La aventura del hombre que recorrió 1.000 kilómetros del Camino del Inca después del niño del Aconcagua.
Álvarez al Post: "El Qhapaq Ñan fue la ruta que llevó el modelo inca a Los Andes"
Cuesta explicarse como hizo Domingo Álvarez para hacerse tiempo entre el trabajo, la familia, el andinismo y su última obsesión: el niño mensajero del Aconcagua y la cultura Inca, que lo llevaron a recorrer y documentar a lomo de mula unos 1.000 kilómetros del Qhapaq Ñan, más conocido como El Camino del Inca, la columna vertebral del extinto imperio.
Aventurero, inquieto y lleno de curiosidad, Domingo Álvarez no solo cuenta con ese récord. Además, tiene 9 cumbres conquistadas en el Aconcagua, una de ellas por la temible Pared Sur, innumerables cumbres de otros picos del país, travesías y expediciones. Hoy, retirado, tiene una fábrica de cerveza artesanal en Las Heras y el famoso parador del Cerro Arco.
El hombre que una vez estuvo en la tumba del niño mensajero del Aconcagua para luego dedicarse 30 años a estudiar esa cultura, contó a Mendoza Post, porque El Camino del Inca que llega hasta Mendoza, fue mucho más que una ruta y hoy es mucho más que un potencial atractivo turístico.
Domingo, usted recorrió el Qhapaq Ñan, más conocido como "El camino del Inca", algo que muy pocos han hecho.
En el año 2008, con un amigo, Antonio Beorchia Nigris, creador del Ciadam, que es el Centro de Investigaciones Arqueológicas de Alta Montaña, nos conocimos por andar recorriendo ceremoniales incas. Yo había estado primero en el ceremonial del niño inca del Aconcagua, luego tuve oportunidad de estar en el cerro Llullaillaco, que es el lugar en Salta donde se encontraron tres momias.
¡Sí! Tres momias increíblemente conservadas.
Sí, impresionante, allí estuve en el Llullaillaco, que tiene 6.739 metros (sobre el nivel del mar).
Casi un Aconcagua.
Exacto. Y yo llegué a la cumbre 10 años antes que encontraran a las momias de las que hablamos, y en ese momento me encontré con muchísima leña y madera por todos lados, y cuando llego a lo que sería el cráter del volcán, empiezo a ver construcciones, una al lado de otra, eran varias y había dos con techo.
El techo de esas construcciones era de madera de quenua, en esa zona donde no hay quenua porque es la parte final del desierto de Atacama y a mi eso me sorprende y me impacta en forma importante porque me encontré con ese ceremonial inca tan importante, que ya era conocido.
Ya se había descubierto.
Sí, yo había leído relatos de gente de Alemania que, en el año 1950 habían venido a documentar ese ceremonial. Yo había recorrido varios ceremoniales incas, había estado en el cerro Melendez y charlando con Antonio Beorchia Nigris que era un especialista en el tema le digo: "¿Che, Tony, por qué no documentamos El Camino del Inca argentino?"
¿Que es el Qhapaq Ñan?
Qhapaq significa extraordinario, único, y Ñan, camino. Por lo que este camino, que es el más importante, no es cualquier camino, sino el que sale del ombligo del mundo, que es el que sale de la ciudad de Cusco (en Perú).
¿Y llega hasta Mendoza?
Es el que llega a Mendoza. Aquí hay más de un camino también, lo que pasa es que a uno le cuesta imaginar que, a una distancia tan grande del Cusco, ese pueblo haya venido hasta estos lugares.
¿Y cómo pudo ser posible?
Es que cuando uno empieza a conocer el Qhapaq Ñan, es lógico que ellos hubiesen llegado porque se trata de todo un sistema de desarrollo socio-económico, político y cultural. Es decir, que los incas no solo trasladaban bienes y servicios, sino que, además, trasladaban valores, y ese es un tema clave, porque en la construcción del imperio tenían por un lado un idioma universal, como hoy, que se usa el inglés.
¿Y cuál era el idioma universal del imperio?
El quechua.
