La impunidad de un cura pedófilo mendocino

Carlos Urrutigoity enfrenta denuncias por pedofilia y fue echado de Paraguay por ello. La Iglesia se niega a removerlo. Estaría en Mendoza.

La impunidad de un cura pedófilo mendocino

Por:Christian Sanz
Secretario Gral. de Redacción (click en autor)

A mediados del año pasado, en el contexto de una entrevista que le realizó el diario italiano La Reppublica, el papa Francisco calificó a la pedofilia como "una lepra en nuestra casa" y admitió que, cerca del 2% de los sacerdotes católicos, eran parte de ese “problema”.

A ese respecto, el sumo pontífice aseguró que "esa cifra” no lo tranquilizaba “para nada" y advirtió que, "como Jesús, utilizaré el bastón contra los sacerdotes pederastas".

En realidad, ese 2% no es un número menor: teniendo en cuenta que la Iglesia reconoce más de 414.000 prelados en todo el mundo, se trataría de más de 8 mil religiosos abusadores.

La discusión acerca de la pederastía en la Iglesia no es nueva, pero cobró inusitada relevancia en los últimos días, luego del estreno de la película Spotlight, que en Argentina se conoció como “En primera plana”.

Allí se narra la historia que vivió la pequeña redacción del diario Boston Globe cuando llegaron a sus manos puntuales denuncias por abusos sexuales desde el interior de la Iglesia católica en Estados Unidos.

Lo que queda claro a lo largo del film es la existencia de un plan de encubrimiento muy bien pergeñado desde el seno del Vaticano a efectos de encubrir a los curas pedófilos.

El resultado de la investigación del Boston Globe fue impactante y devastador —los periodistas ganaron un premio Pullitzer—, pero no logró cambiar siquiera un ápice la coyuntura vaticana.

Por caso, las declaraciones condenatorias de Francisco a la pederastía sacerdotal, quedaron en eso: en meros comentarios, sin cambios concretos de fondo.

Francisco, contra la pedofilia. Al menos de la boca para afuera

Un caso emblemático… y mendocino

Uno de los casos más escandalosos referido a denuncias por abuso de menores en Argentina, lo protagonizó un mendocino, se trata de Carlos Urrutigoity, cuyos señalamientos comenzaron en 1999, cuando un líder de la sociedad católica con sede en Suiza envió una carta al obispo de Scranton (EE.UU.), William Timlin, y advirtió sobre un “comportamiento homosexual” en el sacerdote argentino.

Tres años más tarde, en 2002, Urrutigoity fue acusado junto a otros religiosos de tener un patrón de mala conducta sexual y fue demandado judicialmente.

Entonces, el mendocino fue acusado de dar alcohol y cigarrillos a adolescentes, con quienes compartía cama y sacos de dormir. A su vez, fue señalado por tocar de forma inapropiada al menos a dos jóvenes.

Otro caso, que fue expuesto por los medios de Paraguay, es el referido a un exseminarista de Minnesota quien dijo que Urrutigoity le pidió que insertara supositorios anales delante de él.

Urrutigoity, cuestionado

“Cuando se negó, según expresó el joven, Urrutigoity estaba furioso y calificó eso como ‘una traición’. La diócesis de Scranton arregló la demanda en 2004 por más de 400.000 dólares. La acción penal se había extinguido por falta de pruebas”, según publicó oportunamente el diario paraguayo ABC.

En 2008, luego de una serie de escándalos, que fueron oportunamente “tolerados” por el Vaticano, Urrutigoity terminó recalando en Paraguay, de donde, luego de unos años, fue eyectado para terminar regresando a la Argentina.

El “destierro” ocurrió en junio de 2015, y se dio a conocer mediante un escueto comunicado divulgado en Facebook. Allí, quedó de manifiesto cómo el monseñor paraguayo Guillermo Steckling “invitó” a Urrutigoity a que se retire de su diócesis y regrese al país.

En estas horas, el cura mendocino (sigue siendo sacerdote increíblemente) se encontraría en la provincia. El Post intentó determinar dónde específicamente y haciendo qué, pero el temor pudo más.

“El tema es simple, Urrutigoity es un protegido de ciertos círculos religiosos extremos, por eso sigue impune con su vida”, admitió a este diario con temor una importante fuente eclesiástica mendocina.

Urrutigoity en plena misa

“¿Usted se refiere al Opus Dei?”, preguntó el Post. La respuesta lo dijo todo: “Más que el Opus Dei, hay que recordar que Urrutigoity fue ordenado por el movimiento lefebvrista San Pio X, fuertemente relacionado a la Iglesia Católica (...) Hoy lo podés encontrar en San Rafael: buscá por el lado de la congregación San Juan Evangelista”.

Por lo que pudo saber este diario, supo existir un fuerte vínculo entre ese movimiento y el cuestionado Instituto del Verbo Encarnado, vinculado al Opus Dei. 

Consultado respecto al paradero del polémico cura, Marcelo De Benedictis, vocero del Arzobispado de Mendoza, se excusó asegurando que estaba fuera del país hasta el próximo 27 de febrero y que hablaría “personalmente” del tema cuando regresara. No obstante, no negó la versión.

Quien confirmó “extraoficialmente” el dato fue el abogado mendocino Carlos Lombardi, quien asesora a la red de sobrevivientes de abuso sexual eclesiástico de Argentina. “Nos dicen que Urrutigoity está en Mendoza, es cierto”, admitió sin dar mayores precisiones.

