Frente a la denuncia de compra-venta de materias, la UNCuyo decidió tapar la mugre bajo la alfombra y atacar al único medio que investiga hoy la cuestión. Un pedido de debate público y dos denuncias desconocidas.
UNCuyo: la mejor defensa, el ataque
Hay una frase que sostiene que “el hilo siempre se corta por lo más delgado”. Es lo que hizo la Universidad Nacional de Cuyo ante la denuncia de compra-venta de materias que se hizo pública en septiembre del año pasado y cuyas revelaciones más escandalosas dio a conocer Mendoza Post en las últimas semanas.
Sobre la fuente de 13 entrevistas a empleados y exempleados de esa casa de estudios y el aporte de más de 50 documentos oficiales conseguidos del mismo sitio, este diario logró desentrañar una trama de corrupción que aún no deja de sorprender a propios y ajenos.
Tal es el escándalo, que el juez federal de Mendoza, Walter Bento, ha debido allanar la UNCuyo en búsqueda de documentación comprometedora para con las últimas dos gestiones, tanto la de Arturo Somoza como la de Daniel Pizzi.
Como reveló el Post, lejos de querer avanzar en el esclarecimiento del escandaloso tema, la UNCuyo decidió sumariar separar a los denunciantes de la comercialización de materias y sostener en sus funciones a los funcionarios más comprometidos en la trama.
No se trata de una interpretación periodística ni mucho menos, sino de lo que surge de los propios documentos de la facultad, los cuales fueron ofrecidos a la justicia Federal junto con las entrevistas —13 en total— efectuadas para esta investigación.
Dos claros ejemplos de lo antedicho —de los tantos que podrían mencionarse— son los de Silvia Vera y Sandra Estrada: la primera es una de las denunciantes del escándalo y fue trasladada luego de 25 años de trabajo.
La segunda, Estrada, cuya participación en la trama fue comprobada, fue ascendida y hoy maneja el departamento de Alumnos de la UNCuyo. La diferencia entre una y otra tiene nombre: la decana Claudia García.
Lo mismo ocurre con Damián Funes, sospechado por ser quien cargaba las notas en el sistema y que en noviembre pasado fue premiado con un cargo, de acuerdo al documento que puede verse más abajo.
Mucho más podría mencionarse —ya se hizo en notas anteriores—, pero no tiene sentido la reiteración de lo ya publicado y jamás retractado.
Lo novedoso es el ataque que han impulsado en las últimas horas algunos referentes de esa casa de estudios contra este diario y contra este cronista. En lugar de interesarse por la información acopiada por el Post —que fue ofrecida de manera desinteresada, al igual que a la Justicia—, la UNCuyo decidió injuriar a quien escribe estas líneas con una bajeza pocas veces vista, a través de la red social Facebook y en reuniones de autoridades de la propia casa de estudios.
¿Por qué la facultad se niega a analizar la documentación ofrecida? ¿Por qué no se atreve siquiera a verla? ¿Es que acaso quedan aún cosas por esconder?
Lo sucedido en la UNCuyo, la venta de materias, es de una gravedad pocas veces vista. Ello amerita una investigación profunda, al hueso, y una revisión completa de la nómina de graduados en las facultades de Ciencias Políticas y Comunicación, donde se pergeñó la maniobra.
En ese contexto, quien escribe estas líneas ha ofrecido hacer una exposición pública en esa misma universidad que incluya un debate con las autoridades de la misma casa de estudios. De esa manera, cada uno podrá exponer su “evidencia” y la propia ciudadanía podrá involucrarse en la discusión y sacar conclusiones.
Por lo pronto, no ha habido respuesta positiva al desafío por parte de la UNCuyo, solo silencio. El mismo que impera desde que se empezó a ventilar este escándalo.
Lejos de intentar llegar hasta el espíritu del problema, las autoridades de la universidad se han esforzado por tapar la cuestión, incluyendo la “compra” del silencio de los principales medios de Mendoza. ¿Es esa la manera de demostrar inocencia?
