Una vecina llamó al 102 en marzo para denunciar que al nene le pegaba su madre. El dato fue recepcionado y ahora investigan quién no actuó como corresponde en la OAL. Nuevamente, se tiran la pelota unos a otros.
Crimen de Juliano: la denuncia que cayó al vacío
Juliano Ibáñez, de apenas dos años, murió el pasado 27 de noviembre. Su madre lo llevó al Notti cuando ya estaba muerto. Dijo que lo había retado y se descompensó. El forense determinó que tenía fracturada la columna vertebral y ostentaba algunos otros hematomas. Su madre, Yamila Ibáñez, de 24 años (foto arriba), está detenida. La pareja de ella, Maximiliano Ortíz Rosales, de 27, también fue arrestado. Ambos están acusados de homicidio agravado. Este es el contexto de un posible crimen, todo hace pensar que lo es y que podría haberse evitado. Ahora que el pequeño Juliano no está entre nosotros, comienzan a visibilizarse situaciones ligadas al Estado que tal vez, si se hubiese hecho lo que corresponde, el nene estaría jugando en su casa de Carrodilla, Luján.
Sucede que en marzo de este año una vecina llamó al 102, línea para denunciar maltrato infantil. Allí fue atendida y en la comunicación aseguró que a Juliano su madre le pegaba.
Según Verónica Álvarez, directora de Promoción y Protección de los Derechos de la Dinaf, que tiene a su cargo la dirección de los OALes (Órgano Administrativo Local) esa llamada efectivamente ingresó y fue derivada al OAL de Luján. El caso, según le aseguró al POST, “está abordado con las intervenciones correspondientes”.
Algo debe haber sucedido, alguien omitió trabajar o tal vez se olvidaron de esa llamada. Porque en esa sede infantil de Luján, el pasado viernes 1 de diciembre, luego de los acontecimientos de crímenes de niños (Juliano y Caterina), se presentaron funcionarias de la OAL para interiorizarse del caso.
La primera información sobre esa visita la brindó el dirigente de ATE Roberto Macho. Según le destacó al POST, se presentaron la coordinadora de la OAL de Luján, Marcela Pascual, una técnica de los OALes, Eugenia Olmos, y Verónica Álvarez. La versión de Macho es que fueron a apretar a un operador de esa dependencia “para que se inculpe” por la inacción en el caso Juliano.
“Encerraron en una habitación las tres funcionarias a este trabajador que se llama Juan Cruz. Lo dejaron hasta las 23 del viernes para que se inculpara por el procedimiento administrativo”, aseguró el titular de ATE.
Por esta situación, Macho aseguró que denunciarán a Álvarez, a Olmos y a Pascual en la Justicia Penal y también lo harán en Fiscalía de Estado porque “se le ha violado el derecho constitucional y civil que este operador tiene, presionándolo para que se inculpe”, remató.
Verónica Álvarez confirmó que sí realizaron una diligencia en la OAL de Luján de Cuyo pero negó las presiones hacia Juan Cruz que denuncia Roberto Macho. “De acuerdo a los dos fallecimientos de la semana pasada, se averiguó qué se hace en los OALes. En Luján éramos 6 personas, tres de la OAL y tres de Desarrollo Social. Como estaba cortada la luz en la dependencia no podíamos buscar nada y cuando volvía la energía había baja tensión”, comenzó explicando la funcionaria para justificar la demora con el operador.
Luego confirmó: “Hablamos con Juan Cruz pero no estaba encerrado, nadie lo retuvo, se podría haber ido si quería. No se le hicieron preguntas que no podría responder”, explicó Álvarez para negar las presiones.
Por último, la directora de Promoción le imprimió un tinte político y personal a esta situación. Aseguró que estas denuncias de aprietes se deben a que “yo denuncié a Macho el año pasado por coacciones y le pintaron los dedos”.
De todos modos, esa llamada de la vecina efectivamente debe haber llegado y Juan Cruz debe tener que ver, por algo lo fueron a ver a él y desde ATE salieron a defenderlo.
¿Y la Justicia?
Yamila Ibáñez y su madre, denunciaron en varias ocasiones a Marcelo Gómez, ex pareja de la detenida con quien tiene una niña. Él y su familia también la denunciaron a ella. Las acusaciones son cruzadas por amenazas y violencia, que datan desde 2012 en adelante.
Es decir, en la casa de Yamila claramente no se vivía con normalidad, fuese responsable ella, su madre o su ex. En ese contexto vivía Juliano y su hermanita. Una vecina que lo advirtió, llamó en marzo para denunciar que el pequeño era golpeado por su madre. Nada paso.
Juliano estaba solo en medio de algo que se parece más al infierno que a un hogar. Esto lo graficó una alta fuente ligada a la investigación por el crimen, quien explicó con notable tristeza: “Si vieras cómo estaba el nene, no lo podrías creer. Le quebraron la columna, además tenía otros moretones. No descartamos que lo hayan tomado de los pies y que lo revolearon contra algo. Realmente, verlo como estaba da mucha pena”.
Y sí, da pena y también indignación.