Hacerse cargo de los errores, morder la bronca y volver a empezar.
Cabeza en alto Lobo, que habrá revancha
En el fútbol, las derrotas son inevitables, pero lo que realmente define a un equipo es la capacidad de levantarse y aprender de los errores. "Hacerse cargo, morder la bronca y volver a empezar" debería ser el mantra de cada jugador y de todo un plantel.
Tras la dolorosa caída de Gimnasia y Esgrima de Mendoza en la final por el ascenso a Primera División ante San Martín de San Juan, encontrar las palabras adecuadas para analizar lo sucedido en el Julio César Villagra se vuelve un desafío. Sin embargo, es en este momento de reflexión donde cobran vida los recuerdos de un proceso que alimentó la ilusión de todo el pueblo mensana.
Fue un torneo largo, en el que Gimnasia supo estar en la cima de un grupo muy complicado. Si el hincha estaba ilusionado, es porque hubo factores que alimentaron esa esperanza día a día: un Nico Romano en gran nivel, la solidez de Silba y un Tagliamonte que respondió en el arco.
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Sin embargo, lo que se buscó en Córdoba, el ascenso a Primera División, no se pudo concretar. En la final ante San Martín de San Juan, el equipo no hizo las cosas bien. "No tuvimos la personalidad para jugar el partido como lo veníamos haciendo", reconoció Maximiliano Padilla, defensor del Lobo. A pesar de la tristeza, añadió: "San Martín fue un justo ganador, pero nos vamos contentos por el torneo que hicimos".
Luis Silba, goleador del Lobo, también expresó su dolor tras la derrota en la cancha de Belgrano: "Siento tristeza. Por toda la gente que nos vino a apoyar. Había una ilusión muy grande. En este momento estoy muy triste".
Esa ilusión no fue casualidad; como destacó un artículo del Post, hubo factores fundamentales que sostuvieron el sueño de ascenso: las "cuatro patas de la mesa" -el plantel, cuerpo técnico, comisión directiva y los hinchas-. A lo largo de un año repleto de altibajos, el Blanquinegro construyó una identidad de resiliencia y unidad.
El cambio de timonel a tiempo, tras el mal inicio de José María Bianco, y el aporte fundamental de Darío Alaniz, sumado al impulso definitivo que trajo Ezequiel Medrán, llevaron al equipo a una racha de 12 partidos sin perder. Esta serie (con 10 victorias y 2 empates) demostró que el plantel tenía todo lo necesario para aspirar al ascenso.
Los fanáticos, al igual que el equipo, también debieron reponerse de un inicio complicado. Esa noche negra al inicio del año dejó huella, alejando a muchos del proyecto y llenándolos de temor. Sin embargo, conforme pasaba el tiempo y el club optimizaba las medidas de seguridad, los simpatizantes comenzaron a recuperar la confianza y se acercaron nuevamente.
Hacerse cargo de los errores, morder la bronca y volver a empezar. El verdadero espíritu de un guerrero se manifiesta en la adversidad. El Lobo está listo para enfrentar la próxima batalla, y la esperanza de una revancha está más viva que nunca. ¡Cabeza en alto, Lobo!
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