¿Pero, por ejemplo, los diaguitas y todas las tribus hacia el sur argentino hablaban el quechua o lo conocieron con los incas?
Lo aprendieron. Los incas construyeron un modelo de familia, un sistema de parentescos. Ellos venían dominando hacia el sur, en el caso de nuestro país y nuestra región es el Collasuyo, es decir, la línea de los collas que estaría al sureste del Cusco. Y lo que hacían los incas era tomar al cacique del lugar y llevarse al Cusco al hijo del cacique, porque ese niño iba a ser el futuro gobernante de su pueblo. Al niño se lo llevaban con alrededor de 10 u 11 años, y se los llevaban a los yachayhuasi que serían escuelas del saber.
Allí aprendían el quechua, aprendían sobre construcción, sistemas de cultivos, astronomía. Esos niños que se llevaban tenían cuatro años de formación y tras esa formación cuando ya era un hombrecito, lo casaban con una una de las princesas del Sol y de la Luna, que eran mujeres preparadas para casarse con un noble. Entonces, ese chico que se habían llevado y venía capacitado del Cusco y casado, pronto tenía un hijo, y ese hijo sería como el niño del Aconcagua, una ofrenda de una ceremonia de parentesco, en la cual se ha construido una familia, en donde ese pueblo, que es vasallo inca es un pueblo que adquiere y recibe los mismos conocimientos que los incas.
Los incas hacían lo mismo que algunos reyes europeos y otomanos, que tomaban de rehenes a los hijos de los príncipes vasallos para asegurar la fidelidad y el dominio, además de educarlos como si fueran sus propios hijos.
Claro, pero aquí había un concepto de integración. Entonces, ese niño de la ceremonia, hijo del príncipe que habían educado y había vuelto a su pueblo, ese niño era testigo ante el sol de que esa familia era parienta. Así, el hijo del cacique estaría mostrando ese pacto de vasallaje ante el pueblo, con una ceremonia que está a la vista, en el área de influencia de esa montaña.
Todo esto pasaba a lo largo del Qhapaq Ñan, que tenía postas, alojamientos y sistemas de abastecimiento, por eso la ONU (Organización de las Naciones Unidas) lo declaró patrimonio de la humanidad, por la importancia que tuvo en la cultura y en nuestro desarrollo. Lo que pasa, es que, si nosotros conociéramos en profundidad lo que los incas transmitieron, hubiera sido otra cosa.
¿Por qué lo dice?
Entre los conquistadores españoles hubo uno solo que mostró su arrepentimiento, era un tal Mancio Serra Leguizamón, quien cuenta lo que él encuentra, detallando que si un inca tenía 100 onzas de oro en su casa nadie las iba a tocar, nadie iba a abrir la puerta, aunque no existían candados ni nada. Existía una escoba o un palo colocado en la puerta de su casa que indicaba que no había nadie y nadie entraba. Eran otros valores y otra moral y este conquistador lo notó y lo testimonió.
¿En Mendoza queda algo del Qhapaq Ñan?
Si, claro, Mendoza lo tiene, llega hasta Tambillos, en Uspallata y continúa la línea de San Alberto, Tambillitos más adelante y después cruza a Chile. Por eso nosotros tenemos el niño mensajero que estaba en el Aconcagua, y seguramente en el Santa Elena y en otras montañas debe haber otros.
Vamos por parte. Usted dice que el Qhapaq Ñan es un camino lógico. ¿Por qué usa esa calificación?
Porque tiene en cuenta absolutamente todo, como las distancias de las postas. Hay que tener en cuenta que el inca tenía escritura, que eran los quipus.
¡Ah claro, el sistema de cordones y nudos!
Exactamente, son ideogramas donde existía el quipucamayoc, que era el lector de quipus y todo esto permitía que un mensaje escrito llegara en estas distancias enormes, a través de un camino con postas, con sistemas de abastecimientos y alojamientos.
¿Cuánta distancia había entre posta y posta?
Unos 20 kilómetros. Hay que tener en cuenta que un quechua o un aymara hoy camina unos 70 kilómetros en un día.
