No todo lo que brilla es oro.
La DEA, la "despenalización" y la mentira de la lucha contra las drogas
Y otra vez arrancó la discusión por la despenalización de las drogas, esta vez impulsada por el tándem Frederic-Berni, espadas del gobierno de Alberto y Cristina en el tópico Seguridad. Es un debate que se da cada tanto y que nunca llega a nada finalmente, pero que permite volver a enfocarse en puntuales mitos y leyendas urbanas.
Por caso, aquellos que abogan por la "no penalización" de los estupefacientes, suelen argumentar que la lucha contra el narcotráfico ha fracasado y que, por tal motivo, se hace necesario "liberar" el mercado de los estupefacientes a efectos de terminar con el supuesto negocio de unos pocos poderosos.
Semejante afirmación encierra una falsa dicotomía, ya que no existe ni ha existido hasta ahora una real pelea contra las drogas, sólo la falsa apariencia por parte de ciertos organismos dedicados a combatir esta plaga. La Drug Enforcement Administration (DEA), perteneciente al Gobierno de Estados Unidos, es el mayor exponente de esto.
Si bien se afirma insistentemente que la DEA se dedica a combatir las drogas a nivel mundial, sólo ha demostrado hasta el día de hoy tener armado su propio negocio relacionado a la venta de narcóticos, simplemente eliminando la competencia en ese terreno.
Desde que comencé a especializarme en el tema narcotráfico, a principios de los años 90, he aportado información a ese organismo relacionada con importantes funcionarios del Estado y sus "socios". Uno de los primeros investigados por mí ha sido Alfredo Yabrán, personaje sobre el cual escribí un voluminoso libro que dejó en evidencia sus vínculos con las drogas y su sociedad con el menemismo (1).
Parte de la evidencia colectada, que comprometía al entonces presidente Carlos Menem, fue ofrecida a la Embajada de EEUU, pero sólo ha sido cajoneada por parte de sus funcionarios.
De la misma manera, en 2007 presenté dos cartas puntuales ofreciendo evidencia concreta sobre funcionarios K a la misma dependencia sin recibir siquiera agradecimiento por ello. La copia de una de esas misivas -sellada- puede verse al pie de este artículo y es prueba cabal del desinterés sobre este tema.
A confesión de parte...
En el año 1995, en el marco de una investigación periodística (2), entrevisté a un agente de la DEA en Buenos Aires llamado Michael Levine. Allí el norteamericano me aseguró que "la CIA no solo protege a algunos narcotraficantes, sino que muchas veces entra en las operaciones ilícitas. La CIA determina qué y cómo hacer las cosas, en tanto que la DEA debe aparentar que lucha contra la droga".
Levine no es un improvisado, ya que trabajó para la DEA durante más de 23 años y conoce muchos "usos y costumbres" que la agencia maneja internamente. Es algo que demuestra en cada una de sus afirmaciones. "Si un gobernante tiene buenas conexiones con la CIA, puede hacer lo que quiera. Si él mismo saliera a vender cocaína en la calle, la DEA no podría hacer nada al respecto", me aseguró en una de sus aseveraciones más polémicas, agregando que "en la Argentina me di cuenta de que la CIA protegía a ciertos narcotraficantes". ¿De quién hablaba el agente? De varios personajes vinculados al menemismo, uno de los cuales era -no casualmente- Alfredo Yabrán.
Cuando interrogué a Levine sobre la modalidad utilizada por el empresario postal, me confesó que "la ventaja del correo para los traficantes no está en la cantidad de droga que pueden mover, sino en la facilidad que tienen para hacerla llegar a los destinatarios". Esa afirmación pude corroborarla poco después gracias a dos importantes fuentes del entonces correo oficial Encotesa -una de ellas el mismísimo titular, Abel Cuchietti- quienes me comentaron sorprendidos la cantidad de procedimientos sobre camiones de las firmas OCA y OCASA que terminaban en descubrimientos de encomiendas con gran cantidad de droga (3).
Años después de nuestra entrevista, Levine publicó un excelente libro llamado "La gran mentira blanca" (4), donde desnudó la hipocresía de la DEA en su supuesta lucha contra las drogas.
