La diputada provincial mendocina cuenta por qué su abuelo podrá ser el primer santo empresario.
Josefina Canale al Post: "Tener un abuelo santo va a ser un enorme privilegio"
Josefina Canale, diputada provincial por el Partido Demócrata Progresista, y ex titular del Instituto de Juegos y Casinos durante el gobierno de Alfredo Cornejo es una mendocina por adopción.
Llegó desde Buenos Aires hace 27 años y hace 10 años entró en política. Bisnieta de dos banqueros, y del fundador de la ciudad de Pinamar, de cuya empresa que la desarrolló es accionista, además es nieta de otro empresario que lideró fábricas de marcas hoy vigentes y muy conocidas en la Argentina.
Ese abuelo, Enrique Shaw, es quien fue declarado Venerable Siervo de Dios en 2021 por el Papa Francisco y podría ser declarado santo, el primer santo empresario argentino, evento que los vaticanistas especulan que podría concretarse en la visita de Bergoglio a la Argentina en 2024.
Con Josefina Canale hablamos de de su abuelo, y de por qué podría ser declarado santo.
¿Tenés un abuelo que va a ser santo?
Así parece, ahora es Venerable, esto quiere decir que han analizado toda su vida, no encontraron nada en contra de la doctrina católica, ni en sus escritos, ni en sus actos, ni nada, y está en estudio un primer milagro, con lo cual, si se lo reconoce como milagro, pasaría a ser beato y después con un segundo milagro, sería Santo.
Justamente, esta semana volví de Buenos Aires, porque trasladamos sus restos. Él estaba enterrado en la Recoleta y lo sacaron de ahí porque ya se estaba transformando en un lugar de devoción.
Cada vez que íbamos, había flores, rosarios, cartas, gente rezando, entonces para facilitar la devoción que le tiene mucha gente, lo llevaron a la Iglesia del Pilar, abajo de la Virgen a la que siempre él le rezaba con su familia, y que está al lado del cementerio de la Recoleta.
¿Quién era tu abuelo?
Estamos hablando de Enrique Shaw, se pronuncia Sho, el apellido es escocés, pero se pronuncia como un "sho" bien porteño marcando la Y.
Más allá de que la santidad se determina a partir de la concreción de algún milagro, hay un camino previo de conducta de vida. ¿Cuál es en su caso?
Bueno, cuando tenía 4 años murió su mamá, que era muy joven, pero ella le hizo prometer a su marido que iba a educar a sus hijos en la fe católica. Mi bisabuelo no era practicante pero mi bisabuela sí. Entonces, él los envió a los salesianos y creció en un entorno católico.
A los 14 años mi abuelo entró a la marina, fue el guardia marina más joven de la historia argentina, de hecho, hace poquito colgaron su retrato en la Fragata Libertad. Estando en la marina, a los 18 años se encontró con un libro que lo hizo adentrarse en la doctrina social de la Iglesia.
Él decía en sus escritos que ese libro fue la conversión y que lo motivó a querer vivir mucho más el catolicismo, que hasta ese momento vivía de manera más superficial.
Así que, siguió en la Marina, hasta conoció a mi abuela, Cecilia Bunge, se casaron a los 21 años, los dos eran muy jóvenes, y después cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, él se dio de baja de la Marina porque tuvo una crisis vocacional, porque él quería irse a trabajar como obrero a una fábrica.
En ese momento estaba en Estados Unidos y hablando con un sacerdote de allá, este le dijo, según contaba mi abuela, que los obreros no lo iban a entender porque hablaba distinto, se movía distinto, tenía otros hábitos.
Entonces el cura le aconsejó que, en vez de ser obrero, por qué no se dedicaba a santificar el mundo empresario.
Tarea difícil santificar a los empresarios, jaja.
Claramente, mucho más difícil, jaja. Pero bueno, él por su condición, estaba más en contacto con empresarios que con obreros, así que, se dio de baja de la Marina, volvió a Argentina y empezó a trabajar acá como empresario en una empresa de su familia.
¿Qué empresa era?
Cristalerías Rigolleau, todavía existe, pero ya no es más de la familia. También estaba en varios directorios de otras empresas más, pero se dedicaban más a la cristalería.
¿Qué otra empresa conocida era de su familia?
