El conocido hincha de Gimnasia Eduardo "Cato" Aguilar dio detalles del ex futbolista, a quien describió como "el personaje ideal".
Las historias más desopilantes del Víctor, un tipo "atorrante"
Víctor Legrotaglie es uno de los grandes ídolos del fútbol mendocino. En torno a su figura conviven innumerables historias de las más pintorescas, que hacen de este personaje alguien único y querido, más allá del color de la camiseta.
Y si hay alguien que lo conoce y bien es Eduardo "Cato" Aguilar, uno de los hinchas más reconocidos de Gimnasia y Esgrima.
"El Víctor es un hermano de la vida, le agradezco al señor por haber compartido con él casi toda la vida", manifestó el Cato en un vivo para la web Futbolíricas, con motivo de la presentación del cuento "El Víctor, según el Cato".
Los más de 40 minutos que duró el vivo se hicieron cortos para la cantidad de anécdotas con el Víctor como protagonista, la mayoría de ellas con un tinte desopilante. Como por ejemplo la "prima" que utilizó la dirigencia del Lobo para convencerlo de jugar en la institución blanquinegra.
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"Al Víctor lo venían a buscar de todos los clubes de Mendoza; él me decía "yo firmó al mejor postor". En su familia, en gran medida, eran hinchas de Independiente Rivadavia. Fui uno de los primeros que se enteró que iba a firmar con Gimnasia, con 17 años. Para convencerlo, le dieron una motoneta Siambretta, que era el vehículo de moda", contó el querido "Cato".
"Te dicen que es difícil tener a tu ídolo a la vuelta de tu casa y el Víctor fue mi único ídolo. Y aparte fue mi amigo. Andaba por la calle y nosotros los pibes atrás de él, era el personaje ideal: pintón, caradura, habilidoso. Las cosas que le he visto hacer al Víctor no se las he visto hacer a nadie", detalló.
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Otra divertida historia junto al ex futbolista sucedió en una iglesia: "Éramos de la Acción Católica y un día había un "fútbol" nuevo. El Víctor dice "este yo me lo choreo" y nos lo trajimos. Cuando vamos a misa el Padre dice "se llevaron un fútbol, se van a ir al infierno, ni siquiera van a pasar por el purgatorio los que se lo han robado". Salimos y el Víctor dice, "a ver si este cura vigilante nos manda al infierno". Decidimos devolver la pelota, pero no queríamos llegar a la Iglesia porque se iban a dar cuenta que habíamos sido nosotros, así que el Víctor le pegó desde el medio de la plaza y la pelota cayó en el patio", contó.
Y cerró, en medio de un sinnúmero de recuerdos que vale la pena volver a escuchar: "Un tipo atorrante, en el buen sentido de la palabra".