Análisis de Ana Paola Zuban, de la consultora Zuban-Córdoba, publicado junto con la última encuesta realizada.
La economía en la era Milei: marzo y abril serán más complicados
En todo el mundo, los periodos de gobierno suelen estar marcados por determinados hechos o circunstancias. Uno piensa en la presidencia de Bush en Estados Unidos y piensa en las torres gemelas y la guerra contra el terrorismo, por ejemplo. En Argentina, todos los gobiernos parecen condenados a que sus propias historias se cuentan a partir de los índices económicos. Casi no hay lugar para otra cosa. La economía abarca todo y se transforma en el gran monotema que marca la gobernabilidad y el horizonte político de las gestiones.
El gobierno de Javier Milei no ha sido una excepción a esa maldición. Es natural, por supuesto, tomando en cuenta que fue la pobre gestión económica del gobierno del FdT lo que permitió la llegada al poder del libertarianismo. Esa pobre herencia y el malestar existente probablemente expliquen la alta tolerancia social con la que el gobierno contó hasta ahora. Un consenso construido sobre el descarte: ya fallaron Macri y el peronismo, ¿qué podría pasar con Milei?
La respuesta a esa pregunta fue apareciendo en estos tres meses de gestión y empieza a dibujar los límites de ese consenso por el descarte. Un 58% cree que tanto la situación del país como su situación personal van a empeorar en los próximos meses. Un pesimismo que si bien ya venía en niveles altos el año pasado, ahora se ha profundizado a niveles alarmantes. Al preguntar por responsables, nos encontramos con que la grieta aparece de forma nítida y divide a la sociedad prácticamente en dos: un 51% culpa al gobierno de Milei y al ministro Caputo mientras que un 46% culpa al gobierno anterior.
El nuevo gobierno ha tenido desde su inicio un enfoque eminentemente macroeconómico, en el que la principal prioridad de análisis es que las celdas de un Excel queden en verde al finalizar el mes. La dimensión de la microeconomía aparece como desconocida para los principales voceros del gobierno, que pueden explicar sin problemas la importancia del superávit fiscal, pero titubean si algún periodista les pregunta por la factura de gas con aumentos excesivos o las jubilaciones congeladas. "No hay plata" es un latiguillo útil para explicar ajustes de pasajes en el congreso pero suena cruel cuando es la respuesta a porque los jubilados perdieron tanto en los últimos meses.
Es en esa dimensión de la microeconomía que el gobierno empieza a mostrar sus límites más definidos. Casi un 70% afirma no saber que más ajustar para llegar a fin de mes. Un 53% tiene miedo de quedarse sin trabajo. Las salidas a comer afuera junto al cine y los recitales aparecen como los primeros gastos que la gente empezó a ajustar en los últimos meses. El esparcimiento y la recreación son los primeros que sufren en una crisis económica. ¿Qué va a pasar si la gente empieza a resignar el pago de sus cuentas o incluso su alimentación básica?
Los indicadores del humor social y la tolerancia al ajuste deberían ser igual o incluso más importantes que las celdas de un Excel para cualquier gobierno. El dolor se tolera hasta que se vuelve intolerable.
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Si nos alejamos de la cuestión económica, aparecen otros indicadores que dan algo de oxígeno al gobierno. Su núcleo de apoyo sigue por arriba de los 40 puntos y parece resistir todos los embates. Además, cuestiones más bien simbólicas como la prohibición del lenguaje inclusivo o el cierre del INADI cosechan apoyos bastante considerables, a la vez que también chocan con segmentos importantes de la sociedad.
Sin embargo, ya tenemos la experiencia de gobiernos anteriores. La agenda simbólica permite fidelizar apoyos pero se vuelve contraproducente si la economía no acompaña. Le pasó al gobierno de Macri con la agenda judicial y al gobierno de Alberto Fernández con sus propias batallas simbólicas.
Es aún más complicado cuando esa agenda simbólica tiene que convivir con un sistema político cada vez más irritado con el gobierno nacional. Sistema que cuenta con legitimidad en el territorio. Hablamos por supuesto de los gobernadores, que fueron hasta ahora el rival elegido del gobierno en las confrontaciones. La mayor parte de los gobernadores tienen en sus provincias más imagen positiva que el presidente. Y nuestro último estudio muestra que la gente espera que sus gobernadores confronten con el presidente si el gobierno nacional intenta recortar sus recursos.
Marzo y abril serán los meses más complicados en materia económica. Es algo confesado incluso por el propio presidente. La evaluación del humor social durante las próximas semanas probablemente termine de definir el tono político del resto del año. Para prestar atención.
La encuesta completa: