Como en sus mejores años, el 10 brindó un recital en el estadio Monumental y fue la gran figura de la goleada ante Bolivia.
Argentina brilla y disfruta de la mano del pibe de 37 años
Después de dos conciertos inolvidables de Paul McCartney, el estadio Monumental volvió a ser testigo de un recital memorable, esta vez no de un Beatle, pero sí de un enano que por estos días podría ser, tranquilamente, "más popular que Jesús" y que, como el vino, gana en calidad a medida que pasan los años.
Con 37 años, 3 meses y 21 días, una edad en la que muchos ya colgaron los botines, Lionel Andrés Messi brilló con la camiseta de la Selección argentina como en sus mejores épocas, siendo protagonista en cinco de los seis goles que marcó la Albiceleste: triplete de tantos y doblete de asistencias.
Argentina venía de sembrar algunas dudas luego de perder frente a Colombia y empatar contra Venezuela, en ambos casos como visitante, y este martes afrontaba un lindo desafío, ya que si bien se trataba de un rival en los papeles menor, llegaba en un gran momento.
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Bolivia se presentó en el estadio Monumental con la ilusión por las nubes, ya que llegaba con tres victorias consecutivas en su haber, algo que no conseguía desde 1993, justo antes de clasificarse para Estados Unidos 1994, hasta hoy el último Mundial de su historia.
Pero se encontró ante un equipo que reaccionó en el momento justo, presentó sus credenciales de campeón mundial y bicampeón de América y, para hacer la fiesta completa, de la mano de un Messi al que hacía tiempo no se lo veía rendir así.
Picante durante el primer tiempo, complicando a los defensores rivales en cada intervención, generando innumerables faltas y cerrando 45 minutos perfectos: un gol y dos asistencias con los que las más de 80.000 almas presentes se podían ir contentas a casa.
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Pero faltaba más, porque en el segundo tiempo la Pulga sumó una asistencia más y, sobre el final, se despachó con dos goles seguiditos para firmar un nuevo hattrick, el número 58 de su carrera y el décimo con la camiseta de la Selección.
Hace una década, cuando aún vestía de Blaugrana, estos rendimientos eran totalmente habituales para Lionel Messi. "La rutina de lo extraordinario" fue la frase que le calzó como anillo al dedo a lo que el 10 hacía cada fin de semana en tierras catalanas.
Después de una Copa América en la que estuvo lejos de sus mejores días, algunos se atrevieron a ponerlo en duda. Y tras casi un año sin jugar en el país, Leo volvió totalmente renovado.
Como si se hubiera metido en la pileta de Cocoon, el clásico film ochentoso en el que un grupo de ancianos recobraba su juventud tras bañarse en una piscina que contenía una fuerza vital extraterrestre, Messi volvió, por 90 minutos, a ser ese pibe que deshacía todos los récords habidos y por haber.
Y la fuerza vital que lo rejuvenece es nada menos que la camiseta de Argentina. "Cuando estoy acá parece que soy un pibe, por las boludeces que hago y porque me siento cómodo estando con este plantel, porque me siento cómodo y disfruto adentro de la cancha", dijo Leo apenas consumada su gran actuación.
"Mientras vea que me siento bien y puedo seguir ayudando al equipo, puedo seguir rindiendo como yo pretendo, seguiremos disfrutando" concluyó la Pulga, que aunque duela decirlo, quizás haya convertido el último hattrick de su carrera con la Albiceleste.
Pero no hay que ponerse nostálgico de antemano. Después de todo, es Messi, y siempre habrá lugar para otra noche inolvidable.