El jueves el actor, director y entrenador de actores abrirá una exposición suya como artista plástico, aunque el 2015 lo traerá varias veces a Mendoza. ¿Por qué?
Julio Chávez, parte del arte en Mendoza
Dos llamados. Uno a la mañana, el otro por la tarde. El celular de Julio Chávez te recibe con esa canción de Daft Punk. Hasta que te atiende. La primera vez pensé que algún Stiusso estaba jodiendo en mi teléfono. La segunda, en cambio, pensé que iba a preguntarle por qué Daft Punk en el celu, más allá de lo obvio, pero me olvidé.
Julio Chávez es un bastión de calidad artística, en cualquiera de sus expresiones. Traten de recordar alguna película, serie de televisión, obra de teatro, que les haya resultado improvisada, poco elaborada. Más aún: como un cognac, mientras más añejo, mejor. Hablará de vinos aquí, a propósito.
Desde el jueves, Julio Hirsch Chávez, el pintor, será parte de una gran opción que brinda la galería Daniel Rueda en Mendoza, en una época del año en la que, a veces, las cantidades superan las calidades. Es la primera vez que la obra sale a recorrer algún rincón de Argentina que no sea la Capital Federal. Extraño y venturoso: Chávez no ha expuesto nunca dentro del resto de Argentina, pero sí en las galerías Vogt (Herten), Scheffel (Frankfurt), Euroamericano (Caracas), Lisenberg-Art Frankfurt’94 (Alemania) y Lisenberg-Art Miami’93.
Esta semana expondrá sus objetos escultóricos, en mayo vendrá con la obra "Red", basada en la vida del pintor Mark Rothko, y para agosto ya prepara una muestra suya más amplia en el Museo de Arte Moderno de Mendoza, con una producción inédita y especial, en algunos casos, para los degustadores de arte. Es el año Chávez para Mendoza. No hay dudas.
Imagino que sabrás de la gran tradición de Mendoza en artes plásticas, por producción, por movimientos. Tu muestra aquí es un acontecimiento dentro de un contexto que es cuna de grandes artistas.
Es la primera vez que voy con mis obras fuera de Buenos Aires dentro del país. Y por supuesto que sé de la tradición que tiene Mendoza en relación con la pintura. Voy a tener el enorme gusto de hacer una exposición en el Museo de Arte Moderno de Mendoza, en agosto próximo. Y estoy muy entusiasmado con este proyecto. Y claro que también con esta próxima muestra, en lo de Daniel Rueda, que me abrió su galería para poder mostrar mi trabajo.
¿Veremos de cerca esa parte tuya que siempre le pelea a lo actoral?
Por supuesto (risas). Vos sabes que ser un actor y al mismo tiempo ser un artista plástico produce una cierta dificultad para la mirada del otro. No para le ejecución, sino para la recepción.
Sería más fácil si no fueras un actor tan bueno.
Te agradezco (ríe). Yo no sé qué es más fácil. De hecho tengo la posibilidad de expandirme como artista plástico. Más allá de eso, son los espacios los que legitiman, los que protegen o no, de lo que a veces son algunos pensamientos cerrados acerca de las expresiones. Pero eso forma parte de la manera que tenemos de convivir en la tribu. No hace al quehacer de la pintura.
"Ser actor y al mismo tiempo artista plástico produce cierta dificultad para la mirada del otro"
La obra que expusiste el año pasado en Rubbers tenía trabajos de los años 80. ¿Será la que veremos aquí?
La mayor parte de la obra que expuse en Rubbers tenía que ver con la parte escultórica, esos aparatos, que es parte de mi trabajo reciente. Y fueron acompañados por distintos trabajos en formato pequeño que hice de 1980 al 2004. Es una sucesión de 10 obras para presentar una suerte de pequeños registros hechos en distintos tiempos. Pero lo que protagoniza esta muestra en Mendoza son los objetos escultóricos, parte de mi última faceta productiva. Yo hoy estoy casi pintando muy poco.hoy estoy casi pintando muy poco.
¿Y lo de agosto en el MAMM? ¿Es parte de otro trabajo?
Sí. Yo le hice una propuesta a Laura Valdivieso (directora del museo) para hacer una muestra juntando la experiencia que estoy teniendo ahora en "Red", que es una obra que hago sobre la vida del pintor Mark Rothko. Esta obra la presentaré en Mendoza, en mayo próximo. Así es que surgió la idea de hacer una muestra en base a un trabajo que hago en todas las funciones de esta obra. En un momento, al encarnar a Rothko, me siento y boceto. Son bocetos que el espectador no ve. Y así es que tengo 170 de esos bocetos, que corresponden a 170 funciones. Son bocetos que verdaderamente me parecen muy activos y que despiertan mucho interés. Y esa es la muestra. Que se llama 57 segundos, que es el tiempo en la obra que yo tengo para bocetar, lo que dura la escena. También voy a presentar una escultura, nueva, especialmente para el Museo de Arte Moderno de Mendoza, y otros elementos en relación a la obra de teatro y a mi trabajo como artista plástico. Estoy feliz por este proyecto. Es un espacio ideal para acoger esta suerte de muestra e instalación.
