La recuperación de la inversión privada, la creación de nuevos empleos y cierta recuperación del poder adquisitivo de los salarios, deberían ser tangibles antes de las elecciones de medio término.
Milei tiene mucho menos de 24 meses para enderezar el barco
"No hay plata. Si entran 100 se gastan 100" . Esa fue la definición clave que dio el presidente electo antes de su viaje a Estados Unidos. Para un Estado nacional que viene arrastrando años de déficit fiscal (entran 100 y se gasta mucho mas que 100), números aceptados incluso por el zigzagueante FMI, las palabras de Javier Milei implican una sola cosa: menos gasto público.
Sin embargo, a nivel macroeconómico, si sólo hay menor gasto público, va a haber menor nivel de actividad y caída global del empleo, lo que plantea un escenario muy complicado para el político que debe gestionar y, especialmente, para el que lo votó.
Ante este eventual cuadro de situación, el que debe compensar este ajuste y normalizar la economía es el sector privado; en otras palabras, menos gasto público compensado macroeconómicamente por mucha más inversión privadas y consumo, es la fórmula que tiene en la cabeza Milei. De esta manera, el próximo presidente plantea lo opuesto a lo que han aplicado los gobiernos kirchneristas, que ven al gasto público como el motor principal de la expansión de la economía.
Hasta aquí, un razonamiento elemental. Sumas y restas de agregados macroeconómicos: si el sector público ajuste un 3%, el sector privado debería aumentar su nivel de actividad un 3%. La pregunta del millón es: ¿cuánto y cómo ocurrirá eso?
Generar confianza en lo inmediato
En Argentina, todo depende básicamente de la confianza, clave no sólo para las grandes empresas, sino también para el pequeño emprendedor que, si no hay un panorama de certidumbre, jamás invertirá esos dólares que tiene debajo del colchón o en la caja de seguridad del banco. En este punto, no hay que pensar sólo las grandes inversiones, sino también en el potencial de una enorme variedad de micro inversiones.
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La confianza, entonces, es fundamental para que un chacarero mendocino o de la pampa húmeda se anime a sacar los dólares guardados y gastarlos en una nueva maquinaria o en contratar más personal, o para que un profesional que tuvo la posibilidad de ahorrar invierta en su consultorio, renueve sus computadoras o contrate esa persona que hace tiempo está necesitando. Al mismo tiempo, el crédito bancario debería canalizarse hacia las familias y las empresas, y no a papelitos emitidos por el Banco Central.
Dicho esto, Milei ya avisó que habrá meses duros por delante: estanflación, rápido ajuste del sector público y sinceramiento de precios atrasados . Sin embargo, el sector privado tardaría en aumentar su inversión y consumo, al menos hasta que se genere la confianza necesaria. No obstante, es crucial que sea en el tiempo más corto posible, hablando de trimestres y no de años, porque el respaldo político que le brindó la población tiene fecha de vencimiento.
Siendo optimistas, y aceptando que habrá muchas minorías intensas que serán afectadas y se opondrán al nuevo modelo incluso "en la calle", el plazo máximo serían las próximas elecciones de medio término, en el año 2025. Para ese momento, la recuperación del gasto y la inversión privados, la creación de nuevos empleos y cierta recuperación del poder adquisitivo de los salarios, ya deberían ser tangibles para la mayoría de la población. De lo contrario, si sólo hay ajuste y conflicto, el futuro será complicado.
Ese plazo es trascendental porque si Milei pierde esas elecciones, quedará fuertemente cuestionado su poder político y su modelo económico, con dos años de gestión aún por delante. Por lo tanto, esa tarea enorme que tiene por delante debe hacerse rápido, para generar confianza y permitir así la reactivación del sector privado, desde lo micro hacia lo macro.
¿Cómo podría lograr esto? Primero, obteniendo las mayorías legislativas para aprobar su paquete de leyes inicial de Reforma del Estado y desregulación, y comenzar con un proceso que será difícil y conflictivo. Y en paralelo, debe cumplir con sus premisas fundacionales:
No emitir más dinero para financiar al Estado, arreglar la enorme deuda del BCRA, sincerar el tipo de cambio (el oficial a $360 es ridículamente bajo) y levantar gradualmente los cepos; sincerar tarifas y otros precios atrasados; facilitar y abaratar la contratación de empleados en el sector privado, dicho de otra manera, reforma laboral; y más allá de los pronósticos pesimistas que el mismo está dando, mostrar una baja sostenida de la inflación mucho antes de esos 24 meses que dijo que demandaría.