Como se dijo, los mandamases de la UNCuyo tienen muchas explicaciones que dar, especialmente dos: ¿Por qué se tapó esta cuestión durante tantos años? ¿Cómo se explica que aún no se hayan auditado a todos los que se graduaron?
Aunque el escándalo parece encaminado a resolverse, aún hay mucha tela para cortar. Según pudo saber el Post, la nómina de alumnos que compraron materias es superior a la que trascendió y allí aparecen algunos referentes políticos de renombre.
Pero no todo se circunscribe a ese aspecto: dos denuncias judiciales que dará a conocer este diario en la semana entrante —con documentación también reveladora— muestran que la discrecionalidad llega hasta lugares insospechados.
Fabián Ríos, propietario de la empresa de seguridad que supo custodiar la UNCuyo, es el impulsor de ambas presentaciones.
La primera ocurrió luego de que este descubriera un robo que finalmente habría sido encubierto por los mismos capitostes de la UNCuyo.
“Es una denuncia que presentamos porque descubrimos un gran robo por parte de la empresa de limpieza; pensamos que nos agradecerían por ello, pero nos dejaron afuera”, dijo Ríos a este diario.
-¿Les quitaron el contrato?
-Nos bocharon la renovación, una nueva contratación, a pesar de que estaba todo en orden.
-¿Y qué pasó con el robo?
-Nada, lo taparon, porque allí aparecía una empresa de limpieza que era de Bernabé, secretaria de la decana. Por eso nos volaron.
Ríos se refiere a María Fernanda Bernabé, nombrada en el Expediente 0011648/2014 como Coordinadora de Gestión Contable y Presupuestaria, dependiente de la Secretaria de Gestión Administrativa, Económica y de Servicios del Rectorado. Como casi todos los involucrados, reporta a Claudia García.
-¿La empresa pertenece a Bernabé?
-Sí, esta mujer es la dueña de la empresa de limpieza, aunque no está a su nombre.
-Tengo entendido que hay una segunda denuncia.
-Sí, la hicimos por una escalera que iba de piso a piso y que alguien se la llevó.
-¿Toda una escalera? Si no lo veo, no lo creo.
-Sí, es sorprendente. Por eso hicimos la denuncia. También se trata de alguien muy importante involucrado.
Los detalles de ambas denuncias se publicarán la semana entrante en el Post, con los documentos de marras, como siempre.
Mientras tanto, se persistirá en impulsar un debate público dentro de la UNCuyo —en el peor de los casos, se hará fuera de allí—, donde se pueda exponer a la sociedad todo lo ocurrido con el escándalo de las materias.
Se trata de un tema sensible e inquietante, que empieza a preocupar a quienes se graduaron de manera legítima. ¿Qué ocurrirá si la ciudadanía comienza a sospechar de todos los que obtuvieron su título en la misma época que estalló el escándalo? Es la pregunta que se hacen en estas horas los diplomados legítimamente.
En sentido similar, no es casual que los propios alumnos de la UNCuyo hayan empezado a ocuparse del tema de las materias “truchas” en un blog que han colgado en la web hace algunas semanas. Allí exponen parte de sus propios temores y broncas.
Por lo antedicho, por todo lo que implica, debe darse esta discusión de cara a la sociedad. Otrora, la Universidad de Cuyo no carecía de prestigio y esto le ha impuesto una inoportuna mácula.
Es una mancha que no se desvanecerá por sí sola, ni porque se deje correr el tiempo; se irá cuando alguien se anime a separar la paja del trigo; cuando se deje de encubrir a los verdaderos responsables y se los quite de sus cargos.
No es una tarea sencilla, ya que la mayoría de los involucrados militan, unos en el PJ y otros en la UCR. Nada de lo que ocurre en estas horas en esa casa de estudios escapa al control de ambos partidos políticos.
Como dijo una de las fuentes consultadas para esta investigación, “lo de la UNCuyo es el ejemplo más claro de que peronistas y radicales a veces pueden ponerse de acuerdo… al menos para hacer picardías”.