Con el inicio de la cuarentena estricta, en marzo del 2020, proliferaron los negocios de frutas, verduras y afines que se animaron a nacer en un contexto muy complicado y que, gracias a diferentes herramientas como el delivery y los pagos electrónicos, nunca dejaron de crecer.
Verdulerías mendocinas: tres historias de éxito en pandemia
Ana Clara Figueroa es, junto a su padre y sus cuatro hermanos, una de las responsables de la verdulería Friska. El negocio nació junto con la pandemia de coronavirus, a principios del 2020, en un contexto arriesgado por la situación socioeconómica, pero que, bien aprovechado, tuvo sus frutos rápidamente. Y no es un juego de palabras.
"Todo comenzó porque mi papá tenía muchas ganas de dejar su trabajo en relación de dependencia y emprender un negocio propio. Estuvimos pensando qué podíamos poner en pandemia, porque claramente debíamos apuntar a un producto de primera necesidad. Se nos ocurrió poner la verdulería y darle el toque de distinción de verdulería boutique, que fuera un lugar lindo para visitar y que además se complemente con artículos de dietética", revela.
Así fue como pusieron un local en la calle 9 de Julio, del barrio Bombal, aprovechando un nicho poco explotado en la zona y con un énfasis absoluto en la estética del negocio, lleno de detalles naturistas (maderas, hojas, plantas, enredaderas) y una oferta de productos que fue un boom desde su mismísimo nacimiento.
No fue la única. Así como ella y su familia, con el Covid proliferaron las verdulerías que se destacaron por aprovechar el confinamiento estricto con herramientas que les facilitaron la vida a las personas: delivery y pagos con medios electrónicos (posnet en el celular, transferencias, Mercado Pago, etcétera).
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Sebastián Guzzo atravesó el mismo camino y debió reinventarse por la pandemia. "Yo repartía frutas y verduras a hoteles y bares. En el 2020, con el primer cierre total, todos esos negocios comenzaron a tener complicaciones y en simultáneo tenía familiares y amigos que me preguntaban si conocía algún delivery de frutas y verduras ya que no querían o no podían salir de sus casas para hacer las compras", introduce.
El resto de la historia se cuenta sola: "Yo tenía la estructura armada y decidí empezar a hacer yo ese delivery. Comencé a tomar pedidos chicos de familiares, amigos, vecinos y de repente se fue ampliando la red por el boca en boca, porque la gente no quería salir". En este caso, Seba Guzzo no tiene local físico y se maneja todo por redes sociales.
De hecho, asegura que "la clave del crecimiento estuvo en las redes: le damos mucha importancia a Instagram y el público joven nos conoce gracias a eso", cuenta, y agrega un curioso fenómeno: "Antes, quienes más pedían era la gente mayor, pero actualmente mi clientela más importante se da con jóvenes que aprovechan su tiempo en otras cosas. Tengo muchas clientas que les dejo el pedido en el gimnasio, por ejemplo".
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En Friska coinciden con la importancia de las redes sociales. "Armamos una página de Instagram muy atractiva, con fotos profesionales, que llegó muy bien a la gente y a partir de ahí llegamos al resto de la provincia haciendo envíos", resalta Ana Figueroa.
Apostar en la incertidumbre
El caso 98, con el Gordo Maxi y la Mogolona, todavía era tapa en los portales digitales, cuando el 18 de junio Brian García decidió abrir con su socio Javier Dogo, una verdulería en el corazón de Dorrego, Guaymallén. En honor a sus nombres, el local ubicado en San Juan de Dios y Castellanos se llamó B&J.
"La decisión de abrir una verdulería fue aprovechar la situación. Javier conocía la zona y no había muchas verdulerías cerca", cuenta Kevin García, hermano de Brian y uno de los responsables del local, que pasó en su totalidad a sus manos en diciembre del año pasado.
En ese sentido, una de las razones del crecimiento y el buen andar del negocio "fueron los envíos a domicilio, sobre todo con aquellos que están aislados o prefieren salir lo menos posible". El detalle humano también juega un rol importante: "Trabajamos productos de muy buena calidad y cuidamos el precio. Además, intentamos que la verdulería sea un lugar donde el vecino se sienta cómodo", finaliza Kevin.
Innovar para triunfar
Friska no se quedó en lo tradicional y apostó fuerte en la faceta dietética. "Incorporamos marcas nuevas que la gente no conocía, y esa innovación nos ayudó un montón", confiesa Ana Figueroa, y se explaya: "Si la gente quiere algo que no tenemos, se lo conseguimos y se lo traemos, y eso también nos ayudó a fidelizar a nuestros clientes".
En la mayoría de los casos hay un patrón que se repite: la familia. Y en Friska es la piedra fundamental del negocio. "Lo que más nos marcó fue trabajar en familia como equipo, porque cada uno tiene definido su rol dentro del negocio. Eso hace que todo funcione bien, que podamos seguir creciendo y es algo fantástico", resalta llena de orgullo.
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Las de Friska, Sebastián Guzzo y B&J son tres de las muchas historias que nacieron con el Covid, en un contexto de angustia y, muchas veces, desesperación, pero que en definitiva dejan la lección de que toda crisis puede representar una oportunidad con estudio, ingenio, calidad humana, aprovechamiento de la situación y mucho trabajo.