"Al encarnar a Rothko me siento y boceto. Son bocetos que el espectador no ve. Tengo 170 de esos bocetos"
Esta perfomance como propuesta ya derriba totalmente cualquier límite entre tu trabajo como actor y artista plástico.
Lamentablemente siempre es apenas un sueño no tener límites (risas). Siempre me topo con ellos (más risas). En este caso lo que se juntan son dos límites en esta propuesta. Más que derribarlos, se presentan todos juntos. Tengo la dicha de vivir asuntos en la vida que son muy casuales. Nada de lo que estoy contando ha sido pensado. Son cuestiones que se van acomodando. Y que voy “escuchando”. Y que de alguna manera hay que jugar con ellas. Si bien ya sabemos que somos bastante malos “intérpretes” de las casualidades (ríe). Me gusta mucho esto. No es un invento. Es real. Soy un artista plástico. Me dedico al teatro. Soy actor. Y me ha tocado en suerte hacer la vida de actor con el teatro.
Es un artista fascinante Rothko, más allá de su biografía. Poseedor de una obra realmente impactante.
"Red" es una obra que se escribe una vez que el hijo encuentra el famoso libro que había escrito su padre. Fue un libro que el hijo buscó durante 30 años, hasta que lo encontró. Y en el 2002 el hijo lo publica, tal como lo encuentra, bajo el título “La filosofía del arte”. Es un libro maravilloso. Es la base en la que John Logan, el autor de "Red", escribe esta obra que estoy haciendo. Allí se teatraliza el vínculo de Rothko con su asistente, para comprender quién es, qué le pasaba, qué pensaba. La obra atraviesa un momento decisivo en su vida: cuando pinta la obra para presentar en el Seagram Building de Nueva York, en el restaurante Four Seasons. Fue un hecho muy dramático, muy criticado en su vida, que le trajo un gran conflicto. Doce años después de este trabajo se suicida. No por este hecho sino porque está muy enfermo. La obra de Rothko, como bien dice su hijo, es para verla y “escuchar” su ideología. Es una obra injusta para el espectador porque exige un tiempo y un estar muy difícil, ya en la época en que él la producía y mucho más hoy en día. El viaje que propone Rothko es un viaje de verdadero compromiso, un pedido complejo. Ha sido el artista que ha alimentado y estimulado y hasta construido pensamiento para muchas generaciones.
"Uno comunica un camino, una ideología, un pensamiento, una manera, para involucrarse en el problema de la actuación"
Lo del legado es innegable y hasta podemos relacionarlo con una de tus facetas, como entrenador o maestro de actores. Es sabido que en esta tarea sos muy riguroso con tus alumnos.
(Piensa) Sí. Uno comunica un camino, una ideología, un pensamiento, una manera, para involucrarse en el “problema” de la actuación, del trabajo escénico, de lo actoral. Pero, en definitiva, es un camino que comunica al “problema”. No es ni muchos el “camino”. Quizá es parte de lo que Rothko tuvo que padecer cuando aparece el arte pop. El no puede comprender que la gente encuentre en el arte pop ni siquiera la cercanía a lo que entiende como arte. Lo que es parte de su conflicto: el mismo arte le está diciendo que eso también es arte. El arte tiene esa hermosa y dolorosa particularidad de siempre pedir que sea definido y nunca aceptar definiciones. Rothko era un hombre muy apasionado de Nietzche. Y en la obra está muy mencionada esta influencia: el origen de la tragedia. Y habla de ese intento del hombre de dejar quieto en el espacio de la pintura y mantener inmóvil a la vida. Y se dice en la obra lo estúpido que es el hombre en pretender que la vida pueda ser inmovilizada en una imagen.
¿Recordas cuándo vendiste tu primera obra?
La primera que vendí fue en la primera exposición que hice en mi vida. Fue en la Galería Tema. Después de eso me pasé a la figuración, pero en esa época estaba trabajando con lo abstracto. Y recuerdo perfectamente que era una obra con ese estilo. No recuerdo el año, pero debe haber sido 1987… no recuerdo el año, la verdad (ríe).
¿No se la vendiste a ningún familiar?
(Risas) No, no. El que la compró era un señor que tenía un estudio jurídico. Nunca me compró obra un familiar (risas). Miento, miento. Una vez una tía me compró una obra de formato pequeño, que estuvo expuesta en el Centro Cultural Recoleta.
¿Mantenes desapego con tus obras? ¿Podes desprenderte de ellas, regalarlas?
