo fijo, por lo que tampoco hay una sobreoferta de parte del esquema tenedor al fraccionador.
¿Por qué pasa eso?
Porque mucha gente prefiere guardarse el vino a tener plata en el banco porque con el vino guardado no tiene que pagar ninguna carga de ningún tipo, ni comisiones al banco, ni impuestos, ni nada.
Entonces, el vino siempre es la escasez, es decir si sobra o falta; la tasa de interés, porque eso resuelve si quien lo produce se lo queda o lo vende; y la expectativa. Esos tres planetas hoy están alineados, hay un mediano equilibrio, no es el ideal, pero hay que verlo en el largo plazo. Por ahora, está en condiciones de dar la pelea.
¿Y las perspectivas hacia adelante?
Bueno, veremos cómo se desarrolla el famoso segundo semestre tanto en el mercado externo como en el interno. En el externo hay que tener cuidado de que no se vaya perdiendo la competitividad por este tema de que el dólar sigue actualizando al 2% y los otros dólares van a otra velocidad.
Fuera de esto, la vitivinicultura tiene que mejorar mucho, la vitivinicultura mundial está en un cambio de paradigma porque se han empezado a cambiar los hábitos de consumo por un cambio generacional, la gente está empezando a tomar más vino blanco, por ejemplo.
Claro, los aperitivos, los vinos más frescos.
Exactamente, porque siempre cuando se analiza el mercado de consumo hay que ver los consumos que son tendenciales y los que son de bolsillo. El consumo tendencial sería: "Cuando hace calor no quiero tomar vino". En cambio, el consumo de bolsillo sería: "Quiero tomar vino, pero no me alcanza la plata".
Hay un gran cambio y de hecho, uno de los críticos de vinos más famosos del mundo, el inglés Tim Atkin, que hace los puntajes más importantes de vinos, ya dijo que la vitivinicultura mundial va hacia un iceberg como el Titanic. Y remarca que el Titanic no chocó contra un iceberg, sino que su capitán desoyó las advertencias de que había icebergs en la zona y en la industria vitivinícola está pasando lo mismo.
Ante las advertencias de los organismos de salud de que no hay que tomar alcohol, de que no se puede manejar con más de determinado grado alcohólico, ante los cambios legales, las alertas y la demonización hacia el vino muy impulsada por las bebidas azucaradas, la industria vitivinícola mete la cabeza en un agujero como el avestruz y no está viendo esta situación, entonces es el momento de cambiar.
Por otra parte, la vitivinicultura está muy preocupada por el cambio de paradigma de la economía. El otro día conversaba con el consultor Guillermo Oliveto y él me decía que el nuevo paradigma dice: "Poné el precio que quieras y vendé lo que puedas".
Porque antes que pasaba, que, con las expectativas inflacionarias, quien ponía el precio tenía que adelantarse, anticiparse a lo que iba a pasar y el mercado terminaba aceptando porque, aunque pusiera cualquier precio, lo terminaba licuando la inflación. En cambio, ahora, no se puede poner cualquier precio porque sino no se vende el producto.
Entonces, el gran desafío es que el consumidor tenga accesibilidad al producto que le ofrecés, ya sea porque es más económico, más rendidor, envase más chico, lo que sea, pero que sea accesible, empezando, claramente, por el precio.
Porque hay que considerar que la pirámide social argentina ha cambiado. Oliveto planteó esta pregunta: ¿Qué es ser clase media hoy? No ser pobre. ¿Y ser pobre qué es? Ganar menos de $800.000 por familia.
En este nuevo esquema social la vitivinicultura tiene que ver cómo se inserta porque uno mira al segmento ABC1 (el más alto) y es chiquitito y ahí también se están reordenando con los gastos. No es que no llegue a fin de mes, pero empezó a reordenarse porque no le da la cuenta.
En ese esquema de emergencia, si sos una bebida tenés que estar muy atento para que ese consumidor te quiera seguir tomando, y gracias a que el precio está bien, a que hay oferta y hay vino, esa pelea se está dando, pero es una pelea del día a día.
¿Los cambios del gobierno de Milei cómo han impactado?
Es muy pronto para decirlo, no lo sabemos.
Pero la Ley Bases y el Rigi no le cambian en nada.
No hay un análisis a fondo porque no olvidemos que el sector vitivinícola está integrado por empresas pymes y es cierto que hay empresas más grandes, pero esas grandes de la vitivinicultura serían pymes en otros sectores.
Es importante entender esto. ¿Por qué se puede tener actividad en la vitivinicultura? Porque es una actividad de alto riesgo y diferenciación. Cuando están estas características la escala juega menos, por lo tanto, las multinacionales y las grandes empresas se meten menos. En cambio, en otras actividades, si no se tiene escala no se puede vender nada, no se puede competir.
Por lo qué, los cambios impulsados por el Gobierno nacional son cambios de largo plazo, son estructurales y recién estamos en los diez minutos del primer tiempo, y es apresurado empezar a juzgar temas de la macroeconomía en este momento.
La foto hoy es que volvió el mercado y yo me las tengo que arreglar, entonces el desafío principal para la industria vitivinícola es el mercado.
Ver: ProMendoza busca que 20 empresas locales exporten al mundo
Ver: Récord en la producción de petróleo: el boom de Vaca Muerta