Ferrum por ejemplo y otras que no recuerdo ahora.
¿Y se vino a la Argentina?
Sí, cuando volvió a Argentina, se puso a disposición del del arzobispo de Buenos Aires, para ver si le hacía falta alguna ayuda en algo.
En ese tiempo, lo que hacía falta era mandar comida a Europa, porque ellos estaban saliendo la Segunda Guerra Mundial y Argentina era un país muy rico, entonces organizó eso con otros empresarios, mandaron bastante comida para allá y cuando eso terminó, decidieron armar una asociación que es la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas (ACDE) que todavía sigue estando.
Y la idea de eso era mostrar que se puede ser santo y empresario al mismo tiempo. También fue parte de la fundación de la UCA (Universidad Católica Argentina), además fundó una librería para santificar la cultura, porque a él le importaba mucho el mundo cultural.
Pero murió muy joven, a los 41 años, de un cáncer. Tenía nueve hijos, mi mamá es la cuarta. Escribió un montón, era muy disciplinado, siempre escribía todos los días en sus libretas y entonces todas esas libretas fueron las que después sirvieron de testimonio para analizar todo su pensamiento y para ver qué era lo que opinaba sobre distintas cosas.
Él daba muchísimas conferencias, a Mendoza vino un par de veces, a armar ACDE y a dar conferencias. También viajaba mucho y hay muchas cartas escritas entre él y mi abuela, primero como novios y después como marido y que después de muerta mi abuela. se empezaron a estudiar y analizar.
¿Era un fanático religioso o era un practicante de la religión?
No, no, él era un practicante, él aplicaba lo que conocía y en lo que creía y si llegara a ser declarado santo, sería en la historia de la Iglesia Católica, el primer santo empresario.
¿No hay otros?
Sí, pero no por empresarios, sino que fueron declarados santos por morir como mártires. Él sería el primer empresario que sería santo por ser empresario, porque él se dedicó a hacer plata, que es lo que tienen que hacer las empresas y ser santo al mismo tiempo mostrando esa compatibilidad.
¿Cómo era su relación con la gente, con los obreros de sus empresas? La gente que lo conoció habla de una relación muy cercana y de que llevaba una vida muy austera a pesar de que estaba sobrado para darse lujos.
Sí, él cuando hablaba de la fábrica, hablaba de que las oficinas debían ser de puertas abiertas y en esa época era imposible llegar a hablar con algún gerente. Pero él se dedicaba a recorrer la fábrica, conocía a las personas por su nombre y apellido, los saludaba, les preguntaba por temas personales, hablaba con ellos.
Conocemos el caso de un señor, sobre el que mi abuelo Enrique se enteró que estaba haciendo su casa y entonces lo llamó, le preguntó cómo estaba y le dio plata y le dijo que era para que pudiera poner una ventanita más en la casa, o sea, para terminarla. Tenía esa actitud de muchísima cercanía con los trabajadores.
Incluso, invitaba a los sindicalistas de la fábrica a comer a su casa, les explicaba a sus hijos que esos señores (los sindicalistas) le ayudaban a no equivocarse y a tratar bien a sus empleados.
Era muy revolucionario en esas cosas que ahora están empezando, que se habla de la Responsabilidad Social Empresarial, bueno él ya lo hacía en esa época por iniciativa propia y trataba de que los otros empresarios lo imitaran.
¿Era un populista, simpatizaba con el peronismo o con las ideas de izquierda?
No, no, de izquierda no era, él hablaba muchísimo del peligro comunista; y peronista tampoco, de hecho, Perón lo metió preso.
¿Ah? ¿Sí?
Sí, fue durante la quema de iglesias, mi abuelo salió a defender una iglesia y terminó preso, pero no estuvo más de 20 días ahí. Mi abuela fue, le llevó colchones, frazadas, pero él no usó ninguna porque las repartió entre los presos.
¿A la distancia, vos que hoy hacés política, crees que era una persona de ideas populista o era otra cosa? No lo pregunto como algo negativo sino como algo característico de la época.
No, no, él era otra cosa. Él, por ejemplo, sí ayudó mucho e hizo mucho lobby y ayudó a escribir la Ley de salario familiar, porque a él le parecía que no había mayor servicio a la patria que tener una familia.
