El panorama a futuro para Mendoza es que le esperan muchos años de sequías.
Marinelli al Post: "Hay que pensar que cada año vamos a tener menos agua"
Sergio Marinelli, superintendente del Departamento General de Irrigación, el gobernador del agua en Mendoza, anticipa tiempos bravos para el recurso que más necesitamos para desarrollar estas tierras.
Asegura que todos los años Mendoza tendrá cada vez menos agua porque nevará menos y que no es un pronóstico, sino una tendencia que ya está instalada y durará mucho tiempo. Precisó que quienes más sufrirán la escasez son los sectores productivos agrícolas que acusarán el impacto.
Evaluó como crucial la contratación de una consultora israelí, la empresa estatal Mekorot, la que tiene la misma función de Irrigación y evaluarán la situación de Mendoza para desarrollar un plan de manejo del agua a largo plazo. Con Sergio Marinelli, hablamos de estos planes.
¿Cuál es el panorama hoy con el agua en Mendoza?
El panorama, es que tenemos un problema muy serio, y que ese problema a futuro va a ser cada vez más serio, cada vez va a faltar más el agua, vamos a tener cada vez más, ese tipo de fenómenos extraños como son esas grandes lluvias fuertes que nos generan en la precordillera y cordillera roturas de caminos, con cauces que se desbordan, mucha precipitación en un corto lapso de tiempo, pero igual el agua faltará cada vez más y habrá sequías importantes. Por eso, cuando empecé en el Departamento General de Irrigación, comencé a ver las declaraciones de emergencia hídrica, a que llevaban esas declaraciones y la verdad, que no nos llevaban a nada, eran un mero acto administrativo, pero no tenemos otro instrumento. ¿Cómo se gestionaba antes el agua? Sobre la oferta. Se administraba el agua que iba bajando de los deshielos y se iba regulando como se largaba de acuerdo a la cantidad que había. Se trabajaba sobre el agua que estaba disponible. ¿Nos preguntamos? ¿Podremos modificar esa realidad? ¿Tener más agua por nuestra propia voluntad? No, el agua no las da la naturaleza. ¿Y qué va a pasar a futuro? Y bueno, en base a lo científico, todos los pronósticos en el mundo confirman que el cambio climático ha llegado para quedarse y cada vez va a ser un problema más grave.
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¿Cómo se va a encarar esta crisis?
Vamos a trabajar en cómo gastamos el agua. Empezamos hace cinco años a trabajar en normativas, a ver cómo ordenamos a los que usan el agua y también a analizar cómo se maneja el agua. Y ahí empezamos a hacer cambios importantes en cinco ríos y en los canales que tenemos en la provincia que se extienden por más de 13 mil kilómetros. Ver cuál es la cantidad de usuarios que tenemos, trabajar en educación, en la cultura del agua. Hay que cambiar de manejo, pero tienen que estar todos los actores involucrados. Ahora, que comienza el año hídrico, el primero de octubre, y vamos a tener el pronóstico la semana que viene, esperamos otra vez un año de escasez, un año de sequía, severo en algunos ríos y moderado quizá en otros, pero con problemas. Estamos trabajando en todos los frentes y tratando de concientizar a todos los usuarios, de que ellos también son parte del cambio, sobre todo en los hábitos y formas que ellos tienen para usar el agua, porque si no vamos a estar cada vez en mayores problemas. Fíjese que en la cuenca del río Mendoza ha nevado más que el año pasado, pero como el año pasado fue tan seco, no quiere decir que vayamos a tener mucha más agua y a todo esto vamos a ver el embalse muy bajo. Este año, el dique Potrerillos, allá por febrero, va a ver bajo como nunca se lo vio antes, en niveles críticos. La disponibilidad va a ser la misma que este año. En la cuenca del Tunuyán no hay prácticamente nieve así que va a ser un año muy crítico como lo fue el año pasado, tremendamente complicado. En el Diamante va a ser un año similar y en el Atuel un poquito mejor que el año pasado. Hay que pensar que la tendencia definitiva es que cada vez tengamos menos nieve y menos agua.
¿Dónde están hoy los mayores déficits de consumo?