Acto seguido, aclaró que “en su momento, tuvimos muchas consultas sobre su conducta”.

El abogado Carlos Lombardi, especialista en abusos eclesiásticos

-Los señalamientos eran públicos…

-Sí, de hecho fue condenado en Pensilvania por haber abusado un chico allá.

-Y fue echado de Paraguay…

-Efectivamente, hubo una interna entre un obispo y un cardenal de Paraguay, Rogelio Livieres, defensor de Urrutigoity; y el arzobispo de Asunción, Monseñor Pastor Cuquejo, detractor. Se metió incluso el papa Francisco en la interna, porque se preocupó. Mandó unos “visitadores apostólicos”. Finalmente, lo cesantearon a Livieres, quien luego se murió,

-Podría decirse que Francisco lleva bien la pelea contra la pedofilia eclesiástica entonces.

-No, todo lo contrario. La problemática de los abusos está mal llevada... en realidad "demagógicamente" llevada por parte del papa Francisco. Dice una cosa y hace otra, en el caso de los abusos, no ha cambiado una sola coma de los procedimientos que permiten que estos ocurran.

Tal es así, que la ONU le pidió al Vaticano que cambie las normas para que no ocurran más abusos, pero eso no sucede. Fijate que incluso Francisco no recibió en México a las víctimas de los abusos de sacerdotes.

Para Lombardi, Francisco tiene doble discurso  

-Parte de esta trama es la que deja ver el filme Spotlight, ¿no?

-Sí, es claro cómo se muestra en la película. Ahí aparece el caso del cardenal Bernard Law, uno de los más importantes religiosos de EEUU, de Boston. En medio de las denuncias por abusos, lo llevaron al Vaticano y Juan Pablo II lo premió, creo que en 2004.

-¿Y Francisco qué hizo al respecto?

-Nada. Por lo pronto no quiso colaborar jamás con los pedidos de EEUU, donde se sustancian varios juicios en su contra. Hay muchísimos casos que complican a Law.

-¿La Iglesia protege a ciertos religiosos de relevancia?

-Sí, te podría dar muchos ejemplos. En La Plata estamos tratando de avanzar respecto de las denuncias contra monseñor Aguer; en Mendoza pasamos serias dificultades con Arancibia, y hay mucho más. Siempre es el mismo modus operandi, porque la iglesia católica aplica sus normas que son las mismas en todo el mundo.

El Vaticano encubre a los curas pedófilos

Frente a lo antedicho, poco y nada puede esperarse respecto de la situación de Urrutigoity, aún cuando las denuncias en su contra se cuentas por docenas.

Uno de los primeros en advertir públicamente acerca de la conducta “incorrecta” del cura mendocino fue monseñor Andrés Morello, uno de sus profesores de seminario.

Yo pedí que lo sacaran (a Urrutigoity) del seminario porque había algunos comportamientos incorrectos; fue alumno nuestro cuatro años quizás. Después, los superiores de la congregación decidieron trasladarlo a un seminario de los Estados Unidos de la misma congregación”, sostuvo el religioso desde Río Negro.

En una entrevista que le realizó diario ABC de Paraguay, Morello explicó que, cuando joven, el entonces seminarista Urrutigoity fue “enviado un tiempo a la casa que la Congregación tenía en Córdoba y después desde allí lo enviaron al seminario de Estados Unidos”.

Los obispos del Vaticano solo hacen silencio

“En Santiago de Chile me enteré que él iba a ser ordenado subdiácono. En ese momento envié una carta al superior de turno en el seminario de Estados Unidos indicando las razones por las cuales a mí me parecía que no podía ordenarse”, agregó.

La misiva, que se filtró en Internet en su momento, sostiene conceptos muy duros respecto de Urrutigoity. Habla de: “Significativo orgullo”, “Mantener relaciones particulares”, “Formar una facción de seminaristas bajo su influencia” y “Graves denuncias relacionadas a cuestiones morales”.

No es todo: en otra parte de la carta se denuncia que, durante su estadía en un seminario en La Reja, Urrutigoity "fue denunciado por un joven abogado que vivía en el seminario. Abordando el tema de la castidad, el padre le preguntó si consideraría hacer un acto deshonesto con un hombre. El abogado dijo que no".

Esos y otros casos fueron relatados puntillosamente a prelados de  Estados Unidos, que finalmente no prestaron atención a los hechos.

Colofón

Las denuncias contra Urrutigoity se cuentan por docenas, todas con diversos patrones en común.

A pesar de ello, la Iglesia solo supo hacer silencio, tal cual demostró el equipo periodístico del Boston Globe, de acuerdo a la película Spotlight.

En ese contexto, el cura mendocino prefiere callar. ¿Para qué referirse a algo que solo lo incomodará y que no le evita moverse como pez en el agua en Mendoza?

Solo una vez Urrutigoity rompió el silencio.  Fue en el marco de una entrevista que le hizo un blog católico. Allí habló de las acusaciones en su contra: "Si yo tuviera el problema de pedofilia que me atribuyen las campañas de prensa, evidentemente no debiera servir como sacerdote. No hay lugar para eso en el ministerio, ya que es un grave desorden y desequilibro psicológico y emocional -no sólo un pecado gravísimo".

¿Qué se puede agregar al respecto? ¿Cómo explicar tremenda simulación? Ya lo dijo alguna vez  Molière: "La hipocresía es el colmo de todas las maldades".