Ajeros, frutícolas y olivícolas aseguran que esas actividades desaparecerán en pocos años. El gobierno sostiene como puede.
¿Se acaba el campo frutihortícola en Mendoza?
El campo mendocino se está pudriendo y los productores avizoran el fin de las cosechas de todo lo que no sea uva para dentro de muy pocos años. El ajo, los frutales y los olivos podrán ser un mero recuerdo de la diversidad de la producción agrícola de nuestra provincia si no se implementan medidas urgentes que refloten la competitividad mendocina en los mercados.
Es verdad que este no es un problema reciente, los productores llevan años advirtiendo que la situación se pone cada vez más difícil y eso demuestra que no tiene tanto que ver con la montaña rusa que es la economía argentina sino, principalmente, por falta de inversiones que ayuden a hacer productos mejores a menores precios.
La carga impositiva y el altísimo costo laboral, sumado a la escasez de líneas de financiamiento de fácil acceso, fueron convirtiendo a nuestro campo en fincas familiares donde la economía es prácticamente de subsistencia. Sin avance tecnológico posible, sin poder invertir en mejorar la calidad, en replantar especies, en mejorar el sistema de riego, los campos envejecen y marchitan.
Fruta cara
Explicar con peras y manzanas ya no será posible en Mendoza porque las producciones de estas frutas están siendo abandonadas ante la falta de mercado. No porque no haya demanda sino porque el precio que se puede lograr es demasiado alto como para competir con las manzanas chilenas, que incluso ya se están importando para el consumo interno argentino.
“La incidencia de la entrada de manzana chilena a Argentina y Brasil repercutió de tal manera que a esta fecha hay en frigorífico excedentes del año pasado”, graficó Juan Riveira, de la Asociación de Productores y Exportadores de Fruta Fresca.
En cuanto a la pera, Riveira explicó que hay muy poca demanda y demasiada producción. “Con el 30% de lo que se cosecha alcanza para cubrir el mercado interno, del 70% que sobra, el mercado externo no demanda más que el 40”.
Pero el problema principal son los precios: “sobre todo en pera y manzana, el precio final tiene un alto componente de insumos que son muy caros y que nos deja por encima de los precios internacionales entre 3 y 4 dólares”.
Esta situación que empeora cada año ha derivado en que más del 70% de los productores y de los frigoríficos dejaran el rubro.
“En los últimos 20 años no se ha hecho nada por mejorar el sector”, aseguró Riveira, al tiempo que declaraba que la actividad frutícola mendocina “esta en proceso de extinción. Nos llegan pedidos de cotización de varias partes del mundo pero cuando cotizamos, perdemos. El problema no es la fruta, es la competitividad. Chile tiene costos laborales que son la mitad de los nuestros y por eso ha pasado a ser un competidor dentro de nuestro propio mercado interno. Es impensable que nosotros vendamos manzana o durazno nuestro en Chile.”
En cuanto a la fruta de carozo, Riveira anunció que este año el precio es menor al del año pasado porque la oferta es más grande y la demanda se deprimió. La ciruela está alrededor de $12 por kilo cosechado y el durazno en $10. Con estas variables, más la inflación, calculó que este año los productores de caroceras verán una merma de por lo menos el 30% en sus ingresos.
El imparable ajo chino
Durante los últimos cuatro o cinco años, Mendoza amplió sus plantaciones de ajo porque encontró en Brasil un gran aliado que compraba todo. Pero “la burbuja brasilera” se pinchó y ahora la situación es critica para el sector.
Guillermo San Martín, de la Asociación de Productores de Ajo, también remarcó que esto no fue algo que sorprenda porque ya se sabía que esta ola bajaría en algún momento. Pero no se hizo nada.
“Sabíamos que perdíamos competitividad y que lo de Brasil era una burbuja que se iba a pinchar. Y se pinchó porque China tuvo un excelente desempeño y logró aumentar su rendimiento en un 120% y, claro, al volcar ese excedente al mercado internacional, con todo ese volumen, lograron que el precio bajara un 50%”
San Martín reclamó que el gobierno nacional permitió que esto sucediera aún sabiendo lo que se venía: “El ajo fue la hortaliza fresca más exportada del año pasado, es más, el objetivo fijado por Macri fue que Argentina exportara mil millones de dólares en hortalizas frescas y nosotros representamos un tercio de esos mil millones. El gobierno nacional embanderó esos números y no hicieron caso de las advertencias. Cuando se vean los balances de este año se van a preguntar qué pasó”.
El precio promedio del ajo fue de U$S25 el año pasado mientras que este año tuvo una caída en picada que está rondando los U$S15 por caja y sigue bajando.