Para él, una persona que formaba una familia hacía un esfuerzo mayor por Argentina que quién no formaba una familia, que además podía tener una vida más fácil, por lo que su postura era que quien formaba una familia tenía que recibir una ayuda especial.
Estuvo muy detrás de que se implementara lo del salario familiar, pero no era de izquierda, de hecho, era muy anticomunista.
Él creía mucho en el mérito propio, él hablaba de la empresa no sólo como un lugar que por su propia naturaleza tenía que ser productiva y generar plata, sino como un lugar donde el ser humano se realiza plenamente, en el sentido de que a través del trabajo se desarrolla el talento, los dones que tienen.
Si uno lo piensa como adulto, la falta de trabajo es tremenda y aunque el trabajo no define a una persona sí es una gran centralidad en la vida de una persona porque todos organizamos nuestra vida a través de trabajo.
Tenía un concepto sobre la empresa y el trabajo.
Claro, él decía que la empresa tenía que ser productiva, tenía que generar plata, tenía que dignificar tanto el trabajo del obrero como el del patrón, pero no era populista en el sentido de una presencia estatal fuerte que supla el esfuerzo individual o la actividad privada. Él creía mucho en el desarrollo de cada persona porque a través del trabajo las personas se desarrollaban.
De hecho, hubo un momento, por ejemplo, que hubo una crisis muy grande, y entonces, en la empresa, que ya era una sucursal de una empresa de Estados Unidos, lo llamaron y le ordenan echar a 1.200 empleados, que era muchísimo porque la empresa tenía 4000 empleados. Pero él no lo hizo.
Tremenda cantidad. ¿Se resistió?
Él viajó a Estados Unidos a explicarles por qué no lo iba a hacer y amenazó con renunciar si lo obligaban. Entonces, puso a las 1.200 personas a hacer otros trabajos de mantenimiento, a pintar la fábrica, etcétera.
Y resultó ser que la crisis pasó, y la empresa competidora de la de mi abuelo, había echado un montón de gente, pero la de mi abuelo no, por lo que cuando terminó la crisis, la empresa creció un montón porque tenía todos los empleados adentro, en cambio los otros tuvieron que salir a contratar, capacitar y rearmarse de nuevo.
Claro, no tenía que escalar otra vez.
En ese sentido, su decisión terminó siendo un gran acierto, pero, de todas maneras, él siempre hablaba de la necesidad de que la empresa fuera rentable.
Y en la Argentina vemos a la gente que gana plata como si fuera mala, como si ganar plata fuera en contra de otros y mi abuelo hablaba de lucro y de que la empresa tenía que buscar el lucro y aunque él, en lo personal, tenía una vida muy austera, sí creía que la empresa tenía que ser rentable y lucrativa.
Para darte un ejemplo de cómo mi abuelo Enrique pensaba, en un momento, otro gerente le propuso ampliar la línea de producción de la fábrica para empezar a fabricar otras cosas, lo que habría implicado que pequeñas pymes de la actividad del vidrio se fundieran y cerraran sus puertas.
Mi abuelo Enrique rechazó la idea, porque no iba a implicar mucha ganancia e iban fundir a un montón de pymes chiquitas, que trabajaban de esto, y él le dijo al gerente que no iba a convenir para el bien común, y que esas pequeñas fábricas tenían que seguir existiendo.
Claro, otro concepto.
Sí, y en otra crisis, ayudó a que las personas que iban a ser desafectadas de la empresa, sacaran créditos y pusieran ellos sus talleres, luego los empezó a contratar y los ayudó a armar sus pymes, que después ellos iban a necesitar como servicios tercerizados.
Con lo cual, se hizo mucho más eficiente la empresa y a la vez, él mismo los ayudó con el acceso al crédito para que no se quedaran sin trabajo y tuvieran su emprendimiento. Él hablaba muchísimo de la necesidad de que el empresario pensara en el bien común.
¿Todo su rol, por el que hoy es una persona que está declarada como Venerable, es por su trabajo desde esta perspectiva empresario? ¿No era alguien que andaba visitando o trabajando en villas, ni en medio de la pobreza?
No, él no se dedicaba a hacer regalos en las villas, ni a hacer caridad por más que la hacía, no era por eso, sino por ser empresario, por dar charlas a empresarios sobre el rol del empresario en la vida de una comunidad, generando trabajo y generando riqueza y promoviendo los valores cristianos y pensando en el bien común de la Argentina.
