Para no ser pobre hay que ser "millonario". Así lo indica la Canasta Básica de noviembre, publicada ayer. Argentina también está carísima en dólares: hay que ganar más de U$S 1.000 al mes para comprar lo elemental.
Ser millonario para no ser pobre y el colmo de la Argentina de Milei
Argentina es un país donde la realidad económica desafía constantemente la lógica, y los últimos datos de la Canasta Básica Total (CBT), publicados este miércoles, así lo confirman. Por un lado, para no ser considerado pobre, una familia tipo necesitó en noviembre un ingreso superior a $1.001.466 (hay que ser "millonario" para no ser pobre); y en términos internacionales, esta cifra revela problemas estructurales mucho más profundos y ratifica que el dólar está "planchadísimo": ¿quién se hubiera atrevido a arriesgar el año pasado que ganando 1.000 dólares al mes estaría bajo la línea de la pobreza?
Para entender la magnitud de esta paradoja, basta con comparar con otros países de la región. En Chile, por ejemplo, país al que hasta no hace mucho tiempo los "veraneantes" argentinos iban con el baúl lleno de alimentos y bebidas, el costo de la Canasta Básica es de 670 dólares. Al tipo de cambio oficial, en Argentina la línea de pobreza es de 1.004 dólares y al tipo de cambio paralelo, de 954 dólares, una cifra altísima en ambos casos.
Con estos parámetros, a una familia tipo ya no le conviene viajar a Chile sólo para "vestirse", sino también para comprar los alimentos y bebidas, artículos de limpieza y otros insumos básicos que quepan en el baúl del auto o en la bodega del colectivo. Porque, a diferencia del "relato mileísta", el peso no se fortaleció, está atrasado el tipo de cambio. Hoy el Índice de Tipo de Cambio Real Multilateral (ITCRM), ubicado en 79,8, está a niveles de noviembre de 2015, el final del segundo gobierno de Cristina Kirchner, donde el dólar estaba pisado, cepo mediante. ¿Qué hubiese dicho un libertario en noviembre de 2015 si CFK declaraba que el peso era la moneda más fuerte del mundo?
Es innegable que los cimientos de esta crisis fueron establecidos durante los gobiernos anteriores. El de Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa dejó un panorama de inflación descontrolada, déficits fiscales crónicos y emisión monetaria sin respaldo, lo que erosionó el poder adquisitivo de los argentinos. Sin embargo, el actual gobierno de Javier Milei no puede eximir su cuota de responsabilidad.
Más allá de los logros obtenidos en su primer año de gestión, que el presidente se encargó de enumerar uno por uno, la mayoría con el respaldo de la realidad, Milei tiene un desafío fundamental por delante: cómo llegar a tener un dólar más alto, necesario para que las economías regionales y el sector exportador argentinos sean competitivos, sin que eso implique un salto inflacionario. Un dato extra: el ITCRM de 1999, finales de la gestión menemista, está apenas por debajo que el actual; en otras palabras, el dólar está casi tan atrasado como entonces.
Podría decirse que el gobierno de Milei deberá buscar la forma de replicar las bondades de la década del '90, especialmente vinculadas al IPC, sin que se repliquen los peores efectos que tuvo la convertibilidad de aquella época, fundamentalmente en la industria y economías regionales.
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