Hoy tenemos en general, un 50% de pérdidas en lo que es el sistema, tanto en la parte de riego agrícola como en la parte de Gran Mendoza, en lo que corresponde al consumo poblacional. Esa pérdida la sabemos, porque largamos aguas en las tomas y después las recuperamos a las salidas de las plantas cloacales y nos da la mitad. ¿Esa mitad se gasta mal? ¿Es por las roturas de las cañerías? Bueno, no lo sabemos. Por eso, cuando vimos lo que hicieron en Israel con este problema, ellos lo resolvieron para empezar de un modo conceptual. En el año 55, la primera ley en Israel que empezó a cambiar los pilares del nuevo sistema, fue la obligación de medir toda el agua que se producía y toda el agua que se consumía y también un segundo tema, que es que se podía reutilizar el agua. El reúso de las plantas cloacales cuando sale el agua es un tema importante. Lo hacemos nosotros en Mendoza, pero ellos también lo hacen ellos. Nosotros lo hacemos, limitados a la calidad que tiene, que es para nuevos cultivos en zonas restringidas, en cambio los israelíes lo pueden usar en cualquier lado. Y hay un tercer tema en valor que es que además la guardan en el acuífero. Si nosotros tenemos una disponibilidad de agua ahora en invierno, que no la ocupamos porque los cultivos son más de verano, tenemos que ver cómo guardamos esa agua y la usamos en el momento oportuno. Entonces todas esas cosas son las que estamos trabajando y con esta consultoría que viene de Israel lo vamos a hacer de mejor manera.
¿Cómo se va a trabajar?
Con ellos empezamos un trabajo efectivo en noviembre y el primer tema es analizar la situación de los recursos hídricos de Mendoza. Tenemos una cantidad de información descomunal entre caudales en muchos años de registro, como manejamos los embalses, cuáles han sido nuestros estados de situación, nuestros balances hídricos, los usos, cuántos hay de cultivos de cada tipo, los usos discrecionales, cuánto gastamos en agua potable. Toda esa información va a permitir hacer un diagnóstico y cómo se maneja el agua. De ahí en más viene una segunda etapa, que es la proyección de la oferta, en donde nos preguntamos qué va a pasar con el agua. ¿Vamos o no vamos a tener en 2030, 2040, 2050? Eso va a saberse en base a los procedimientos científicos de todos los organismos que producen todo ese tipo de documentos. Y nuestro trabajo es determinar en qué vamos a gastar el agua en el futuro. Entonces, se construyen varios escenarios. Uno sería que sigamos haciendo lo mismo que hacemos hoy, que sigamos con mayoría de cultivos de uva, que sigamos haciendo vino, que tengamos explotaciones petroleras, y la otra es imaginar que haya otro tipo de actividad adicional o tengamos una nueva cultura a la que se vayan adaptando las personas. Es muy factible o casi seguro que en cualquier caso la necesidad de agua sea mayor que la disponibilidad. Entonces el último tramo del trabajo es ver cuáles son las acciones y las obras que necesitamos para mejorar la eficiencia y que esa poca necesidad de agua alcance para esa gran necesidad que vamos a tener para uso poblacional, mayor uso de alimentos y mayor cantidad de productos agrícolas.
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¿Cómo la vamos a priorizar?
Lo que vamos a hacer básicamente, que es lo que los israelíes hacen allá, es ver cuáles son las disponibilidades de recursos en cada río y cada canal y también van a trabajar con Economía para evaluarlo, respecto de los usos del suelo, clima de cada lugar, y eso va a dar la base de si podemos tener al menos otro tipo de cultivos y ahí entran a jugar otras cuestiones que es la tecnología aplicada al agro, al riego, a la producción. Con el solo hecho de que sepamos que vamos a tener la capacidad de hacer tantas hectáreas de agricultura, una cantidad de agua determinada por hectárea en cada uno de los lugares de la provincia, eso nos va a dar una base para que los productores, empresas y otras actividades puedan programar su actividad o la propia industria incluso. ¿Y cuál va a ser esa matriz? Esa matriz nueva, esos escenarios nuevos los tenemos que construir con otros organismos de gobierno y con un grado de participación de la sociedad.
¿Hay otros ejemplos como Mendoza en otras partes del mundo que estén mejor o que nos podamos mirar?
