El kirchnerismo ya fue, y ya no es un asunto político. Es un asunto policial.
El kirchnerismo se terminó
Mientras continúa la épica batalla por un documento firmado por Fayt diciendo que estaba en la Corte Suprema y al parecer no era así -endeble estrategia para que la Presidente zafe por las 700 habitaciones vacías que se autoalquiló en un hotel que construyó con dinero juntado en sus años de abogada exitosa, que todos desconocen y que de ser verdad, deberían ser unos... ¡97 años más o menos!- la oposición se va acomodando a los ponchazos mientras sigue blabeando sobre la institucionalidad, las profundas diferencias ideológicas, la grieta cultural entre 20 familias bien, la necesidad de fortalecer los partidos políticos y otros grandes conceptos que por ahora no tienen el buen gusto de practicar.
El kirchnerismo ya fue. Es, como dijo Gerardo Aboy Carlés, el peronismo posible para los antiperonistas. Ya no es un asunto político. Es un asunto policial. Y en la Argentina de la violencia social in crescendo, pronto un crimen tapa a otro.
¿O acaso, después de las últimas denuncias contra Timerman, Larroque y el lumpenaje de la SIDE, el compañero Amado Boudou no nos parece un tierno locador de médanos al que tratamos con demasiada dureza solo porque se robó la fábrica para hacer billetes? ¿No nos conmovió demasiado la bolsa de Felisa Micelli después de 3 años con la segunda inflación más alta del planeta?
Con una mano en el corazón: el naziprogresismo de Luis D´Elía es pintoresco al lado de los acuerdos secretos con Chevron, la base militar china en Neuquén y el repentino interés por el modelo ruso.
Las cuevas financieras manejadas por Zanini o la estafa a Formosa de la banda de Boudou, son migajas al lado de las tasas que firma Kicillof con los bancos norteamericanos. Un delito tapa a otro.
Ya está. El kirchnerismo se terminó.
Si Cristóbal López, tras pagar una fortuna para tener el mayor archivo audiovisual después tiene que hacer malabares para explicar la conducta de Santoro en el archivo de Twitter, es por que están al horno.
Pero no es el problema el yerno de Moreau, que es lo viejo que no termina de morir y lo nuevo que no termina de nacer; es decir, la SIDE y la AFI, sino el gobierno nacional. Bah, para hacerla corta. Es Cristina el problema. La Gran Conductora del Chapa 01.
Pasa que la cobardía que impuso Cristina a sus beliebers en esta etapa de religiosidad K, obliga a dar más rodeos que un ciego en una rotonda: si Mariano Recaude sacaba el 27% de los votos (lo mismo que sacó Tristeza Filmus; actual Senador por Islas Malvinas) nadie le cuestionaría la elección de Leandro Santoro como candidato a viceintendente. entre otras cosas, porque el Frente para la...ejem...Victoria solo está preocupado por la salvación personal y penal de la presidente y su hijo.
Es la reedición de la "Teoría del Cerco" con personajes igual de berretas que López Rega pero sin su necesidad de sangre. Por suerte.
A eso se resume casi todo lo que llaman "centralidad presidencial" como si fuera un mérito en un país centralista y presidencialista. En 1975 se hablaba más de Isabel Perón que de cualquier otra cosa. En diciembre del 2001 pasaba con De La Rúa. No es un mérito. Pero parece que Cristina cree verdaderamente que la historia empezó con ella. En fin.
Cristina se borra luego de cada decisión suya que sale mal.
Ahora bien, el grado de eficacia de esta arremetida judicial es aún menor que la estrategia electoral porteña. Lo más curioso es que Cristina se borra luego de cada decisión suya que sale mal. La elección de Mariano Recaude, por ejemplo. Las siete listas de piantavotos. La lista ultra K mendocina que no solo perdió por bochorno la interna, sino que ayudo a la oposición. La candidatura de Perotti en Santa Fe, etcétera. Un largo etcétera que abarca Córdoba, Insaurralde, el futuro bloque Hotesur del Parlasur y así...
Teniendo en cuenta que buena parte del país sospecha de su rol en el asesinato (así fue calificado por ella, en Facebook...) del fiscal Nisman, torear a un juez de 97 años no parece una jugada política razonable. Sobre todo porque los intentos de destituir a Campagnolli, Bonadío y otros tantos fracasaron. El único éxito judicial de la abogada exitosa fue el asesinato de Nisman que, entre otras cosas, le permite la misma libertad ambulatoria que Justin Bieber. Y eso que a Justin sí alcanzaron a pedirle la captura internacional.
Aunque es probable que Fayt viva incluso hasta cuando terminen el Polo Audiovisual de Isla Demarchi, como el hombre es casi centenario convendría que Sergio Berni no festeje su cumpleaños en la casa del juez. Ya sabemos lo que pasó cuando llevó 50 invitados a su fiesta en Le Parc: como a las 6 horas alguien entró al baño y encontró al dueño de casa muerto. Y vaya casualidad, era el fiscal que estaba por pedir el arresto de la Presidente por encubrir un deleznable e impune atentado terrorista.
Aunque siguiendo la lógica del bueno de Leandro Santoro, es probable que Nisman se haya suicidado para ser trending topic.
No hay que descartar esa opción. Después de todo, por más Milani, Cristóbal, Berni, Casal y Granados, esto de tener una presidente que arranca a trabajar de martes a jueves pasado el mediodía y solo hasta el prime time donde tira un cadenazo sobre salchichas y gaseosas, llevó a que el juez Fayt no concurra nunca a la Corte. Es que no quiere perderse ningún capítulo.