Desde 2002 no se mide el impacto del uranio sobre la flora y fauna de un complejo minero ubicado en San Rafael, denunció la AGN.
Hace 13 años que no se mide impacto de uranio en mina mendocina abandonada
Se trata del predio mendocino Sierra Pintada, en San Rafael, que abastecía de ese elemento a centrales nucleares del país y hoy no está operativo.
El ente que debía hacer los estudios es la Comisión de Energía Atómica. Según la AGN, tampoco examinaron el arsénico y detectan más radio de lo permitido en aguas de vertido. El misterioso caso de los 68 barriles perdidos.
Pese a que la extracción y el procesamiento de uranio pueden producir efectos negativos en el medioambiente, un informe de la Auditoría General de la Nación (AGN) publicado por el sitio El Auditor, detectó que desde 2002 no se hacen estudios del impacto que esta actividad tiene sobre la flora y la fauna cercana al Complejo Minero Fabril Sierra Pintada, predio ubicado en San Rafael, Mendoza.
Según el trabajo, el organismo que debía llevar adelante esas mediciones es la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), un ente autárquico que depende de la Secretaría de Energía, bajo la órbita del Ministerio de Planificación Federal.
La Auditoría añade que la CNEA tampoco realizó en Sierra Pintada estudios sobre el arsénico, una sustancia que -al igual que el uranio-, puede ser “capaz de generar impactos negativos en el medio ambiente, según lo expresado por la Organización Mundial de la Salud”.
Sierra Pintada
Por más de una década, el establecimiento mendocino proporcionó el uranio necesario para abastecer a las centrales nucleares, como la de Embalse, donde se obtiene la totalidad del Cobalto 60 utilizado en el país, y a los reactores de investigación.
A pesar de este protagonismo del complejo minero, “la producción nacional de concentrado de uranio está interrumpida desde 1997 debido a circunstancias económicas”, dice la Auditoría, en referencia a una baja del precio internacional del insumo ocurrida en aquel tiempo.
De hecho, el organismo de control señaló que Sierra Pintada “no está operando en la actualidad”, aunque sí conserva un plantel de 90 personas “que realizan tareas de mantenimiento”.
En términos más generales, la AGN comentó que junto a las actividades vinculadas al uranio “se producen grandes cantidades de residuos sólidos y líquidos que deben ser gestionados en forma segura para controlar las repercusiones negativas que pueden tener los procesos ambientales”, y agregó: “Tanto las colas del mineral como los efluentes son fuentes potenciales de contaminación de las zonas aledañas, si no se realiza el tratamiento adecuado”.
A partir de estas certezas fue que los auditores examinaron la labor de la CNEA en la gestión de pasivos ambientales de Sierra Pintada.
Es que la Comisión es, en rigor, responsable de la aplicación de la Ley 25018 de régimen de gestión de Residuos Radiactivos y de la Convención Internacional Conjunta sobre la Seguridad en la Gestión de los Combustibles Gastados y la Seguridad en la Gestión de los Residuos Radiactivos.
Residuos líquidos
Una de los hallazgos más relevantes de la Auditoría es que “no se observan avances en la gestión integral de pasivos ambientales” de Sierra Pintada.
Para fundamentar semejante apreciación, el informe sostiene que “no se ha tratado ninguno de los pasivos prioritarios (agua de cantera) ni residuos sólidos (dispuestos transitoriamente en tambores), aunque sí se ha avanzado en la realización de obras que permitirían su tratamiento”.
De esos estudios se desprende que “los valores de Uranio superan las concentraciones permitidas para el agua de vertido contempladas en la Res.DGI Nº 778/96, como así también en algunos casos se exceden los (límites) del Radio”.
Los excesos no parecen un tema menor, sobre todo si se tiene en cuenta que, en octubre de 2012, una de las canteras de Sierra Pintada mostraba una concentración de uranio de 3.612,23 ug/l (microgramo por litro), “superando el límite permitido de vuelco de 100 ug/1”, compara la Auditoría.
El misterio de los 68 tambores
Por otra parte, los residuos sólidos del predio son almacenados en tambores, algunos de los cuales llegan desde Córdoba, enviados por una empresa llamada Dioxitek, que controla una planta de producción de uranio en esa provincia.
Para intentar determinar ciertas cuestiones como el contenido, pero sobre todo la cantidad de tambores que hay en el predio, la Auditoría pidió documentación a la Comisión Nacional de Energía Atómica.
Así fue que la CNEA entregó una carpeta caratulada “Registro de Ingreso” en la que figura, contrariamente a lo esperado, planillas que detallan los egresos de barriles desde Córdoba hacia Mendoza.
El organismo de control fue por más. Es que “ante el reclamo por unos faltantes y no coincidencias entre algunos datos”, la Comisión entregó las “Actas de Cierre de Trincheras y Detalles de Tambores Metálicos”. Esos papeles expresan que la cantidad de barriles asciende a 5.291.
Sin embargo, otro documento de la propia CNEA, titulado “Cantidad y Ubicación de Residuos Sólidos” en el centro fabril, dice que la cantidad de barriles es de 5.223, “surgiendo en consecuencia una diferencia de 68 tambores que no fueron contemplados en ninguna documentación”, ni siquiera -añade la Auditoría- en resoluciones del Ministerio de Ambiente y Obras Públicas mendocino (que también habla de 5.223 recipientes).
Conclusión
La Auditoría recomendó “agilizar la conclusión de las obras para el adecuado tratamiento de agua de cantera y la disposición final de residuos sólidos enterrados en el Complejo”. Y agregó: “Se estima central la difusión pública y transparencia de las acciones desplegadas por la CNEA para el logro de la confianza indispensable de la población, especialmente de los habitantes de la zona de influencia de Sierra Pintada”.