La Ley Integral Pyme que proponemos es urgente para que la provincia salga de uno de los últimos lugares en generación de empleo.
Mendoza, al borde del borde del abismo: las Pymes son la respuesta
Mendoza, la provincia pujante que ha sido ejemplo de esfuerzo y trabajo, hoy está en el ránking de menor creación de empleo privado a nivel interanual. La pregunta es cómo hemos caído tan bajo. La respuesta está en las Pymes.
Hoy, la provincia cuenta con 65.525 pequeñas y medianas empresas, que representan un 40% del Producto Bruto Geográfico. Según datos del Ministerio de Producción de la Nación, la mayoría son del rubro servicios (33%), seguido por los sectores comercial (27%), agropecuario (17%), industrial (17%), construcción (6%), y con una participación inferior a un punto porcentual del sector minero. En 2021, la provincia tuvo 782 Pymes exportadoras, sobre un total de 9500 en Argentina.
En otras palabras, no somos una provincia industrial, ni exportadora, y mucho menos productora de valor agregado. Nos estamos convirtiendo en una economía centrada en el comercio, aplanada, sin diversificación ni un rumbo claro a futuro.
Eso no se debe a que los emprendedores sean buenos o malos. Se debe a una falta de políticas a largo plazo para las pequeñas empresas, con un plan que, además de facilitar el acceso al crédito y al crecimiento impulse a la industria, la tecnología y el agro.
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Tenemos, entonces, más de 60 mil emprendedores pequeños o muy pequeños, sumidos en un panorama difícil, aportando impuestos para sostener cada vez más planes y subsidios, con un 100% de inflación y la mitad de la población bajo la línea de pobreza.
A este panorama se suma una dirigencia que se muestra desconectada, alejada de la realidad que afrontan día a día quienes producen. Por eso proponemos una Ley PyME integral, como primer paso para un país que ya no puede sostenerse con una minoría que aporta para una mayoría subsidiada por un Estado agónico.
Es momento de hacerle frente al problema y encarar nuevos regímenes laborales y tributarios, con una política de financiamiento que no implique deudas impagables e intereses estratosféricos.
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La Pyme es y debe ser el gran motor y generador de trabajo. Con esta propuesta de ley, afirmamos que se debe dar un marco de empleabilidad más moderno y adecuado, con incentivos que ayuden, en el caso de Mendoza, a rearmar el entramado productivo y salir de la meseta en la que estamos.
Nos encontramos ante un tsunami y la ola está cerca. Si no nos ponemos a discutir seriamente esta y otras propuestas, será tarde.
Vamos a hacer una cuenta simple. Hoy, una persona puede cobrar hasta 42.355 por AUH, luego del aumento decretado por el ministro Sergio Massa, más 18 mil por tarjeta alimentar. Se gana así un total de 60.355 sin dar ninguna contraprestación, sin salir de casa y con múltiples beneficios en transporte, tarifas de servicios y un largo etc.
Mientras tanto, quien sale a trabajar, paga su transporte, su ropa, se desplaza y pasa 8 horas fuera de casa cobra con suerte lo que hasta el momento es el Salario Mínimo Vital y Móvil: $45.540. En el medio están estas pequeñas y medianas empresas, sosteniendo un sistema que colapsa con impuestos altos, cargas laborales que van a un Estado insaciable y políticas de empleo insostenibles.
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La ecuación no da. ¿Cómo vamos a alentar el trabajo y la producción con esas cuentas? ¿Quién paga todo esto, si el sector privado se achica cada vez más y no tiene margen para pagar más impuestos?
A quienes producen se les hace muy difícil salir adelante. Para los que exportan, hay más de 10 tipos de cambio, pero el que rige para vender sus productos en el exterior es tres veces menor al dólar informal. Cuando vende y repone insumos, tiene que pagarlos con los aumentos de precios que conlleva el llamado "dólar blue".
Esta economía tampoco alienta a las inversiones. Quien tenga la fortuna de poseer 1 millón de pesos, para poner un ejemplo, saca más rédito dejando el dinero en el banco, en un plazo fijo, que comprando, construyendo o armando un emprendimiento.
La pregunta es: en este contexto y con estas medidas. ¿Quién produce? ¿Quién invierte? ¿Quién trabaja?
Por eso, nuestro humilde aporte es esta y otras leyes que esperan para ser tratadas en el Congreso, por y para la producción. La respuesta a la crisis es una: trabajo. El mecanismo es uno: alentar ese trabajo. Solo hay que sincerar números y animarse a dar estos pasos sin demagogia, con realismo y pensando a largo plazo, para un futuro mejor para nosotros, y sobre todo, para nuestros jóvenes.