¿¡En un día!?
Sí, claro, son distancias enormes que los incas podían transitar.
¿Cómo se hace para caminar 70 kilómetros en un día?
Y, tenés que ser quechua.
Pregunto, porque aparte de una cuestión de resistencia es una cuestión de rapidez, no se si dan los tiempos.
Es que eran enormes las distancias, pero es así. Nosotros nos sorprendíamos en la Puna porque la gente se mueve a pie, no hay mulas ni caballos, se mueven a pie y distancias muy grandes.
¿Estoy pensando que una maratón tiene 42 kilómetros y los corredores tardan en hacerla casi en 4 horas?
Y sí, mas o menos.
¿Hacían dos maratones por día sin problema?
Claro, y sin lugar a dudas, el inca ha estado en la cumbre del Aconcagua. Lo que sucede es que esa gente camina desde niño y camina siempre. Yo he visto, por ejemplo, en Bolivia, en el cerro Licancabur (5.916 metros) había un tal Macario que era guía, y subía todos los días el Licancabur. Y tenía 63 años Macario, y su niño de 11 años, subía con él.
¡Increíble!
Bueno, te das cuenta de la capacidad física que tiene esa gente aún hoy. Entonces, nosotros lo estamos analizando con una visión nuestra, para alguien que entrenando todos los días se moviliza unos 5 kilómetros por día. Y estos pueblos, en cambio, se mueven a pie. Y lo sorprendente son estos kilómetros y kilómetros de caminos con postas, de entre un metro y dos metros de ancho. En el Licancabur hay un camino hasta la cumbre, en el Llullaillaco también.
¿Qué características tiene el Qhapaq Ñan? Es un camino siempre de montaña, en altura, ¿cómo es?
Casi siempre viene por la montaña, partiendo desde el ombligo del mundo que es Cusco y desde allí se dirige a pueblos determinados. Ellos se desplazaban como si estuvieran en la línea de la Cruz del Sur.
¡No me diga! ¡Qué interesante!
Sí, por algún motivo seguramente vinculado a algo religioso, la Cruz del Sur era un elemento. Y con este camino lograron traer sus avances, su cultura y dejar una gran influencia. Por ejemplo, a los huarpes en Mendoza. El sistema de riego que tenían los huarpes, sin lugar a dudas es un sistema que tiene que ver con el inca. El dique de La Toma de los Españoles, era una toma de agua incaica.
En el área fundacional de Mendoza existió un pucará incaico. Los españoles le llamaron galpones, y con las piedras de esos pucarás se hicieron las primeras construcciones en el área fundacional. Lo que sucede, es que cuando llegan los españoles acá, el inca ya se había retirado hacía varios años. Es más, hay que tener en cuenta que los huarpes buscaron a los españoles, ellos fueron a Chile y negociaron con los españoles para que vengan y ser vasallos de ellos, porque los huarpes ya venían acostumbrados al vasallaje que tenía con el inca.
¿Nunca se imaginaron lo que les iba a pasar?
Y, supusieron que si eran buenos con los españoles les iba a ir bien. Acá había una gran movilidad entre los pueblos y no tenían ese temor.
¿Se cruzaba la cordillera normalmente?
Sí, claro, tal es así, que el ejército independentista se movilizaba por los caminos incas.
O sea, que la gesta sanmartiniana es importante por el nivel de despliegue y no por el cruce en sí mismo, porque todo el mundo cruzaba.
Exactamente, lo extraordinario del general San Martín fue el enorme despliegue y la cantidad de hombres, armas, animales y provisiones que movilizaron.
Mire, en el norte del país, cuando nosotros en nuestra recorrida encontramos El Camino del Inca, que lo buscamos a partir de las crónicas de Diego de Almagro que fue el socio del conquistador Francisco Pizarro, pudimos dar con los lugares donde estaría el camino, a partir de datos concretos, documentados, que indicaban donde había una construcción incaica, un tambo (lugar de alojamiento), o alguna otra cosa. Porque Diego de Almagro venía recorriendo lo que habían llamado la Nueva Toledo y siguieron hacia el sur, hasta la altura de Catamarca.