Sí, por supuesto. Tengo en general una sensación de desapego. No de apatía ni falta de amor. No los relaciono con el desapego. Si hay una persona a quien yo aprecio, o simplemente una persona que estableció un vínculo con algunas de las obras, soy capaz de regalársela. No tengo ningún problema. Y por el contrario: me parece que hasta cierra un círculo. De todos modos no estoy diciendo que mi obra no tenga su valor económico, sabiendo que vender ya entra dentro del circuito de la administración del arte.
¿Cómo vivis siendo tan protagonista de tus gestas artísticas, multitudinarias como lo es tu trabajo en cine, televisión y teatro, la recepción de tu obra en un mercado como el arte, con sus propias reglas y acaso con mayores dificultades de acceso?
Ya estoy habituado a mi propio diálogo con el quehacer artístico, tanto en lo actoral como en las artes plásticas. He tenido siempre una relación de distribución apropiada. Tuve sí una crisis muy fuerte en el 2004 y 2005. Dejé de trabajar muchos años en las artes plásticas.
¿Por qué?
Entré en una suerte de conflicto de algo que vos muy bien decís. Hice una exposición en "Sonoridad Amarilla", con trabajos en los que estaba indagando en ese momento, con salir de la tela e ir al espacio con objetos escultóricos. Estaba muy entusiasmado con lo que presenté. Y luego sentí que no había recibido la devolución que en ese momento estaba necesitando. Y me resentí. Y durante 7 años mantuve el taller detenido y con muchas dificultades para volver a trabajar allí. Y durante esos años, casualmente, mi trabajo como actor se expandió mucho más, a niveles muy populares a través de la televisión. Me concentré mucho en mi oficio como actor. Creo que esa expansión y esa sensación de plenitud fue justamente lo que me permitió sentirme más fortalecido para no necesitar ya de la mirada de los otros. Empecé a legitimarme a mí mismo y a mi mirada en mi taller. Así fue que volví. Y verdaderamente había cambiado algo. Y ese paráte, que yo sentí como una parálisis, no era tal, sino que dentro de mi organismo artístico hubo alguna proteína que me estaba faltando. Y esos años la fueron construyendo. Volví al taller con muchísima más fortalezas, desde todo punto de vista. La obra que voy a presentar en Mendoza casi no reconozco desde dónde viene. A veces la siento como el resultado de una confirmación.
"La obra que voy a presentar en Mendoza casi no reconozco desde dónde viene. La siento como el resultado de una confirmación".
He leído bastante sobre vos en estos días, más de lo habitual sobre cualquier otro entrevistado. He tenido como una sobredosis de Chávez...
(Interrumpe) Lo lamento, mucho (risas). Tomate un té (carcajadas).
Y, bueno, a propósito de beber: he notado que sos un gran consumidor de vino. Se repite esa costumbre y ese placer.
Me gusta mucho el vino, sí. Y te diría que casi no discrimino ninguno, salvo los muy malos (risas). Siempre cuando vuelvo a mi casa, todas las noches, o cuando voy a comer a algún lugar, me tomo mi sorbito de vino y siento que es la retribución. Podría decir que casi todo lo que hago es para hacerme ese regalito nocturno.
¿Una liturgia?
(Riendo) Sí, si. Para mí todo es casi una excusa para sentirme un bebedor de un buen vino.
Iba a preguntarte por alguno que sea tu debilidad, pero percibo que todos lo son…
En ese sentido soy una persona muy poco formada. Cuando me dan para catar yo les digo: “Poné lo que quieras porque no tengo la posibilidad de darme cuenta de nada” (risas). Lo bebo y listo. No tengo un palador culto. Tengo un palador necesitado, pero no formado (más risas).
"Creo que estamos en un momento evidente de las fallas de la administración política"
¿Puedo compartir mi sensación de las últimas semanas, los últimos meses en Argentina, quizá a partir de lo de Nisman? No puedo dejar de pensar en que todo parece el montaje de una obra de teatro: la tragedia, la farsa, el sainete, hasta la comedia.
Yo soy un hombre de 58 años y he visto muchos de estos fenómenos. No soy un opinólogo de la política y menos de las administraciones políticas. Pero sí advierto que, una vez más, algo se manifiesta en todos lados. Se manifiesta algo que no está bien. Y que vuelven a aparecer ciertos principios y palabras, muy complejas, como justicia. Las noticias están llenas de preguntas, de juicios, declaraciones, enjuiciamientos. Cada una de estas cosas merecería claridad y esclarecimiento. Creo que estamos en un momento evidente de las fallas de la administración política. Y no me refiero solamente a las que conducen en este momento el Estado, sino de todas las administraciones. Las opositoras también.
Ignoraba que tu madre tenía orígenes egipcios.
Sí, mi abuelo nació en Egipto, en El Cairo. Y mi madre es de allí, aunque francesa vasco judía, cosa muy rara esta. Tengo una mezcla muy grande: alemana, vasco francesa, egipcios. Y por suerte todo se unió en la Capital Federal (carcajadas). Estoy chocho acá. Ni El Cairo ni Berlín ni los países vascos. ¡Vivo chocho en Buenos Aires!