¿Era muy devoto?
Él iba a misa todos los días y los domingos con su familia. De hecho, abajo de la Virgen de Luján, donde ahora está enterrado, él siempre rezaba mucho por la Argentina.
Su personalidad era diferente, en esa época llamaba mucho la atención porque era un papá que demostrara mucho afecto con sus hijos y eso no era para nada común en esa época.
También viajaba un montón, por trabajo y porque tenía conocidos en Europa. En la fábrica, cuando iba a viajar, avisaba a los empleados para que se anotaran quiénes quisieran que les trajeran algo de afuera, porque él pensaba que muchos no iban a tener nunca la posibilidad de viajar.
¿Y qué le pedían?
Remedios, souvenir, algunas cosas que eran necesarias y no se conseguían aquí. En Nueva York se perdió una mañana entera para conseguir un encendedor con la Estatua de la Libertad que le había pedido un trabajador de la empresa.
Era una persona muy especial, de hecho, pasaron muchísimos años y la gente que lo conoció lo sigue recordando con muchísimo cariño, así que se ve que era una persona muy notable.
¿Cuándo empezó este proceso por el cual lo quieren declarar santo?
Cuando murió, a los 41 años, en 1962, le preguntaron a mi abuela qué le parecía de empezar algo así y ella pensó que no, que sus hijos eran muy chicos y acababan de perder a su papá.
¿Entonces, por qué surgió esta idea de impulsarlo como un santo? ¿Porque a los empresarios de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas (ACDE) les pareció que tenían que tener un referente en ese rango?
No. En verdad fue Monseñor De Nevares, que, en su momento, en una charla en la ACDE dijo que no entendía por qué todavía no se había empezado con la causa de Enrique Shaw en la iglesia, y les dijo a los empresarios presentes, que él creía que tenía muchas características para poder llegar a santo.
¿Monseñor Jaime de Nevares, el que fue convencional constituyente en la reforma de la Constitución Nacional de 1994?
Sí, él mismo. Esto que cuento fue en 1996.
Ahora, gente buena haciendo cosas por lo demás hay a patadas. Hay mucha, gente en el anonimato a la que nadie le anda activando un proceso de santidad. Entonces te pregunto, ¿qué diferencia hizo tu abuelo para que esté pasando esto?
Bueno, hay un montón de santos y un montón de gente igual o más buena que los santos, que no tienen el título de santos. Entonces, la diferencia que tenemos acá es que son personas que la Iglesia propone como modelo a seguir.
Mi abuelo Enrique era una persona buenísima, que se sabía que era buenísima, pero que además era empresario y no hay modelos de empresarios santos, tanto que la Iglesia no tiene ningún caso.
¿Y cómo se impulsó esto al final?
Monseñor Jaime Nevares alentó a la ACDE para que lo impulsara. Es un proceso, entre comillas muy burocrático, que tiene la Iglesia, en el que a partir de 1996, se comenzó a recopilar todo lo que él escribió, se buscaron testimonios de gente que lo había conocido y a transcribir todo lo que él había escrito.
Se hacen muchos análisis con teólogos, psiquiatras, psicólogos, etcétera, porque a lo mejor podía ser una persona que daba muestras de ser buenísimo, pero no lo era. Se revisa absolutamente todo, ahí se comprueba que nada de lo que dijo o hizo es en contra de la doctrina cristiana y es todo un proceso larguísimo, como si fuera una especie de juicio.
¿Sería como un juicio de aptitud?
Exactamente .Después de unos años se terminó el tema acá y se envió todo a Roma para seguir analizándolo. Ahora, el juicio sigue en Roma y a partir de ahí fue declarado Venerable.
¿Cuándo lo declararon Venerable?
El Papa Francisco autorizó la promulgación del decreto de la Congregación para la Causa de los Santos, en 2021, cuando se cumplieron 100 años de nacimiento.
Lo que siguió ahora fue ponerlo en un lugar especial en la Iglesia de la Virgen del Pilar, que ya no se acostumbra, y que en general es muy raro, porque mucha gente iba a rezarle a su tumba.
¿La gente iba a rezarle a Recoleta? ¿Pero lo habían conocido?