Por eso nosotros tomamos un plano en 500.000, y en base a las crónicas de Diego de Almagro, nos fijamos por dónde estaría el camino e hicimos un dibujo básico. Y después con un plano en 200.000, ya bien armado, tomamos todos los puntos GPS y en una planilla de Excel los marcamos y con eso lo seguimos.
Al principio, en los primeros kilómetros, el primer día, sabíamos que estábamos en el rumbo correcto por la lógica, pero no estaba El Camino del Inca. Sin embargo, justo en la laguna de Pozuelos sabíamos que había habido un combate, que fue el combate de Pozuelos, así que cruzamos en forma transversal, empezamos a buscar y así encontramos el camino principal.
¿Ese camino estaba armado, empedrado o era solo una huella?
Hay sectores que apenas se visibiliza y en otros lugares es perfecto, pero perfecto.
¿Pero eran todos caminos construidos o aprovechaban pasajes naturales?
No, no, eran todos caminos construidos.
Se ha perdido con el paso del tiempo.
Y sí. Lo que sucede es que, en el norte argentino, por ejemplo, hay gente que hace travesías en moto por El camino del Inca, no obstante estar protegido, lo usan igual. Parten de un lugar que se llama Alfarcito y recorren este tramo completo saliendo por Payogasta.
¿Y ustedes lo recorrieron caminando?
No, no, a lomo de mula y a caballo.
¿Cuánto demoraron?
Bueno, primero fuimos por el camino principal. Tuvimos un mes en la recorrida hasta Payogasta pero como ahí el Qhapaq Ñan se une a la Ruta Nacional 40, en la curva de Tintin, entonces nosotros buscamos un camino secundario, que fue al oeste, por una estancia que se llama Pucará donde también hay unas construcciones incaicas. Y luego buscamos otros caminos secundarios, ya no por el Qhapac Ñan sino por otros por los que salimos a Catamarca en un lugar que se llama San Antonio del Cajón.
¿Cuántos kilómetros documentaron?
Yo, unos 1.000 kilómetros y mi amigo Tony completó 1.800 kilómetros, porque lo que ocurrió es que en ese tiempo yo trabajaba en la industria farmacéutica y ahí, en Catamarca, se acabaron mis vacaciones. Así que Tony siguió con el baqueano continuó a través de La Rioja, en la zona de Vinchina, después San Guillermo y la zona de Malimán.
Después de Malimán empezamos a recorrer tramos cortos. Por ejemplo, en los fines de semana salíamos a hacer la recorrida, entonces entre un tambo y otro tambo hacíamos una caminata de unos 30 kilómetros. Y así lo fuimos terminando hasta llegar acá a Mendoza, a las construcciones de Tambillo y Tambillito, antes de llegar a Uspallata.
¿Y cómo estamos en Mendoza con Qhapaq Ñan? ¿Podemos aprovecharlo?
Acá en Mendoza, creo que sería muy bueno como parte del desarrollo turístico poner en valor el Qhapaq Ñan.
¿Ponerlo en valor sería recuperarlo, reconstruirlo donde no está, o solo mantener lo que está?
El camino se visibiliza, pero no está claramente marcado en Mendoza. No es el caso del norte argentino donde está consolidado con un ancho de un metro a un metro y medio y se nota que hay un camino transitable y reconocible.
¿Y en Mendoza no, por la erosión?
Una por la erosión, otra porque acá en Mendoza con la presencia del Ejército que pudimos documentar a partir del hallazgo de latas de comidas, que suponemos de tropas que estuvieron apostadas a fines de los años 70 por la guerra que casi tuvimos con Chile. Y estaba todo lleno de pozos de zorro y de trincheras. Entonces uno va transitando el camino que lo puede visibilizar a lo lejos y lo ve como una línea, pero cuando está sobre el camino no se da cuenta que está ahí. Pero se puede reparar Tambillos, ponerlo en valor, no es algo que sería costoso.
