De ser uno de los países más ricos del mundo a tener una inflación descontrolada y cambiar cinco veces su moneda. Dónde se anida la maldición de la economía argentina, se preguntan.
"La crisis perpetua de Argentina", lapidaria editorial desde España
En 2020 la economía Argentina se derrumbó. La contracción alcanzó 10%, la mayor junto a Perú, sacando a Venezuela, por supuesto. En 2002 nuestro país, en pleno colapso apenas pasó esa cifra con 10,9%. Actualmente la inflación ronda 40% en los últimos doce meses, la moneda no deja de devaluarse y las reservas del Banco Central no alcanzan los 3.000 millones de dólares. Además, más de cuatro de diez argentinos son pobres.
La editorial que releva la catástrofe de nuestro país en materia económica está a cargo del diario El País, de España. En su prosa el medio ibérico resalta que la Argentina está a la quiebra y la recuperación.
En 1921 era uno de los países más ricos del mundo, su PBI per cápita equivalía al de Francia o Alemania de ese entonces. Sin embargo, ha experimentado una inflación de 105% anual y ha cambiado su moneda hasta 5 veces, Desde 1980 suspendió cinco veces los pagos de su deuda externa (nadie en el mundo iguala esa marca) y es actualmente, el principal deudor del Fondo Monetario Internacional, con 44.000 millones de dólares.
Por otra parte, el artículo destaca que en 2019, cuando Alberto Fernández llegó a la presidencia las cosas ya estaban mal. El país había caído en suspensión de pagos y llevaba tres años en recesión. Martín Guzmán, actual ministro de Economía, debió reorganizar la deuda con acreedores, mientras hacia malabares para solventar los efectos negativos de la pandemia. Lo primero logró sacarlo con creces, consiguió una sensible rebaja de los intereses y estiró el vencimiento de los pagos.
Sin embargo, y mientras la pandemia caminaba, el país debía solucionar el párate de la economía sin poder pedirle un dólar a nadie. El Banco Central emitió más de 1,2 billones de pesos con el riesgo de que la inflación se agravara, algo que se empezó a ver en enero pasado con subas de 4%.
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Por otra parte, El País resalta lo desconectado que vive la Argentina con el comercio internacional y para ello ejemplifica: "Chile con 19 millones de habitantes exporta por 500.000 millones de dólares e importa por 600.000 en esa misma moneda". En cambio nuestro país importa y exporta en torno a los 60.000 millones de la moneda norteamericana.
Del mismo modo, el medio ibérico destaca que Fernández responsabiliza a su antecesor, Mauricio Macri, la responsabilidad de la actual crisis. En 2018 el peso perdió 40% su valor y el enorme préstamo del FMI se fue en coberturas desesperadas de déficit fiscal y en operaciones especulativas (44.000 millones de dólares acabaron en el extranjero o en cajas de seguridad). Todo empeoró cuando en las PASO la fórmula kichnerista se impuso cómodamente y los mercados se hundieron, el peso volvió a ceder otro 38% y hubo que implementar nuevamente el "cepo" cambiario. Sin embargo, el propio Macri heredó problemas de quien es hoy es la actual vicepresidente, Cristina Fernández de Kirchner.
Además, la editorial subraya que el trauma del "corralito" del 2001 aún no se pudo superar y que eso generó un país bimonetario. Los precios del mercado inmobiliario están en dólares, por ejemplo.
La "maldición de las materias primas"
Douglas Southgate, profesor de la Ohio State University especializado en estudios latinoamericanos, lo explica así: "Argentina sufre una forma única de maldición de las materias primas originada en el sector agrícola. Su agricultura, que goza de una fuerte ventaja comparativa, emplea pocos trabajadores y las mejores tierras rurales se concentran en relativamente pocas manos. En consecuencia, el sector es un objetivo predilecto de los impuestos diseñados por políticos cuyos electores están empleados en otros sectores económicos. La tributación de la agricultura argentina resulta en un bajo desempeño crónico de la economía nacional, incluidas crisis frecuentes y severas".
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En realidad, de forma directa o indirecta, el campo argentino emplea a más de dos millones de personas, el 14% de la población activa, y apenas aporta el 10% al Producto Interior Bruto. Su auténtica fuerza, y el origen de sus conflictos con el peronismo por los impuestos y las retenciones en origen, está en su competitividad: de cada 10 dólares que ingresan en el país por exportaciones, siete corresponden a la agricultura. Sin la industria agroexportadora apenas entrarían divisas.
El problema radica en que Argentina nunca llegó a ser potencia industrial. Apostó a fondo por la política de sustitución de importaciones y desde mediados del siglo XX empezó a producir artículos de todo tipo para no tener que comprarlos fuera. Esa era la fórmula que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), dependiente de Naciones Unidas, recomendaba al conjunto del continente para desarrollar la economía y equilibrar las balanzas comerciales y de cuenta corriente. La industria argentina fue fomentada y protegida hasta que la dictadura de 1976 rompió con esa política.
En 1976, cuando el mundo padecía la crisis de los choques petroleros, el PIB de Argentina ascendía a 51.000 millones de dólares. El de Corea del Sur, a 30.000 millones. Hoy, la economía argentina "pesa" algo más de 80.000 millones de dólares. La surcoreana (que hace medio siglo aceleró su industrialización gracias a unas condiciones laborales casi esclavistas y a la manipulación de los tipos de cambio) pesa 1,4 billones de dólares y es un fenómeno exportador.
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