Ni idea, de repente empezaron a verse rosarios, cartas, flores, cada vez que íbamos había mucha gente, que ni idea. De hecho, un amigo de acá de Mendoza, que tiene una enfermedad complicada, me mandó una foto diciéndome que le había dejado flores y yo ni sabía que él estaba visitando a mi abuelo.
¿Cuánto hace que le rezan y le piden?
Hace mucho, por lo menos unos 10 años.
Es llamativo, porque la gente que le empezó a rezar hace 10 años, estaba muy lejos de haberlo conocido.
Claro, pero el otro día, en la Iglesia del Pilar había gente que le daba un beso a la tumba y le rezaba. Yo estaba, impactada porque es mi abuelo, le dije a mi mamá y a ella le da mucha impresión porque es su padre el que está ahí.
Pero yo crecí escuchando mucha gente que me decía que mi abuelo era muy santo, y aunque nunca lo conocí y ahora es como que digo, bueno era verdad todo lo que me decían de él, que la gente hablaba maravillas.
Hay gente que le reza y le pide mucho, gente que no conozco, que no es amiga y por lo que me han dicho, cuando he hablado con algunos, parece que ayuda mucho con temas de trabajo.
¡Un competidor de San Cayetano!
Ja, ja, ja. Parece que sí. De hecho, yo una vez le pedí, cuando llegué acá a Mendoza, que me tenía que ayudar a conseguir trabajo, por estaba harta de no saber qué hacer ni por dónde empezar, y a los cinco días me llamó una amiga que estaba buscando gente para su estudio.
El día que empecé a trabajar en ese estudio, apenas llegué, el jefe del estudio me dijo, ¿así que usted es la nieta de un ídolo de mi juventud? y yo no lo podía creer, o sea, así fue, mi abuelo me consiguió el empleo.
¿Hay un milagro puntual que se está analizando?
Se está analizando uno en Roma, yo no sé mucho de qué se trata porque es secreto, pero entiendo que tiene que ver con una curación.
Una curación de una persona que se iba a morir e iba a dejar a sus hijos muy chiquitos y esta persona le rezó mucho a mi abuelo y sobrevivió porque lo habían desahuciado, pero vivió como 20 años más.
Hay también testimonios de otros milagros, aparte del relato de la gente, hay una página web donde se pueden escribir y la gente cuenta todos los milagros.
¿Hubo un Banco Shaw, tenía que ver con él?
Sí, era de mi bisabuelo, de su papá, exactamente.
¿Ah, tu abuelo Enrique ya era hijo de banquero?
Era hijo de banquero y nieto de banquero.
¿Pero ese banco estuvo por lo menos hasta mediados de los 90?
Sí, ahí lo vendieron. Él nunca trabajó ahí, su hermano trabajaba ahí. Pero además era nieto de otro banquero, Ernesto Tornquist, que era un empresario mega empresario, quien era dueño del banco Tornquist. Venía de una familia con mucha plata. Y además, el suegro de mi abuelo fue quien hizo Pinamar.
¿Quién era su suegro?
Jorge Bunge, era arquitecto, urbanista y se había ido a Alemania a estudiar urbanismo porque no se daba en el país en ese momento. Entonces, el quiso hacer algo que fuera el concepto de una ciudad jardín, algo continuado y por eso, si uno va a Pinamar puede ver que no hay cercos, no hay rejas, no hay nada, porque la idea es que sea todo un continuado de casas, una playa verde que da al mar.
Bunge se asoció a Valeria Guerrero, que era la dueña del campo ahí en lo que hoy es Pinamar. En ese momento era todo médano pelado y entonces él mi bisabuelo empezó a vender un montón de propiedades.
¿Bunge no era tu tío?
No, no, mi bisabuelo materno era, el papá de mi abuela. A partir de ahí, empezó a ver qué pino se daba mejor, cómo fijar los médanos, porque los médanos se volaban con el viento, se volaba todo y empezó a hacer el trazado de Pinamar.
Y cuentan que llevaba a pasear a los caminos a caballo y les decía "a vos te conviene comprar este lote", que era un pedazo médano, "porque allá enfrente va a estar el golf, entonces vas a tener el golf y vista al mar" y era todo médano pelado, no había nada, pero se ve que la gente le creyó.
