Pepe Zuccardi resaltó las ventajas argentinas y alertó que el futuro es exportar productos con valor agregado.
"Yo no insistiría en hacer esa minería si no nos garantizan absolutamente que no hay riesgo para el ambiente"
Embarrados en una nueva y profunda crisis, a 20 años del estallido del 2001, hablamos con José Pepe Zuccardi con la única meta de mirar hacia adelante. Dueño de las bodegas Santa Julia y Zuccardi Valle de Uco, esta última premiada como la mejor del mundo, presidente de UVA (Unión Vitivinícola Argentina) y de la Coviar (Corporación Vitivinícola Argentina), el empresario dejó ideas contundentes de cara al futuro:
Se habla de lo que pasó en 2001 pero 20 años después estamos con una crisis de deuda, sin dólares y con inflación. Mirando hacia adelante: ¿puede salir Argentina de este laberinto?
¡Sí claro! El país puede salir adelante. La solución es afirmarnos sobre las cosas que nos unen y no sobre las que nos separan. Dedicarnos a mirar el futuro, trabajar y desarrollarnos. Tenemos un gran potencial. Somos un país homogéneo, sin conflictos insalvables, con hábitos, costumbres y valores comunes sin importar de qué provincia, estrato económico o nivel cultural seamos. No es menor tener patrones culturales transversales como los que tenemos. Eso es una gran ventaja. Hay muchas sociedades fracturadas donde los grupos que la integran no tienen ningún contacto entre sí. Además, tenemos un sistema democrático apto que va decantando, donde la gente se empodera, vota y elige. Salió Europa de la Segunda Guerra Mundial, arrasada y con 50 millones de muertos. ¿Cómo no vamos a salir nosotros?
- ¿Qué es lo que hay que hacer entonces?
Hay que ir de una economía de producción a una economía de exportación porque tenemos muy buenos productos para exportar. ¿Y qué hay que exportar: materias primas básicas? ¡No! El futuro de Argentina no es exportar granos de soja sino productos procesados a partir de las producciones agrícolas. Hay exportar valor agregado. Es lo que hacemos con el vino. En vez de venderlo a granel le agregamos valor. ¿Cuál valor? La calidad, la botella con su marca, su etiqueta. De ese modo, no sólo estamos exportando vino sino también diseño, insumos, el trabajo de nuestra gente. Se ve en la práctica: tenemos diseñadores mendocinos de etiquetas que trabajan para bodegas del mundo y enólogos de fama mundial. Es lo que hacen todos los países del mundo, vender su valor agregado.
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Hoy la vitivinicultura argentina representa un poco más del 3% del comercio mundial de vinos y podríamos crecer. Vamos a exportar más de mil millones de dólares este año. Estamos desarrollando el turismo vitivinícola en un país que tiene 18 provincias con proyectos vitivinícolas. Es decir, veo oportunidades y para que se concreten hay que orientar la economía hacia la producción.
- ¿Cuál es el problema a resolver para arrancar: credibilidad política o un ajuste económico social que nadie quiere hacer?
Me parece que el ajuste social se ha hecho, ya no se puede ajustar más. Al contrario, hay que producir más. La inflación es un impuesto muy pesado para la población y hay que buscar el modo de generar más para conseguir un mayor bienestar. Para eso hay que generar un marco de confianza y trabajo y debemos hacerlo nosotros porque Argentina es un país que deberíamos desarrollar los argentinos. Hay recursos, tenemos buenos motores económicos, gente preparada y recursos naturales.
- Se sigue hablando del tema de la minería bajo el argumento de que la vitivinicultura dejó de sostener la matriz productiva. ¿Ya no es más el motor de Mendoza?
La vitivinicultura es un motor muy importante de la economía mendocina pero no es el único. Esta industria le aportó a la matriz productiva de la provincia uno de los cambios más grandes de los últimos años que es el turismo, actividad que impacta muy positivamente en la gastronomía, la hotelería, el transporte, el comercio y las actividades sociales y además permite que la población de las zonas rurales no emigre.
Pero como dije, no es el único. La horticultura y fruticultura le pueden dar muchísimo a Mendoza porque aquí tenemos condiciones ecológicas muy favorables para la agricultura orgánica, que debería ser una política de Estado para desarrollarla más fácilmente. Los productos orgánicos hoy tienen una muy buena colocación en el mercado mundial.
- Bueno, pero los pro-mineros dicen que la vitivinicultura ya no es suficiente para el crecimiento de Mendoza
Yo no tengo nada contra la minería, si esta se puede hacer garantizando que no vamos a contaminar los acuíferos. Pero si no se puede garantizar, el riesgo y el costo que se pagaría sería tremendo. Yo no insistiría en hacer esa minería si no nos garantice absolutamente que no hay riesgo para el ambiente.
- El enólogo y empresario gastronómico, Alejandro Vigil, dijo hace un par de días, en ocasión de recibir un premio gastronómico, que Mendoza debe apostar al enoturismo y la gastronomía local como motor de la economía. ¿Coincide?
Por su puesto. Doy un ejemplo. Hay ciudades en el mundo como Lima, donde los peruanos han desarrollado un gran turismo gastronómico y la gente de todo el mundo, millones de personas, viajan a Lima todos los años para ir comer y disfrutar de su gastronomía. En Mendoza tenemos todas las condiciones para generar eso.
- ¿Está demonizado el empresariado argentino o piensa que hace falta un cambio de actitud y de visión del sector?
Nadie tiene una receta. Cada uno debemos trabajar y demostrar en los hechos cuál es el aporte que hacemos a la sociedad.
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Pero si sé que no hay sociedad que funcione sin empresas y sin estas no hay país en cualquier sistema económico y político. Y es muy importante que las empresas podamos desarrollar nuestras actividades con ciertos niveles de estabilidad y previsibilidad, que estén formalizadas y alineadas a actividades en función de cosas que al país le sirvan.
- ¿Cuándo está en el exterior los extranjeros entienden lo que ocurre aquí o no?
Es difícil de entender para ellos y es difícil de explicar para nosotros. Pero afuera nadie duda del potencial de Argentina.
Lo que pasa, es que me parece que los argentinos tenemos un complejo de cómo nos miran en el mundo. Yo llevo 30 años viajando y vendiendo vinos por el mundo y siempre fui bien tratado como argentino. Creo que aquí hay mucho complejo y además se hace un uso llamativo de esa desvalorización de lo que somos. No somos todos chantas o poco serios. Hay una gran mayoría que trabaja con gran sacrificio, empresas que se esfuerzan día a día. No es una cuestión menor, quienes debemos creer en nosotros somos los argentinos. Es muy difícil que crean en nosotros si no creemos en nosotros mismos.