El complejo de Torres de San Juan y Siria viene siendo denunciado judicialmente por serias fallas, tanto edilicias como de salubridad.
Una bomba de tiempo en pleno centro
Las torres de San Juan y Siria esconden más que una comunidad dentro de la Ciudad de Mendoza. Atentados, robos, aprietes, deficiencias estructurales, plagas, violaciones al código de edificación, una supuesta estafa para hacerse con un gran negocio inmobiliario (con funcionarios municipales incluidos) y hasta un tiroteo se esconden entre las seis torres.
“A mí me llamaron de una de las torres para que hiciera un estudio porque había una grieta en el piso del espacio común, pero me encontré con una serie de irregularidades que realmente ponen en riesgo a las personas que viven y transitan por ahí”, aseguró el arquitecto Jorge Aguilar Rech, quien encabeza una denuncia judicial para que se arreglen los problemas edilicios que encontró.
Peligros edilicios y de salubridad
Entre otras cosas, Rech registró una serie de irregularidades: "No existe la seguridad contra incendios y hay un peligro inminente porque las conexiones eléctricas son deficientes, las salidas de emergencia están bloqueadas, hay construcciones ilegales en los sótanos, no hay alarmas, se han roto vigas de sostén para pasar cañerías que no deben ir por ahí, han cerrado cocheras, el desagüe pluvial está tapado con construcciones, hay vinchucas, ratas y hasta venta de drogas”, resumió.
Sin embargo, durante los trabajos para realizar el informe, Aguilar Rech encontró cómo operaba “un grupo mafioso” que, haciéndose pasar por administradores, no sólo cobraron expensas sin presentar ninguna rendición de cuentas, sino que, además, están denunciados por aprietes para cobrar, amenazas e incluso por el robo de los motores de dos ascensores.
“Empecé a sospechar cuando, una vez que empecé a hacer el informe, cuando fui a Catastro para buscar los planos y habilitaciones, no encontré nada. No hay papeles respecto de las torres”, confió el arquitecto.
“Las sospechas se confirmaron cuando quise bajar con mi equipo a las cocheras y me lo impidieron. Había dos hombres que impedían bajar: Alfredo Luna y Dante Porcario.
Conexiones políticas
“Este Dante Porcario es empleado de la municipalidad de Las Heras y un hombre de suma confianza del exintendente Rubén Miranda”, aclaró el arquitecto y el dato fue confirmado por el Post.
En tanto que Alfredo Luna también tuvo relación con Miranda a través de la colocación de carteles durante la campaña de 2013. Era también presidente de su consorcio y le robaron dos veces la caja, puntualizó Aguilar.
Luna y Porcario fueron nombrados judicialmente “administradores provisorios”, pero, luego de que los propietarios recurrieron a la justicia a explicar que nadie los había elegido, el juzgado les revocó ese mandato “pero ellos siguieron arrogándose el cargo y cobrando expensas que nunca rindieron”, aclaró Aguilar.
La cuestión es que el arquitecto y su equipo finalmente pudieron bajar a las cocheras y allí se encontraron con el panorama peligrosísimo que Aguilar terminó denunciando nuevamente en la dirección de Obras Privadas del municipio de Capital.
“Después de la muerte del Viti, fui a buscar el expediente a Obras Privadas y había desaparecido”
Un tiro en el pecho
Luego de que Aguilar continuara con sus denuncias después de constatar que el expediente no estaba en la Municipalidad, comenzó a recibir amenazas telefónicas y hasta personales.
“La noche del 7 de enero yo estaba en el living, recostado en el sofá con uno de mis hijos y mi esposa, cuando sentí una explosión y me paré pensando que era el aire acondicionado”.
Las explosiones resultaron ser tiros. La casa de Aguilar recibió tres tiros y uno de ellos impactó en su pecho, del lado derecho, y otro en su antebrazo.
La investigación para encontrar a los culpables del atentado no tiene ni siquiera sospechosos, Aguilar Rech sigue de cerca los expedientes para evitar que se vuelvan a perder, y los vecinos de las torres de San Juan y Siria siguen sin poder sacarse de encima a los administradores fraudulentos, principalmente, porque la mayoría de los habitantes de las torres son inquilinos y no tienen ni voz ni voto.
Pero lo peor es que las fallas edilicias continúan y nadie interviene para dar solución a una edificación que tiene serios problemas estructurales y que, según el arquitecto que es además, perito judicial “encierra peligros para las personas que viven y circulan por el lugar”.