Viendo lo de Israel cuando fuimos, no digo que sea un espejo de Mendoza porque ese espejo es España, por muchas características incluso culturales, España ha hecho muchas cosas y sin embargo también están en problemas serios, en cambio Israel no. Creo que ahí se puede ver cómo alcanzan altísimos niveles de producción en espacios mucho más reducidos que nosotros. Por ejemplo, acá viene alguien y se pone a producir tomate para industrializar, por lo general en los confines de los canales, que es donde están las mayores pérdidas y que hacen las menores inversiones y que dejan un montón de hectáreas para hacerlo. Allá en cambio, en pequeños espacios con tecnología para riego producen el triple que aquí en la forma que lo hacemos. Las necesidades de agua de los cultivos son muy distintas. En Israel, por ejemplo, trabajan en general en el agro con una lámina de 300 milímetros. ¿Qué quiere decir eso? Que, en el suelo, la esponja que está debajo de los cultivos tiene 300 milímetros de profundidad húmeda con humedad suficiente para que el cultivo se reproduzca. Acá usamos entre un metro y metro y medio por lo que la cantidad de agua que estamos necesitando para desarrollar nuestros cultivos es tres o cuatro veces mayor. Son las cosas que hay que revisar ya con especialistas en agronomía, en suelos, son muchos temas que van a ser parte de este trabajo.
Da la impresión que tiene milimetrado el uso del agua y acá lo tenemos a ojo Bueno, es que hay datos que no sabemos. ¿Cuáles son las pérdidas que tenemos en la cañería de Aysam?
No se sabe y no se mide. Nosotros estamos encarando un mapa de disponibilidad o eficiencia de agua y estamos midiendo en todos los sectores donde los usuarios o los inspectores nos manifiestan que tienen los principales problemas, nuestros ingenieros están haciendo un mapeo donde están las principales pérdidas. En el caso del servicio público están ya colocando medidores, que es la única forma, para medir los tramos importantes de red y después en cada casa porque a la larga hay que medir absolutamente todo y ahí vamos a poder ir al lugar indicado. Aquí en cambio se trabaja sin esa capacidad que en Israel han tenido de ir afinando durante más de 40 años con la medición. ¿Lo podemos hacer nosotros? Sí, pero no esperemos que sea mañana ni en los próximos cinco años, son procesos en los que tenemos que tener una política de Estado, por eso yo digo que al cambio del plan técnico que va a ser un un complemento indispensable y un ordenamiento legal del tema y un plan de obras y financiamiento se tiene que aprobar por ley para que esto sea una política que perdure en el tiempo y que todos los que vengan sean del signo que sean tengan que aplicar.
¿Cómo está el frente agrícola?
Hoy estamos en un 30% de las hectáreas cultivadas que están tecnificadas, normalmente cuando hay escasez de agua, el productor se pone más eficiente, pero en algunos casos, quien es ineficiente no lo es porque quiera sino porque contrata un regador y esa persona no está capacitada para hacer las cosas de una manera mejor, entonces, el tener una finca de 10 hectáreas y ven que les alcanza para regar un tercio de la finca o la mitad de la finca. Riegan tres hectáreas y la verdad que podrían regar cuatro. El que no tiene la tecnificación tiene mucho más problema. Lo de agro viene de muchos años, con una unidad económica que ya no lo es y con muchos productores que hacen producción de subsistencia. Eso también es un problema porque es mucho más difícil avanzar en la tecnificación. De todos modos, hay mucho más por hacer sin gastar plata y lo que hace falta es más recurso humano que material, con el asesoramiento de ingenieros.
¿Del total del agua que porcentaje se lleva cada parte?
En el caso de la industria es muy bajo, no se lleva más de 3%, en el caso del Río Mendoza, el agua para consumo varía mucho, porque lo que consume la gente es una cantidad fija, entonces si es poca el agua que viene del río ese porcentaje que se destina es alto, si al contrario viene mucha agua, el porcentaje es bajo. Actualmente, el servicio público se está llevando el 33% del agua total disponible en la zona metropolitana y el agro se está llevando el 65%. Para tener una idea con el pronóstico del año pasado, si lo tomábamos en el dique Potrerillos, el agua que iba a llegar ahí nos daba como pronóstico que íbamos a tener una sequía moderada, pero cuando le sacamos el agua para el servicio público y tomamos el pronóstico aguas abajo del dique Cipolletti, ya la sequía se convertía en severa.