Del cepo a la dolarización inevitable
En las últimas horas, la Presidenta Cristina Fernández ha dicho que no se puede gobernar el país sin números.
La realidad muestra que los principales números de la economía argentina exhiben involuciones que resultan fáciles de explicar, a menos que se sigan las estadísticas oficiales.
Mientras el país despide al primer semestre de 2015 entre sombras, los indicadores económicos se encuentran en terreno negativo. La actividad industrial, las exportaciones, el salario real, el PBI per cápita, y el empleo, están complicando el fin de ciclo kirchnerista.
La suba del dólar paralelo alteró los ánimos en la Casa Rosada debido a la creciente dolarización de los portafolios, en función de la exigua cantidad de reservas para respaldar el peso.
Como dijo la Presidenta hay que manejar el país con números. En consecuencia, sería bueno que la jefa del Estado explique cómo en 45 meses perdió 25.000 millones de dólares de sus reservas.
La actual crisis cambiaria tiene su origen en las restricciones impuestas con el cepo, a partir del segundo mandato de Fernández.
En cuestión, y para simular mostrar una mayor cantidad de reservas, la administración Kirchner se endeudó con China en una operación de swap por unos 11.000 millones de dólares de los cuales, fueron desembolsados unos 8.000 millones de dólares a una tasa del 7 por ciento anual.
De manera tal que de los actuales 33.000 millones de dólares de reservas, hay que deducir los 8.000 millones de Beijing que se deben cancelar en diciembre, lo que reduce el respaldo monetario a 25.000 millones.
Pero las reservas también contienen dólares que pertenecen a los depósitos de ahorristas particulares por un monto similar, es decir, otros 8.000 millones de dólares, lo cual reduce las reservas a 17.000 millones de dólares.
De este total parcial, el Estado argentino debe pagar unos 6.500 millones de dólares por el rescate del BODEN 2015, lo cual reduce el respaldo del país a apenas 10.500 millones de dólares.
La cuenta no termina allí. La crisis con los holdouts impidió que los bonistas que entraron en el canje pudieran cobrar los intereses de esos títulos que, según ha dicho el ministro Kicillof, están todavía en las reservas y rondan unos 1.500 millones de dólares, lo que reduce las reservas a 9.000 millones de dólares.
La Argentina también debe cancelar sus obligaciones por préstamos tomados de los organismos financieros internacionales como el BID, el Banco Mundial y los aportes de capital a esos institutos en una cifra que ronda los 3.000 millones de dólares, lo cual deja a las reservas con apenas un neto parcial de 6.000 millones de dólares.
Pero hay una deuda acumulada que el Estado mantiene con los importadores por unos 6.000 millones de dólares, conformando un neto de reservas igual a... cero.
A esta altura, algunos pueden aventurarse a pensar que en el segundo semestre ingresarán dólares por exportaciones y de esa manera recomponer reservas. Y están en lo correcto.
Otros argumentarán que también se necesitarán dólares para pagar las importaciones de insumos -fundamentalmente los energéticos, si es que el invierno se desata con intensidad-, a menos que se decida llevar al país a una parálisis total. También están en una dirección acertada.
Lo importante será entonces evaluar cuál será el saldo comercial de la segunda mitad del año cuando los montos de exportaciones se reducen significativamente.
En mayo, un mes con elevadas exportaciones, el superávit comercial apenas alcanzó a 355 millones de dólares, una cifra exigua que sólo sirve para atender las obligaciones del país y el creciente déficit fiscal.
De resultas, ya no importa cuántos son los pesos en el mercado para saber cuál es el respaldo. Ya no hay señoreaje. Sólo deudas.
Sin reservas, no hay respaldo, o lo que es lo mismo, los pesos carecen de valor. Con los números en la mano, la dolarización de la economía es la consecuencia del despilfarro de gasto público, de la emisión monetaria descontrolada, de la inflación, de la batalla judicial con los holdouts y del cepo cambiario, todos logros de la administración Kirchner.
(*) Especial para Mendoza Post