Mentiras que matan
Las mentiras de la DEA no son algo novedoso. En el año 1996, en mi primer libro llamado "La mafia, la ley y el Poder", ya advertía parte de esa trama: "Se sabe que la DEA utiliza la información recogida acerca de narcotráfico que involucra a funcionarios, como arma de presión de su política exterior. Es más, la DEA sospechó en algún momento de hombres del entorno de Carlos Menem, y también investigó al mismísimo presidente. (...) El resultado de la investigación sobre Menem esta archivado en sendas computadoras.
(...) A partir del año 1989, los procedimientos contra las drogas se cortó sospechosamente, reduciéndose todos los operativos -de la Policía, Gendarmería y Prefectura- a la captura de personajes de poca monta y dejando a los grandes traficantes moverse a sus anchas, inclusive a sabiendas de la DEA y la CIA.
(...) El tema del combate al narcotráfico por parte de ambas agencias (DEA y CIA), es bastante sospechoso y deja algunas dudas al respecto. Entre algunas de las ambivalentes conductas que presentan sendos organismos se destaca, por ejemplo, la actuación de la propia CIA a fin de evitar la captura de los jefes del Cartel de Medellín en julio de 1984 y el respaldo prestado para lograr la llegada de embarques con droga a su país de origen.
(...) 'La DEA sólo maneja información, no realiza operativos ni escuchas telefónicas", esgrime la gente de la Embajada de Estados Unidos en Argentina para tratar de evitar todas las miradas curiosas y paranoias varias. Lo cierto es que en sus archivos ellos registran todo dato que les parece que tenga que ver con narcotráfico o lavado de dinero del mismo. Todo está volcado en el archivo central de la DEA con sede en El Paso, Texas. En ese preciso lugar, en medio del desierto se levanta El Paso Intelligence Center (EPIC), una fortaleza informática dónde convergen todos los archivos de las 72 oficinas del citado organismo esparcidas por todo el mundo. Lamentablemente toda esta información sólo es utilizada en contados casos y, en su gran mayoría, es negociada políticamente a cambio de su no difusión."
En el marco de esas mismas falacias, he recabado a lo largo de los años docenas de testimonios por parte de especialistas en cuestiones de narcotráfico. Por caso, hace un par de meses un importante agente de Gendarmería Nacional denunció enojado ante mí algunas prácticas de la agencia norteamericana: "Es inaudito que la DEA trate de mentir a quienes poco comprenden del tema, y lo que más me duele te lo digo en confianza, es que usen datos de procedimientos que hizo Gendarmería para fundamentar la creación de nuevas oficinas en nuestro país. Aparte de mentir diciendo cosas que no hicieron, tales como la cantidad de productos químicos que incautaron, también argumentan que el procedimiento Carbón Blanco II fue realizado por su bendito programa, cuando solamente nos prestaron un automóvil para viajar a Buenos Aires".
Elocuencia aparte.
Concluyendo
De acuerdo a lo que hemos visto, no es real que la lucha contra las drogas sea ineficiente, sino que nunca se ha llevado a cabo de manera concluyente. No sólo la DEA no se interesa en terminar con algo que le es sumamente rentable como son las drogas, sino que muchos gobiernos también hacen negocios con el narcotráfico.
No es menor el dato de que las drogas mueven 700 mil millones de dólares por año, cifra que supera el comercio de cualquier bien o servicio lícito o ilícito. Ese dinero está inserto a tal punto en la economía mundial que, si se lo retirara "de golpe", quebrarían las finanzas globales de inmediato.
En este marco, es difícil pensar que alguien pueda en un futuro -próximo o lejano- interesarse en pelear contra un "negocio" tan rentable. Poco importan las vidas que se pierden día a día por este flagelo ni el daño psíquico que generan los estupefacientes a sus consumidores.
En definitiva, sólo son daños colaterales que pasarán a engrosar la fría columna contable de alguna estúpida estadística...
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Notas:
(1) El libro se llama "La larga sombra de Yabrán" y fue publicado en 1998 por editorial Sudamericana.
(2) La entrevista se hizo para el libro "La mafia, la ley y el Poder" de editorial Dunken, publicado en 1996.
(3) Ambas firmas pertenecían a Yabrán.
(4) Editorial Planeta, año 1997.