¿Es visitable, cualquiera puede ir o está muy alto?
Lo que está visible en Mendoza es muy accesible, se llega en vehículo. En Tambillos, por ejemplo, se puede estacionar al lado del Qhapaq Ñan. Por eso creo que hay que recuperarlo y contar su historia, hablar sobre las bases culturales de este pueblo, de este imperio, porque son valores éticos y morales impresionantes. Ya, partiendo de los colores del arco iris que son los de su bandera que se llama Wiphala, que es como un nombre compuesto: Wi significa o alude a un grito, a un sonido, una onomatopeya, y phala significa viento.
¿Significa el sonido, o el silbido del viento?
Exacto. Acá, de alguna manera, esa bandera está bastardeada porque se utiliza como parte de la diversidad y otras ideologías
Es la que utilizaba Bolivia luego de que asumió Evo Morales como presidente.
Claro, la que utiliza Bolivia es la Wiphala del Collasuyo (región del Imperio Inca que hoy abarcaría parte de Perú, Bolivia, Chile y Argentina, desde Urcos hasta el río Maule). Esta bandera tiene los colores del arco iris, como dije, que están divididos por una diagonal blanca. La diagonal blanca es la que saldría del ombligo del mundo y de la línea de Viracocha (dios de la creación), de todos los conocimientos, de lo que se conoce y no se conoce, esa es la diagonal blanca, la línea de Viracocha.
Después tenemos el color amarillo, que son las crías, los niños, los hijos; el color naranja que representan los valores morales, como no robar, no mentir, no ser perezoso; el color rojo representa a la tierra; el color verde a los cultivos; el azul el universo; y el color violeta es la política.
Entonces, uno piensa, ¿cómo sería el cuidado del todo y el respeto del todo?, y en todo espacio físico, en la cultura incaica, se debe respeto y compromiso, que es un tema clave que nosotros, la sociedad moderna, perdimos.
Cada insecto, cada especie y el todo, para ellos representan ese equilibrio que permite que la especie humana pueda manejarse y prosperar a través del tiempo. Esas son las apachetas (montículos o apilamientos de piedras comunes en la zona andina) que hay a través del camino. Uno va por el Qhapaq Ñan y ve piedras, que pareciera que no significan nada, pero esas pircas de piedras son pedidos de permiso en los espacios físicos.
Es decir, si yo vengo por el camino, vengo por un espacio físico y luego el camino baja, estoy ingresando a otro espacio físico, entonces en ese espacio que está entre la parte alta y la parte baja hay residentes, estos residentes son alguien que, aunque yo no los vea están, entonces debo pedir permiso.
Claro, una filosofía integrada al entorno natural.
Exacto, es el todo, nada es aislado. Entonces con estos valores cuidaban el ambiente, respetaban los animales, el sol marca las estaciones, la luna marca los meses, si hay una brisa pido permiso o doy las gracias y en esa filosofía de vida es un equilibrio completo en la naturaleza.
En Mendoza tenemos el caso del niño del Aconcagua, están las estatuillas y está la momia, y creo que a las comunidades les serviría, porque si yo lo saco del planteo de las comunidades de decir que estamos exhibiendo a los muertos, podríamos, en cambio, partir del concepto de que fue un niño mensajero y su función fue transmitir en ese momento los valores de los pueblos que eran comunidades y se transformaban en parientes y que ese niño mensajero era la ocasión para transmitir los valores incas.
¿Qué son esas estatuillas? ¿Las encontraron con la momia del niño?
Claro, las estatuillas representan a quienes participaron en la ceremonia.
¿Cuál es el significado del niño del Aconcagua?
Ese niño es el hijo de un cacique Pincunche (pueblo originario que habitó la zona central de Chile), por eso estaba mirando hacia el oeste. Y el papá de ese chico podría ser Michimalonco, Michu quiere decir cabeza de fuego, ima significa vasallo inca y lonco significa cacique. Hay crónicas que dicen que Michimalonco estaba a la altura del Inca Huayna Capac, y que habría sido con él con quién hizo el acuerdo de parentesco. Hay algunos datos que coinciden.
