La historia no es nueva, pero cobró impulso en los últimos días en Mendoza. Un hombre pelado se deja ver en la puerta de los colegios sacando fotos a los alumnos. Qué hay de cierto y de mito.
La curiosa historia del pelado que espía en la puerta de los colegios mendocinos
“Me dijo mi hija que un hombre pelado se paró en la puerta del colegio y se puso a sacar fotos a ella y sus compañeras cuando salían, cuando lo quisieron atrapar se fue corriendo”. La historia la contó esta mañana una madre claramente preocupada ante las cámaras de televisión de un canal mendocino.
El hecho habría ocurrido en el colegio Héroes de Malvinas de Las Heras y no fue el único que se reveló. Días antes, se conoció una denuncia similar por parte de otra mujer con un argumento casi calcado al que se dejó ver esta mañana. En este caso, el hecho había sucedido en el colegio Compañía de María de la capital mendocina.
Como era de esperar, ello puso en inmediata alerta a los padres de alumnos que concurren a esas y otras escuelas de la provincia.
Sin embargo, hay algunos detalles a tener en cuenta antes de dar crédito a la historia aquí revelada. Primero y principal, ¿por qué en plena era de la tecnología nadie logró sacarle una foto al supuesto pedófilo? ¿Cómo es que no existe un mísero video filmado con un celular?
A ello debe agregarse otra curiosidad: ¿Cuál sería el interés de sacar fotos a chicos o chicas que regalan sus propias imágenes en ropa íntima en las redes sociales? Más aún: ¿Por qué alguien se arriesgaría a hacer algo semejante en un lugar donde circulan decenas y decenas de autos y transeúntes?
Ciertamente, pocos lugares deben ser más concurridos que la salida de un colegio por parte de padres y alumnos.
A ello debe sumarse que no existe una sola denuncia puntual referida a este tema. Así al menos lo confirmaron al Post fuentes del Ministerio de Seguridad de Mendoza.
Entonces, ¿a qué se debe la repentina aparición de la historia del “pelado pedófilo” en la puerta de los colegios?
La respuesta puede ser decepcionante, pero es la única que parece encajar: se trata de una vieja y conocido leyenda urbana, que tuvo sus “días de gloria” en Capital Federal y la provincia de Buenos Aires durante 2014. Allí, media docena de padres denunciaron lo mismo, calcado: que un hombre sin pelo se paraba en la puerta de diversos establecimientos escolares bonaerenses a efectos de sacar fotos a sus hijos.
En un caso puntual, la historia llegó aún más allá: una mujer aseguró que a su hija “un pelado la manoseó”. Pronto se supo que el hecho nunca había ocurrido.
Al igual que lo que ocurre hoy en Mendoza, en Buenos Aires nadie se tomó el trabajo de denunciar estos supuestos hechos. Tampoco apareció jamás una sola foto o video del presunto abusador.
¿Qué es una leyenda urbana?
Se trata de un relato mítico, perteneciente al folclore contemporáneo, que tiene mucho de leyenda o tradición popular, según asegura Alberto Granados Martínez en su libro “Leyendas Urbanas. Entre la realidad y la superstición”.
Lo curioso es que, pese a contener elementos inverosímiles, las leyendas son presentadas por quienes las cuentan como hechos reales, acaecidos en la actualidad.
Normalmente, no tienen una fuente identificable. Son cuestiones que le ocurren a “un amigo de un amigo”. Y suelen circular de boca en boca, hoy en día magnificado ese concepto por las redes sociales.
En el caso de esta leyenda urbana en particular, todo parece surgir de una vieja historia que aseguraba que un hombre en la puerta de los colegios daba caramelos a los niños conteniendo droga. Supuestamente lo hacía con el fin de secuestrarlos y abusar de ellos.
Esto demostraría que todo se recicla, una y otra vez, ahora con el agravante de que las redes sociales ofician de amplificador de esos mismos mitos.
Finalmente… en días en los que la inseguridad domina la vida ciudadana, no está de más tomar precauciones frente a la posibilidad de que algo pueda pasar a los más pequeños.
No obstante, hay que manejarse con cautela para no generar un innecesario —y contraproducente— efecto de paranoia en la población.
Para ello, basta con dos simples tópicos: sentido común y precisa información.