Una lista de opciones para esos días, en los que da fiaca cocinar.
Seis buenas ideas para cocinar con poco tiempo y presupuesto
Comer siempre es un placer, sobre todo cuando se come con tiempo, en buena compañía y se disfruta de una variedad interesante. Pero, ¿qué pasa cuando por falta de tiempo o de presupuesto no es posible seguir ese patrón de varios platos?
No hay problema, con lógica y sin dejase llevar por la pereza, se evitará acabar comiendo siempre lo mismo. Tan solo es necesario un poco de planificación para conseguir platos únicos, saludables, completos y a buen precio.
Opción #1
Siempre se ha considerado a las ensaladas como platos ligeros, veraniegos o que formaban parte de la guarnición de otros platos. Si bien estos aspectos son ciertos, no lo cuentan todo. A las ensaladas se les puede dar un par de toques para convertirlas en un plato completo (sí, también en invierno).
Las ensaladas más consumidas como platos únicos son las de arroz, papa y las de pasta; en parte por su acción saciante y en parte porque el sabor neutro de estas bases combina de maravilla con otros ingredientes como vegetales, mariscos y pescado, encurtidos, frutas, trocitos de pechuga salteados y un largo etcétera (muchas de estas cosas pueden ser sobras de otro día).
Por supuesto, si parte de la alimentación semanal se basa en el consumo de platos de ensalada con fundamento, se pueden variar las salsas y los aliños con los que aderezarlas.
Opción #2
Para comer sano, no hay más que dirigir la mirada a las verduras. Con ellas se pueden hacer varias combinaciones y, encima, llevar al trabajo en un Tupper. Bastará calentarlo en el microondas, no perderá textura, sabor y gusto y el menú solo necesitará complementarse con una pieza de fruta fresca o un yogur como postre.
Berenjenas, calabaza, puerros y pimientos son grandes candidatos para cocinarlos rellenos. Un ejemplo de verduras rellenas -quizá el más tradicional y conocido- es la musaka griega: un plato en el que se combinan capas de berenjenas asadas, carne picada y ricotta (originalmente, se usa queso Feta), energético y práctico.
Opción #3
Las pastas son las más llenadoras por su alto contenido en carbohidratos. Si se combina con cualquier elemento proteico, se conseguirán recetas completas y nutritivas.
Las pastas rellenas (los ravioles, llevan la delantera) y la pasta al horno, como la lasagna y los canelones. Se pueden tener varias porciones congeladas y hasta elaborar una buena salsa con las “sobras” deliciosas del asado dominguero.
Opción #4
Las legumbres fueron siempre grandes pilares para un menú diario: Garbanzos, porotos o lentejas, acompañados por carnes, pescado, arroz o papa, cubrían todas las necesidades gastronómicas.
Aquellos platos contundentes, únicos, se hacían con un hervor suave, esperando el momento de la comida. También se pueden recuperar los olores y sabores tradicionales, los de toda la vida, con las recetas de nuestras abuelas.
Opción #5
Un pescado en salsa con una guarnición de arroz está bueno pero… ¡podemos ser un poco más creativos! ¿Qué tal preparar hamburguesas caseras de pescado?
Tenés que triturar 400 gramos de pescado fresco (el que tengas) sin piel, ni espinas y añadir un trocito de cebolla picada, una pizca de sal, cilantro picado, ralladura de 1 limón y 2 cucharadas de fécula de maíz y un huevo batido. Se debe mezclar todo hasta formar una pasta manejable.
Con esta pasta, se preparan cuatro hamburguesas y se cocinan a la plancha, primero vuelta y vuelta; luego -a fuego suave- para que se hagan por dentro.
Por otra parte, se corta una cebolla roja en juliana fina y se pone en una sartén con aceite de oliva, una pizca de sal y una cucharadita de azúcar, a fuego medio, hasta que se dore (unos 10 minutos).
Se pueden tostar ligeramente el interior de los panes de hamburguesa, frotar con ajo y añadirles unas gotas de aceite de oliva virgen para darles más sabor.
Se montan las hamburguesas con la cebolla dorada y se les puede agregar unas hojas de rúcula, rodajas de tomate, huevo duro y una cucharadita de mayonesa para aderezar.
Opción #6
Y por último, pero no menos importante, está la receta más reconocible y contundente: El guiso. Este plato ofrece grandes posibilidades y al recalentarlo, se regenera de forma extraordinaria.
Se puede hacer una carne estofada con verduras: para ello, se trocean en cubos regulares 600 gramos de carne (la más económica) para guisar, se sazonan con sal y pimienta y se pasan por harina. Luego, se rehogan con aceite caliente.
Cuando la carne cambie de color y se haya sellado todo el exterior, se añaden cebolla, zanahoria, pimientos, un diente de ajo y un tomate, todo ello picado muy pequeñito. Se rehoga el conjunto.
Cuando comiencen a dorarse las verduras, se vierte un chorrito de vino blanco, se espera un minuto a que se evapore el alcohol y se incorpora agua hasta cubrir la carne y la verdura. Se deja cocer durante dos horas (o un poco más) a fuego suave junto con una hoja de laurel.
Cuando la carne esté blanda y casi lista, se puede añadir cubos pequeños de papa o arroz y continuar cocinando para que se unan cocción y sabores. Antes de comer, se deja que repose durante 15 minutos fuera del fuego.