Entonces, la estatuilla de oro podría ser Huayna Capac, la estatuilla de plata podría ser Michimalonco y la estatuilla que es de valva marina podría ser Atahualpa, que es el que acompaña en su periodo a Huayna Capac que fue el ordenador del imperio.
De todas formas, esto que estoy diciendo no lo puede decir un investigador porque no hay pruebas suficientes, no hay documentación que lo acredite. Yo llegué a esta conclusión por lo que aprendí de mis recorridos, lo que he charlado con muchas personas.
Ahora, un tema muy polémico: ¿Ese niño, fue un niño sacrificado?
Lo que sucede es que en la cultura inca ese niño es una ofrenda. Si hiciera una comparación con nuestra cultura podría decir que Jesús también fue sacrificado para salvar a la humanidad. Pero en este caso se trataba de acuerdos de parentesco, en donde este niño era un mensajero del Sol (Inti para los incas, su mayor deidad), y aquí tenemos que entender que, en esta cultura, la creencia era que el niño no moría, sino que había una circularidad.
¿Cómo sería eso?
Ese niño está en el Apu, que sería un dios (así llamaban los incas a las grandes montañas y a los espíritus que residían en ellas) y es el mensajero que va ante el Sol a contar que su papá ha conformado una familia con un miembro de los incas y por lo tanto su pueblo comienza a ser parte de la familia incaica. Entonces, para el cacique era un enorme prestigio que su hijo se convirtiera en un mensajero ante el sol.
Cuando yo estuve en el lugar de la ceremonia del niño del Aconcagua, encontré tierra del valle, que me extrañó que no la bajaran con el resto de la momia, y paja que guardé y rescaté en un tubito.
¿Estuvo cuando encontraron al niño del Aconcagua?
No, no, en ese momento yo estaba en la Pared Sur.
¡¿Qué hacía en la Pared Sur?! Estaba escalando el Aconcagua.
Claro, estaba haciendo la Pared Sur.
¿La pared del Aconcagua que se ve desde la ruta internacional a Chile?
Sí.
¡Pero la Pared Sur se hace con cuerda y escalada, es muy complicada y peligrosa!
Claro, es una pared de tres kilómetros. Yo y otros tres amigos, Alejandro Randis, Lito Sánchez y Daniel Rodríguez, subimos esa pared y fuimos los primeros mendocinos en hacerla. Y años después nosotros cuatro creamos la escuela de guías de montaña.
¿Hicieron cumbre mientras en otra parte del Aconcagua descubrían la momia del niño?
No, no, no pudimos hacer cumbre, la hicimos después en otro intento al año siguiente, porque ese día hubo una gran tormenta eléctrica que es la que hace que Pierobon y Pisolón encuentren la momia. Ellos van subiendo hacia la cumbre (por otra ruta) y ven la momia.
¿Cómo la ven, si la momia estaba enterrada?
Claro, pero se veía algo que ellos pensaron que era pasto y en realidad eran las plumas y cuando se acercaron se dieron cuenta que era un fardo funerario.
Pero entonces la momia apareció por la tormenta, se lavó demasiado el terreno con la lluvia.
Si, claro. Ellos como nosotros, con el mal tiempo, no pudieron hacer la cumbre, bajan, dan aviso del hallazgo y luego, el día que fueron a retirar la momia fue el día terremoto.
¿Qué terremoto?
El del 26 de enero de 1985.
¿Ese día fueron a buscarlo?
Sí, antes de sacarlo, cuando iba salir la expedición a buscar al niño fue el día del terremoto.
¿Y no se suspendió por el terremoto?
No, porque para ellos, que estaban metidos en la montaña del Aconcagua no fue nada grande.
¿No se sintió el terremoto ahí?
Sí. Donde estaba la expedición no hubo peligro, pero en la Pared Sur, donde yo había estado una semana antes, hubo tremendas avalanchas por el terremoto.
¿Y la expedición en que parte del Aconcagua estaba?
