Godoy Cruz sólo sumó 1 punto contra equipos claramente inferiores. El presente del Expreso es, otra vez, inexpresivo y preocupante.
¿Por qué el Tomba no juega a nada?
Parecía que Godoy Cruz iba a disfrutar este año de una temporada diferente, más tranquila. El 2021 había comenzado con algunas pistas contundentes de que el Tomba iba mejorando y que esos largos años de depresión y derrotas podían irse enterrando.
No obstante, la ciclotimia del Expreso es notoria y, tras un inicio de torneo prometedor, los últimos partidos del Bodeguero han mostrado una cara futbolística lejana a la ideal y que genera mucha preocupación a corto y mediano plazo.
Los últimos dos partidos, Godoy Cruz jugó de local contra rivales netamente inferiores, en sumatoria de puntos y en calidad individual. No obstante, el Tomba sólo pudo sumar 1 punto de los 6 en juego. Empató contra Huracán 1 a 1 y este jueves perdió contra Unión 2 a 1, con un rival que llegó al estadio Feliciano Gambarte en el penúltimo puesto de las posiciones.
La propuesta del equipo contra Rosario Central y River, por poner dos ejemplos, fue muy buena. La ejecución por parte de los futbolistas, incluso mejor. Pero ese Expreso dinámico, ofensivo y firme en defensa no tuvo continuidad y otra vez estamos hablando de momentos desesperantes.
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Para entender los problemas defensivos podemos recaer en la ausencia de Guillermo Ortíz, que llegó de Atlético Tucumán para solucionar esos problemas y lo logró, pero nadie contaba con que una lesión en el gemelo lo iba a marginar de, por ahora, cuatro partidos.
El principal generador de juego en el medio es Nelson Acevedo, otro refuerzo. Pero contra el Quemero jugó en una pierna y contra el Tatengue esa molestia directamente le impidió estar.
En consecuencia, la táctica del equipo se limitó a meter un sinfín de pelotazos en diagonal de 50 metros para que los extremos (Lomónaco y Ojeda) piquen al vacío detrás de los laterales y a partir de ahí inventen alguna solución mágica, que nunca llega.
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Godoy Cruz juega con un centrodelantero en vano. A Badaloni o Colmán no le llegan pelotas limpias y solo atinan a chocar y desgastar a los defensores rivales para que algún compañero se aproveche de esa situación.
A eso se le agrega la tibieza de Sebastián Méndez, que dejó de ser ese entrenador osado de otros ciclos, que cuando era necesario mandaba a todo el equipo a atacar y por eso ganaba. En cambio, ahora es una versión timorata, que tiene miedo a perder, que siempre hace los mismos cambios y que tiene un guión extremadamente cauteloso que no rompe ni de casualidad.
Todo este combo ha derivado en dos derrotas y un empate en los últimos tres partidos, y a una campaña que lo tiene al Expreso un poquito más abajo de mitad de tabla, con un futuro lleno de incertidumbre.
La realidad es una sola y en este caso depende del propio Godoy Cruz. Méndez cuenta con un plantel más que interesante, con algunas individualidades que sobresalen por peso propio. Falta regularidad y convicción. Si el Tomba logra encontrar eso, este análisis quedará obsoleto y nos acostumbraremos a ver a un equipo más cerca de la parte alta de la tabla, que de su actual ubicación.