¡Jaja, lotes en la Luna ...!
La gente le creyó, él era un insistidor, y los que invirtieron compraron los lotes por dos pesos sabiendo que si les iba bien iban a ganar un montón de plata y si les iba mal, no perdían tanto, y así los fue convenciendo de ir invirtiendo y bueno, así se hizo Pinamar.
¿Cómo hizo tu abuela para seguir adelante cuando se murió tu abuelo Enrique?
Se murió mi abuelo, y al año se le murió su papá, el que hizo Pinamar, así que ella se hizo cargo de Pinamar y siguió con ese legado.
Como tantas mujeres, tuvo que encontrarse de golpe con una situación inesperada para ella, sin preparación ni nada. Ella había estudiado en la Escuela de Bellas Artes, y que tuvo que colgar los pinceles y ponerse a mantener a su familia porque tenía nueve chicos, y tuvo que hacerse cargo del desarrollo de Pinamar.
Los amigos de su papá querían quedarse con la empresa y ella era la accionista principal de Pinamar S.A. así que fue un día, apareció de la nada, se sentó en la mesa del directorio, comenzó a hacerse cargo y de a poco les fue comprando todas las acciones a los demás hasta que se quedó con casi todo.
¿A todo esto, vos sos dueña o accionista de algunas de las empresas de tu familia?
Si, de Pinamar S.A.
¿Y Canale tiene que ver con alguna empresa?
No, no, ni con la bodega, ni con una conservera que había, ni con las galletitas. Somos otros Canale, familia d e abogados de Buenos Aires.
¿Y cómo viniste a caer acá a Mendoza?
Yo me casé hace muchos años y con mi marido, que los dos nos habíamos recibido en la carrera de Ciencias Políticas, nos vinimos a vivir a a Mendoza hace 27 años. En ese tiempo me divorcié, con mis hijos chiquitos, él se dedicaba a la política y yo a la actividad privada, pero con 40 años me agarró la crisis y me metí en política.
Vos que sos de familias de grandes empresarios nacionales, ¿por qué crees que hay tanta distancia entre ese segmento social y las clases medias y bajas? Da la impresión de que no terminan de percibir lo que le pasa y cómo vive el resto del a gente. Quizás es un prejuicio, no se.
Lo que pasa es que Argentina es una sociedad de puentes rotos. Entre los empresarios y la política, los puentes que hay son los puentes malos, los de los intereses, pero también que hay mucho prejuicio.
Voy a hablar muy despectivamente para que se entienda. Acá pensamos que los empresarios son garcas, los políticos chorros y los pobres, planeros.
Yo creo que estas denominaciones de empresarios garcas, políticos chorros y pobres planeros son minorías, porque hay una enorme mayoría de empresarios, de políticos y de gente con muchas necesidades y también gente de clase media, que quiere salir adelante, que quiere que a la Argentina le vaya mejor.
Pero lo que falta son puentes entre esos mundos para llegar a acuerdos, acuerdos básicos. ¿Y por qué esa enorme mayoría no logra establecer esos puentes si es buena gente con buenas intenciones? Porque unos no salen al encuentro del otro.
Es como que estamos muy mal, y más en estos últimos cuatro años, y muchísima gente lo único que dice es que se va a ocupar de su vida, de su familia, de su trabajo y no se va a meter más porque está frustrada.
Entienden que Argentina es un país que no tiene futuro y que va a reventar todo, y se quedan en su mundo y no salimos de eso, digamos en conjunto, nos estamos todos encerrando.
Y así, quienes ganan con que en Argentina nada cambie, son gente muy poderosa, empresarios poderosos que quieren que siga todo igual, políticos muy poderosos que tienen miedo de ir presos y que tienen mucho poder en los medios de comunicación, dirigentes poderosos, y en el medio, estamos el resto.
¡Estamos rodeados!
Estamos desorganizados. No podemos llegar a ser esa mayoría porque somos una mayoría desorganizada frente a minorías muy organizadas, que se dedican a su negocio, que es cortar esos puentes y que no se armen otros nuevos.
Creo que subterráneamente se está empezando a armar una especie de diálogo de ida y vuelta y que a veces es muy bueno el ejercicio de sacarse los prejuicios y acercarse al otro sin miedos.