Ellos estaban en la Plaza Inca como hoy se le denomina. Después que pasó el sismo fueron y sacaron el fardo funerario.
¿Fue en la cumbre del cerro el hallazgo?
No. Hay una pirámide antes, que la gente ahora le dice el cerro Pirámide, y en la base de esta estaba el fardo funerario. Yo estuve en ese lugar cuatro veces.
¿Cuántas veces hizo cumbre en el Aconcagua?
Hice nueve cumbres.
¿En cuánto picos más hizo cumbre?
No, bueno, yo me he pasado toda la vida subiendo montañas.
Me decía que estuvo cuatro veces donde hallaron al niño del Aconcagua.
Sí y después de tener la oportunidad de ver ahí el ceremonial inca, yo me dediqué durante los 30 años siguientes en visitar lugares incaicos, encontrando, viendo una lógica, estando en varios ceremoniales importantes.
¿En todas las altas cumbres hay estas ofrendas?
No hay una sola montaña de Los Andes en la que los incas no hayan estado arriba. En todas hay ceremonias de espacio físico, que serían unas plataformas rectangulares u ofrendas. Por ejemplo, el niño huarpe que fue ofrendado para sellar esta unión con los incas debe estar en el cerro Mercedario, porque ahí hay vestigios de la ceremonia.
¿Huarpes en esa zona?
Sí, nosotros lo tenemos idealizados como que eran de acá cerca, pero en realidad los huarpes eran laguneros, y todas las lagunas estaban más al norte, entonces el Apu que cubriría todo lo que era Mendoza sería el Mercedario porque las huarpes eran laguneros. Los huarpes navegaban y las canoas que utilizaban son del mismo diseño tecnológico que las que se utilizan en el Lago Titicaca, eran navegantes y vivían de la pesca y de los sistemas de cultivos que desarrollaban cerca del agua.
¿O sea que el Qhapaq Ñan era la columna vertebral del imperio, el camino que integraba socialmente a todos los pueblos vasallos con los incas, la red por donde se movía toda la economía, la ruta con la que se mantenía el dominio político y territorial y, además, era la vía por la que se llegaba a los centros ceremoniales donde se celebraban los pactos sagrados y se conectaban con los dioses?
Por supuesto, no era solo un camino y eso es lo extraordinario del Qhapaq Ñan, sino que se trasladaban además de bienes económicos, un modelo político, moral y religioso y un idioma común, una visión integral que no existe hoy. Imaginate, desde Quito, hoy la capital de Ecuador hasta el sur de Mendoza teníamos el eje incaico y todo ese territorio estaba totalmente integrado como una familia, en la que eran todos parientes. Un sistema de parentela en donde los hijos del Sol y cada uno de los príncipes eran familiares.
¿Estaban emparentados todos los pueblos vasallos tanto de forma sanguínea, como de forma sagrada porque había un pacto que lo ratificaba con una ofrenda?
Claro, era una enorme familia que estaba a cargo de todo ese imperio.
¿Cómo puede ser que no le hayan dado uso a la rueda para trasladarse y otras utilidades?
Los incas si conocían la rueda, lo que sucede es que había un principio religioso por el cual no podían usar como un elemento de trabajo algo parecido al sol. Fijémonos. Nosotros, la sociedad actual, ¿por qué pudimos aprovechar el uso de la rueda y además modificar todo? Digamos que, según nuestros principios religiosos, Dios nos hizo a su imagen y semejanza, y el mundo fue hecho para nosotros y podemos modificarlo como queramos. Los incas no pensaban así.
Claro, es conceptual la diferencia. ¿El niño del Aconcagua tendría que volver a su lugar? Hay mucha gente que cree que a partir de que sacaron la momia empezaron las sequías.
No, no, eso es el cambio climático, pero respecto del niño, creo que no tendría que volver ahí y en cambio, lo exhibiría con las precauciones debidas, porque ese niño fue un mensajero y de esta forma daría ese mensaje de valores morales y éticos que primaron en el Imperio Inca y que a nuestra sociedad le servirían mucho para crecer de otra forma y tener un mundo un poquito mejor.
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