“El tema principal es que la producción ajera es una de las que más mano de obra toma” adelantó San Martín, por eso, también pone el ojo en el tema del costo laboral. “Nuestra salvación está en lograr un régimen de impuestos al trabajo coherente con nuestra actividad. Todos los países que apuestan al sector ajero no lo hacen solo para traer divisas de exportación sino también porque genera mucho trabajo en el sector rural”
En esta línea San Martín adelantó que la Asociación presentará un proyecto a los diputados nacionales por Mendoza para que cuando se trate la Reforma Laboral se incluya un régimen especial para el trabajo del “cuadrillero” que, además de las cargas laborales, se hace más caro porque es operativamente muy complejo ya que muchos cuadrilleros se presentan un día a trabajar y al otro día vienen diez distintos. Esto significa que el productor debe hacer altas y bajas diarias en Afip.
Además, aseguro que las inspecciones de la secretaría de Trabajo “están generando muy mal humor entre los productores y no sería sorprendente que se dé una situación complicada con los inspectores”
Para el titular de la asociación ajera, la situación es tan crítica que, para el año que viene, el sector estará reducido en un 50%. Hoy hay unas 20 mil hectáreas en producción y para el año que viene va a estar por las 10 mil”.
Aceite de … ¿oliva?
El otro cultivo caracterísitico mendocino que está en vías de extinción es el de la aceituna.
En este caso, es España el gran competidor mundial que se lleva casi todo el mercado y donde Mendoza no puede siquiera asomar.
A pesar de que el olivo mendocino es de una calidad suprema, aquí también la falta de competitividad se ve en la imposibilidad de ofrecer un buen precio.
“El año pasado el costo de producciòn por litro de aceite superaba el 80%”, precisó Daniel Grassi, dueño de la fábrica Roble Grande, una de las siete fabricas habilitadas que quedan en toda la provincia. Y aseguró que “la actividad olivícola ya no es rentable”.
A la alta carga impositiva se suma un gran atraso no sólo en cuanto a replantar especies (que significa al menos 10 años de espera para que comiencen a producir) sino también en cuanto a mecanizar la actividad. “Pero eso es algo que pasa en todas las actividades del campo, no hay créditos que permitan cambiar un tractor, que es lo mínimo indispensable, entonces ya desde ese lugar es impensable seguir sosteniendo una finca”, explicó Franco Grassi.
Por otro lado, la cosecha de aceituna necesita de obreros más o menos calificados porque, si no saben cómo se hace, no les rinde el día, pierden mucho tiempo y cosechan poco, entonces les conviene hacer otras cosechas. Esto es un problema tan grave que, según los Grassi, el año pasado la mitad de las aceitunas quedaron en los árboles porque no se conseguían cosechadores.
Y mientras se están arrancando olivos centenarios para sustituir por viñedos, parte de de la actividad que subsiste abarata los costos adulterando el aceite.
“Se usa el aceite lampante, que es un aceite hecho de aceitunas pasadas, que tiene olor y color muy fuertes, entonces le ponen a un aceite de girasol un 3% de ese lampante y lo venden como aceite de oliva” explicaron.
“Claro que los controles se hacen en las fábricas, pero se puede esconder el lampante en culquier lado, el control debería hacerse cuando la botella ya está en el mercado, y el 90% de las marcas, incluso las más famosas, usan lampante”.
Asegurar lo básico
Alejandro Zlotolow, subsecretario de Agricultura y Ganadería, aceptó que el campo mendocino está en una situación muy compleja pero aseguró que tanto la provincia como la nación están poniendo esfuerzos en asegurar lo básico que es que la producción subsista.
En este sentido, rescato que la Ley 4304 que tiene media sanción de Diputados y falta la del Senado otorga muchos beneficios a los productores que antes no tenían. Entre otras coas también señaló que por primera vez se destinaron 210 millones de pesos para créditos de cosecha y acarreo, e incluso se abrieron líneas para secado de ciruelas y envasado de duraznos.
“Además aseguramos que el productor cobre en tiempo y forma el seguro agrícola, y también hemos sacado créditos para una línea de maquinarias que pensamos seguir ampliando”, agregó.
En cuanto a la falta de competitividad que reclaman todos los sectores, el funcionario aseguró que la suba del dólar va a ser beneficiosa, pero recordó que el problema principal está en que “Argentina ha estado fuera del mundo por años, hoy eso a Mendoza la afecta mucho porque cuando Argentina se vincula al mundo, a nosotros nos va mejor que al país en su conjunto. Hay que salir de la situación de no venderle a nadie o de tener un solo comprador para salir al mundo y en eso se está trabajando mucho”.
Lo cierto es que por ahora, como el aceite de olivas podridas mezclado con girasol, los mendocinos seguimos creyendo que tenemos productos premium cuando los productores andan en tractores del 74 y apenas les alcanza para pagar el crédito de cosecha y acarreo del año anterior.
¿Qué tirarán las candidatas vendimiales desde los carros cuando ya no haya peras, ni manzanas, ni melones?