Las desigualdades técnicas, físicas, de velocidad e incluso de infraestructura son notables. Por momentos parecen dos espectáculos totalmente diferentes.
Euro y Copa América: las abismales diferencias en un mismo deporte
Es el mismo deporte, pero parecen dos espectáculos totalmente diferentes. Es cuestión de comparar los partidos de la Eurocopa y la Copa América para notar las abismales diferencias entre un continente y otro.
En el Viejo Continente los futbolistas vuelan, físicamente hablando son máquinas atléticas, la mayoría de ellos posee una técnica intachable con la pelota en los pies, colectivamente hablando se ven planes y ejecuciones casi sin fisuras, fluidez futbolística durante los 90 minutos e incluso una ausencia de enojos y violencia dentro del campo de juego.
Claramente se nota la inversión en torno a la formación de jugadores e incluso de estructura: los campos de juego en su mayoría son alfombras verdes, y ni hablar de que los partidos se juegan a estadio lleno.
Texto relacionado: Según Castrilli, Dibu Martínez debió ser expulsado por sus gestos
En nuestros pagos todavía perdura el potrero, el ventajeo barato, el tratar de vencer al rival de guapo y no tanto de superarlo en aspectos técnicos y físicos. Los pisos en las canchas de Brasil dejan mucho que desear (es cierto que no tuvieron tiempo de prepararse) y los estadios vacíos por la pandemia aportan una sensación de tristeza generalizada. En ese sentido, los festejos parecen no ser tales.
Incluso la situación que elevó a Emiliano Martínez a un altar de idolatría en Argentina, luego de los penales contra Colombia, puede ser completamente cuestionable.
Te puede interesar: Inglaterra se metió en la final de la Euro con un penal inventado
Amedrentar al rival desde la amenaza, el patoterismo y el insulto, elementos que además están prohibidos por el reglamento y que, nos guste o no, deberían haber promovido alguna sanción contundente de parte del árbitro Valenzuela durante la definición de las semifinales.
Como consecuencia, hoy da la sensación que ninguna selección sudamericana está a la altura de los combinados de primera y segunda línea de Europa. Y, salvo Brasil, el resto no tiene ni para empezar en, por ejemplo, un Mundial.
Después, es cierto, dentro de la cancha son 11 contra 11 y siempre está esa ilusión que cualquier cosa puede pasar, pero hoy el Viejo Continente le ha sacado una distancia terrible al fútbol sudamericano y vencer a cualquier gran potencia de aquellos pagos parece una utopía.