Teresa Dussart, periodista belga y corresponsal de “La Libre Belgique” en Argentina, asegura que Néstor Kirchner “era colaboracionista” de la última dictadura militar. De la supuesta confesión del “Pájaro” Salinas al increíble caso Labolita.
El caso Labolita: “Kirchner fue colaboracionista de la dictadura”
En mi último libro, “El negocio de la impunidad, la herencia K” investigo a los intocables del modelo kirchnerista. De La Cámpora a César Milani pasando por Hebe de Bonafini, los contratistas del Estado y los financistas del poder.
En medio de la polémica entre la Presidenta y Mauricio Macri de si existieron o no “curros” en los derechos humanos del oficialismo, esa es la única bandera que el gobierno está dispuesto a defender como sea.
Sin embargo, allí radicaría el talón de Aquiles y la máxima debilidad de Cristina Fernández de Kirchner. ¿Por qué?
La Presidenta, para garantizar su impunidad, no sólo ha decidido sostener como sea a agrupaciones políticas que la han llevado al fracaso, llámese La Cámpora, a vicepresidentes multiprocesados, a socios de la obra pública y los negocios privados sino también, y fundamentalmente, a su política de derechos humanos.
Alejada de los tabúes, la periodista Dussart, que vivió durante años en Rusia investigando la corrupción post-Perestroika, investigó el pasado oculto de Néstor Kirchner. El tema lo reinstaló Julio Bárbaro con la aparición de su obra “Lejos del Bronce” pero la colega belga aporta un dato significativo: la confesión del “Pájaro” Salinas en una noche de borrachera y recuerda el caso Labolita. El Pájaro es Juan José Salinas, periodista de Página 12, autor de un extraño libro sobre la AMIA e integrante de Montoneros en los setenta.
En mi citado libro entrevisté a hijos de represores detenidos por crímenes de lesa humanidad. Más de 1200 presos cumplen condena o esperan sentencia que, en el 99%, termina siendo condenatoria. Sólo hubo una excepción y fue el caso de Alejandro Guillermo Duret, un artillero del ejército que tenía 23 años cuando Jorge Rafael Videla y su junta militar se apoderó de todo, el 24 de marzo de 1976. En diciembre del 2005, se presentó espontáneamente a declarar por el secuestro, tortura y desaparición de Carlos Labolita, supuesto amigo de Néstor Kirchner, según la historiografía oficial. Pero algo salió mal y Duret fue absuelto.
Página 12, medio que suele contar con información preferencial en lo que respecta a estos juicios “de la verdad”, tituló el 4 de julio del 2009: “Un fallo que dejó un gusto amargo”. Los jueces Alejandro Esmoris y Nelson Jarazo habían considerado culpable, únicamente, a Pedro Pablo Mansilla, general retirado de 77 años de edad, por aquel entonces. El invitado constante de 678, el juez Carlos Rosansky, en cambio, votó en disidencia. La difunta titular de la secretaria de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires, Sara Derotier de Cobacho, anticipaba que apelaría el fallo. Así fue.
Entrevistada en “El negocio de la impunidad”, Lía Duret, hija del supuesto asesino de Labolita, su padre participó efectivamente de la detención del compañero de estudios de Néstor Kirchner en la Universidad de La Plata pero no de su hijo. Las fechas no coincidían. Duret estaba de servicio en la localidad de Azul cuando ocurrieron los hechos. Tras cuatro años esperando sentencia, Duret fue absuelto y luego de unos meses en libertad, terminó siendo condenado a cadena perpetua. Kirchner y su flamante esposa, Cristina, habían compartido una casa de estudios en La Plata con Carlos Labolita a mediados de 1975. Lo que jamás nadie contó es la sospecha que la familia Duret siempre tuvo y que la periodista belga, Teresita Dussart, confirmó para Mendoza Post. Durante los días en que se desarrolló el juicio se mencionó la posibilidad de que Néstor Kirchner se presentase a declarar. Jamás lo hizo. Según los biógrafos oficiales, horas antes del 20 de abril de 1976, Kirchner le dijo a su amigo Carlos que no fuese a buscar a su padre a Las Flores pues le podía pasar algo. Así fue. Para la hija de Duret “a mi viejo le armaron la causa” y asegura que “los testigos se pisaban”. Incluso ofrece una grabación en la que uno de ellos dice en público: “el juez me dijo que tenía que decir eso”. Agrega que “todos describían a mi viejo de la misma manera y en el mismo orden: alto, rubio y de ojos celestes”. La memoria colectiva permanecía intacta 40 años después. Pero la seguridad de Néstor Kirchner para advertirle a su amigo que se cuidara, durante los meses más terribles de la dictadura militar, para Dussart, tiene sus fundamentos:
“Néstor era fácilmente apretable”.
¿Por qué?, le pregunto a la periodista luego de 3 horas de cafés, anécdotas e intercambio de información: “Estaba muy encarpetado. La pareja Kirchner tiene un enorme talón de Aquiles. Ellos no sólo han sido pasivos durante la dictadura sino que fueron colaboracionistas. Hay un caso preocupante para la memoria K que es el de Carlos Labolita. Era el mejor amigo de Néstor en La Plata, él fue la última persona que lo vio en vida”. Me quedo mirándola esperando que continúe el relato: “La familia le suplicó a Néstor que sea testigo. Tanto ruido hicieron con los derechos humanos…Pero no acudió a ese posible interrogatorio. No podría haber sostenido un careo con Duret”. La periodista con doble nacionalidad explica cómo está convencida de lo que está contando: “Es información de una borrachera con el Pájaro Salinas. Conoce muy bien a Kunkel quien sabe todo sobre ese tema. Aparentemente, Kirchner es el último en verlo y le aconseja entregarse para que liberen al padre. Pero fue una entrega. Cuando Kirchner dice: “Nos fuimos a Río Gallegos porque venían por nosotros” Es así. Pero no los militares… Es muy distinta la historia”.
La pregunta siguiente es obvia y su respuesta, afirmativa. Pero, ¿cómo explicar la fidelidad de personajes vinculados a la organización Montoneros con los Kirchner? La periodista tiene su teoría: “Mi padre sacó varias personas de la dictadura, era diplomático. En Rumania también. En Argentina hay algo particular: la guerrilla, la subversión, la oposición no tuvieron el carácter de resistencia a la Junta Militar como en otros países, sino que tuvieron otro rol que fue de entregar a los pibes, hacer negocios y negociar nuevos espacios políticos. No es como en Chile o Uruguay. Aquí está claro que Néstor Kirchner trabajó para el Ministerio de Bienestar Social. En Argentina, en 1976 al 1978 no podían hacer negocios sino tenías el visto bueno de la junta militar. Necesitabas el aval. No podías estar en la función pública, estuvo protegido. Me llama la atención que, cuando empiezas a cavar, encontras muchos pseudo montoneros que fueron buchones, y figuraron en listados del Batallón 601 y otros servicios. Este es el único país del mundo en el cual la cúpula de Montoneros, comparándolo con otras agrupaciones de resistencia en el mundo, se enriqueció mientras la base era masacrada y pobre. La cúpula, vive y están en el sector defensa y en telecomunicaciones. No te parece curioso?”
El caso Duret y la desaparición del entrañable amigo del alma de Kirchner, Carlos Labolita, es uno de los secretos mejor guardados que existen sobre el pasado del ex Presidente. Muy, muy lejos del bronce al que se lo colocó durante “la década ganada”.
(*) Especial para Mendoza Post