Se trata del desafío de la goma de borrar. En Estados Unidos hubo una alerta en 2014, ahora llegó a Mendoza. De qué se trata este desafío que tiene a los colegios en alerta.
Preocupación en las escuelas por un nuevo juego autolesionante
En medio de los coletazos que aún persisten por el cuestionado juego de la Ballena Azul, apareció un nuevo divertimento que en Mendoza ha provocado la preocupación de padres y madres.
Se trata del “desafío de la goma de borrar”, una práctica que hoy viernes provocó que un conocido colegio privado de la provincia llamara a una urgente reunión de padres.
El juego —si es que así puede llamárselo— consiste en tomar una goma de borrar y frotarla en la mano o el antebrazo, mientras se recita el alfabeto, diciendo una palabra con cada letra.
Como es de esperar, al llegar a la “Z” la piel termina teniendo una herida considerable, que en muchos casos se convierte en una ostentosa costra.
El mismo desafío fue cuestionado en 2014 por las autoridades escolares de Connecticut, en Estados Unidos. Allí se denominaba “Eraser Challenge”. En Chile ocurrió algo similar, solo que allí se lo conoció como “marca del indio”.
Como casi todo lo que trasciende en los últimos tiempos, el juego se hizo popular a través de las redes sociales, principalmente por las filmaciones que comparten alumnos de los últimos años de la primaria y los primeros de la secundaria (ver al pie).
Oportunamente, una dermatóloga de EEUU, Jerri Alexiou, señaló que el desafío puede provocar daños considerables, como cicatrices permanentes e infecciones: “Podría ocurrir una infección de la piel localizada”, indicó y explicó que hay bacterias que se “comen la carne” como los estafilococos o estreptococos.
La alerta coincide con un artículo de la revista médica Journal of Clinical and Aesthetic Dermatology publicado por el portal Bio Bio Chile: allí se explica que los niños se exponen a una despigmentación postinflamatoria y se advierte que es posible que “estos problemas médicos potencialmente dañinos continúen extendiéndose, debido a la exposición que tienen los menores a las redes sociales, donde es fácil transmitir ideas y modas”.